Capítulo 3

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Lentamente dejó a medio comer una suculenta manzana y sus ojos cayeron en Josefina, su mejor amiga, quien amablemente la había invitado a su casa para estudiar y ensayar algunas nuevas coreografías. Observó el rostro de Josefina, lleno de curiosidad y preocupación, mientras soltaba un suspiro retenido.

—¿Pato, ya se arreglaron mi hermano y tú? - preguntó Josefina con urgencia, claramente ansiosa por conocer los detalles.

Ella dejó escapar un suspiro y trató de encontrar las palabras adecuadas para explicarle lo que estaba sucediendo. Jugó nerviosamente con la manzana entre sus dedos, evitando el tema que le resultaba tan complicado de abordar. Hablar de ello implicaba enfrentar sus propios sentimientos y lidiar con la incertidumbre que la atormentaba.

—Sí y no... - respondió vacilante, tratando de encontrar la forma correcta de expresarlo.

Josefina frunció el ceño, impaciente por una explicación más clara.

—Dame una explicación, Pato, porque no te estoy entendiendo.

—Es solo que... ya no me siento cómoda - admitió con voz temblorosa, soltando finalmente la verdad que le oprimía el pecho.

La mirada de Josefina se volvió más comprensiva, pero también preocupada.

—¿Con... Matías? ¿Te hizo algo que no querías? Patito, si Matías te obligó a hacer algo que no querías, ¡te juro que voy y lo...!

—No, no ha hecho nada de eso - interrumpió rápidamente, tratando de calmar sus temores. - Es solo que... el amor que sentía antes ya no es tan intenso.

Josefina guardó silencio, dejando que las palabras resonaran en la habitación. La atmósfera se volvió tensa y el silencio se apoderó del lugar, llenándolo de una inquietud incómoda. Sabía que la confesión de su amiga la había tomado por sorpresa. Josefina veía a Matías como el cuñado perfecto y no podía evitar pensar en sus propios sentimientos y en cómo afectaría su amistad.

—¿Ya no lo quieres? - preguntó finalmente, bajando el tono de voz, como si temiera la respuesta.

—¡Sí, lo quiero! - respondió ella con firmeza. - Pero José, esas mariposas que tenía antes cuando Maty simplemente me sonreía... ya no están. Cuando me besa, ya no siento ese cosquilleo... Y me siento mal por eso.

Josefina se quedó en silencio, procesando las palabras de su amiga. La habitación se sumió en un silencio incómodo, como si estuvieran al borde de un precipicio emocional. Sabía que la confesión había puesto a prueba su amistad y que Josefina se encontraba en un dilema interno.

—Patito, sé que Maty es mi hermano, pero creo que deberías reflexionar sobre lo que me estás contando - dijo finalmente, su voz cargada de preocupación. - En mi opinión, si ya no te sientes cómoda en esa relación, deberías considerar ponerle fin.

—No quiero dejarlo - murmuró ella, aferrándose a la esperanza de que tal vez todo fuera solo una fase pasajera. - Quizás sea solo una confusión emocional debido a todo lo que ha pasado. Tal vez en unos días vuelva a sentir esa conexión tan especial.

Se quedaron mirando en silencio nuevamente, sumergidas en sus propios pensamientos, cuando unos golpes en la puerta interrumpieron su conversación. Josefina cambió su expresión a una sonrisa y ella volvió a tomar la manzana, intentando disimular su turbación.

—¡Pase! - exclamó Josefina, y la puerta se abrió rápidamente, revelando a Matías, el sujeto de su conversación. Una amplia sonrisa adornaba su rostro mientras llevaba una bandeja llena de galletas y chocolatada en sus manos.

—Disculpen por interrumpir su pijamada, pero les he traído un pequeño soborno - dijo Matías con picardía.

—Soborno - repitieron ambas al unísono, intrigadas por su misteriosa oferta.

Imposible no enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora