Capítulo 9

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Después de mandar a Bruno a reposar a su casa, Matías gentilmente me acompañó de regreso a mi hogar. La mamá de Bruno vino a recogerlo, y debo destacar que ella se tomó el tiempo de pedir permiso para retirar a Gonzalo de sus clases, quedé junto a Bruno durante esos momentos de espera. Cada vez se veía peor, su estado empeoraba visiblemente, pues sus palabras carecían de sentido y su actitud se volvía excesivamente empalagosa, más allá de lo habitual.

Pasado la media tarde, las lecciones parecieron prolongarse de manera interminable, y mi cabeza no estaba en su mejor estado. Durante el receso, José, atento a mi bienestar, me preguntó si me sentía bien. Respondí afirmativamente, aunque en realidad mi estado de ánimo no era el mejor. José, comprensiva, decidió no indagar más y continuó charlando amistosamente con las chicas mientras disfrutaba de su bebida. En ese momento, noté a los chicos, incluido Matías, acercándose hacia nosotras. Al llegar, les dediqué una sonrisa, y Matías respondió con una expresión de felicidad desbordante, sellando su saludo con un breve beso en mis labios y un abrazo afectuoso.

Sol, queriendo entablar una conversación incómoda, lanzó la primera oración:

- Así que Bruno terminó con Antonella... - Esta afirmación inició un tema que yo preferiría evitar, pero ya era demasiado tarde.

- ¡Ay, Solcito! Parece que Bruno finalmente abrió los ojos - comentó José con una sonrisa cómplice. - Al igual que mi hermanito en su momento, ¿no?

Traté de mantenerme en un segundo plano y evitar que me hicieran preguntas incómodas. Mientras los chicos discutían, noté a Santi observándome con curiosidad. Le hice un gesto con la cara, pero él no dijo nada. ¿Había algo en mi rostro? ¿Un rastro de comida quizás?

- No sé, chicas- Intercedió Guido, mientras daba un sorbo al jugo de José. - Al menos a mí, Bruno no me ha dicho nada al respecto.

- A mí tampoco- agregó Felipe, levantando las manos en señal de desconocimiento.

- Pero, chicos, piénsenlo - volvió a hablar Josefina, sin dejar de lado el tema incómodo. - ¿Han notado alguna señal de que Bruno iba a terminar con Antonella? Porque, si me lo preguntan a mí... lo he visto bastante extraño últimamente. ¿Ustedes no?

Mientras los escuchaba hablar, seguí jugando distraídamente con mi vaso, sin saber si debía intervenir o no.

- Ahora que lo mencionas, mi amor - comentó Guido, reflexionando sobre la situación. - Sí, he notado que Bruno ha estado actuando de manera extraña. Lo veo más distraído y pensativo.

En ese instante, esas palabras golpearon mi mente de manera abrupta y el calor se apoderó de mí. Tomé un largo sorbo del jugo, intentando calmar mis nervios, pero no pude evitar sentir un nudo en el estómago.

- ¡Chicos, por favor! No sigamos con esto - intervine finalmente, tratando de desviar el tema de conversación. - No tenemos por qué hablar de la vida personal de Bruno aquí.

La tensión en el aire se hizo palpable y pude sentir la incomodidad de todos. Mientras tanto, Matías, siempre atento, me tomó de la mano y me miró con cariño, mostrando su apoyo silencioso. Agradecí su gesto y me sentí más tranquila, sabiendo que tenía a alguien en quien apoyarme en momentos como este.

Ellos hicieron caso omiso a mi comentario, dando a entender que fui levemente excluida, volví a tomar un trago, pero sin querer comencé a toser con fuerza. Matías fue el primero en reaccionar y me ayudo a recuperarme, Josefina me pregunto preocupada si estaba bien.

- Sí, sí... Solo se fue por el camino viejo - reí torpemente. - Ay... Creo que iré al baño, ensucié mi falda.

- ¿Te acompaño, Patito? - Matías se posicionó a mi lado, pero negué con la cabeza. Sin embargo, él insistió.

Imposible no enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora