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— ¡Big Q! ¡Qué piensas hacer! — gritó Wilbur corriendo detrás de su jefe.
— ¡Defender a mi familia y mi Páramo! — gritó mientras frenaba en seco volteando a ver al de mecha blanca.— No permitiré que aquel bastardo me quite otra parte de mi.

El híbrido corría lo más rápido que podía, como si de un guepardo se tratara, junto con Wilbur, Cochi y los dos cuerpos flotantes de los humanos, los demás se habían quedado a cuidar el Páramo. Big Q podía predecir que el ojimorado es alguien sumamente importante para el mentiroso de Rubius, aunque también podía suponer de la importancia del de ojos rubí, no iba a convertirse como el peliblanco, no sería un monstruo por lo menos no de ese tipo. Podría ser un monstruo por sus dientes, cicatrices y sus alas pero no sería uno que cometiera venganza matando a otro ser vivo.

Al llegar a la entrada del reino, Big Q ya no pensaba con claridad solo se dejaba guiar por sus emociones y por la adrenalina, estaba apunto de entrar con los humanos pero una mano en su hombro lo detuvo, se dio vuelta y pudo ver los ojos color miel de su fiel acompañante.

— Sé que no estás pensando con claridad pero...déjame ayudarte. No me perdonaría sí te pasa algo. — suplicó le de mecha blanca con una clara mirada de preocupación. El híbrido sin decir ni una palabra, acepto la ayuda de su acompañante. Mientras caminaba detrás de Wilbur, empezaba a aclarar su mente, dándose cuenta que casi cometía una locura al entrar al reino ante la puerta principal con dos cuerpos flotando. Entraron al territorio de los humanos por una grieta que había en la muralla y que daba justamente detrás del castillo, por donde ingresaron por una pequeña puerta.

Una vez ya adentro del castillo el híbrido volvió a retomar el liderazgo, pasando por las sombras de cada mueble, sirvientes y guardias que paseaban por los pasillos. Llegaron a una de las habitaciones donde dejaron al rey de Karmaland después buscaron otro cuarto para dejar al de ojos rojos, al ya haber dejado ambos cuerpos, el híbrido no deshizo el hechizo ya que ambos humanos podrían exaltarse y hacer que atraparan a Wilbur y Big Q.

Ambos chicos prendieron en busca de Beni, Wilbur como un cuervo y Big Q por las sombras nuevamente; entraron a salas, cocinas, habitaciones y calderos pero no encontraron rastro del hada, hasta que se dispusieron en ir hacia el calabozo. Al entrar aquel sitio del castillo, una fuerte vibra se sentía ahí, Big Q se adentraba hacia la oscuridad que le rodeaba teniendo que prender su cetro para mayor visibilidad, pero debido a que la luz que transmitía era verde la luminosidad no quitaba la bruma de la oscuridad; bajo las escaleras llegando al último escalón, donde pudo apreciar un cuarto lleno de envases de vidrio con plantas exóticas y criaturas del Páramo, pero no bastó con eso, el híbrido observó con terror cada cosa que había, hadas del Río colgadas siendo secadas, animales de fuego siendo torturados con agua, plantas completamente destruidas, dientes, alas y pequeños cuerpos esparcidos por el lugar. Big Q tuvo ganas de vomitar y gritar ante la grotesca vista pero un sonido de unas cadenas siendo arrastradas y bruscamente azotadas tomó su atención, se acercó con cautela para que era y ahí pudo ver a su querido primo que luchaba con pena.

— Beni.— susurró Big Q acercándose a la celda de su primo.
— Quackity...vete...n-no es seguro...aquí.— contesto la hada con las pocas fuerzas que tenía.
— ¿Qué te hicieron? Te ayudaré a salir.— el híbrido había evadido la contestación de Beni.
— Vete...ellos te matarán...yo ya no tengo salvación, primo...— Beni al decir eso se dio la vuelta con dificultad y dejó a la vista su espalda dañada y su ala quebrada.— Ellos la rompieron...ya no tiene solución.— explicó señalando el hueso que salía de la piel de su única ala.

Big Q al ver el ala de su primo, lloro de impotencia sin saber que hacer, Beni estaba encadenado de la cintura donde se podía ver como su piel era rojiza debido al hierro. El híbrido sin pensarlo dos veces, tomos los barrotes de la celda y los doblo lo suficiente para poder entrar, restándole importancia que su piel quemara, tomó la cadena dd su primo y empezó a retorcerla hasta quebrarla; salió de la celda y empezó abrir cada frasco que había, descolgando cada criatura que podía e intentando revivir a unos cuantos. Una vez todos libres, Wilbur había llegado quien se encargó de dirigir a todos al Páramo, incluso a Beni, lo cargo en su espalda para después salir.

Big Q en su arranque de impotencia había deshecho el hechizo del rey y Luzu sin querer, olvidó en donde estaba y salió directamente a los pasillos hasta llegar al centro del castillo donde estaban los asientos reales. Empezaba acercarse con lentitud a ambos tronos pero una vez estando en el centro, una gran red de cadenas le cayó encima, el dolor se impregnó rápidamente en todo su cuerpo, dejándole poco a poco débil, con la vista borrosa lo ultimo que pudo apreciar fue a alguien de traje de hierro, con ojeras y pelo blanco.

— Es un gusto...Quackity.

Betrayal of the heart -Luckity- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora