✞ El incidente ✞

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Desde hacía un par de días que la investigación de Kira había dado un giro de 360° grados. Light y Misa, sus más probables y en realidad únicos sospechosos, habían sido descartados como Kira a falta de evidencia que pudiera condenarlos, a pesar de que tú y L estaban totalmente seguros no solo de que ellos eran los Kira originales, sino que había un plan detrás de todo aquello para probar su inocencia.

En efecto, parecía que habían estado manipulándolos. Sobre todo a Light, que era una persona totalmente diferente. Sus pupilas estaban más dilatadas y ahora respetaba mucho más a Misa. Lo primero que hizo al ser liberado fue negarse a manipularla, confesando que no tenía idea de cómo había terminado con ella e incluso insinuando que siempre había pensado que tú eras una pareja mucho más adecuada para él.

De cualquier forma, tú y L estaban profundamente deprimidos, literalmente atados, o más bien encadenados, por el bien de la investigación. L te había pedido que te encadenaras a Misa para poder asegurarse de que no volviera a ser Kira, y como tú solo querías que el caso terminara de una vez, por no mencionar que estabas profundamente enamorada del detective, habías terminado accediendo a su petición, encontrándote ahora veinticuatro siete con la persona que más odiabas en el mundo.

En fin, los cuatro estaban sentados tomando té, en lo que suponía ser una cita entre Misa y Light, pero que terminaba siendo un momento silencioso e incómodo en el que el único sonido eran los refunfuños de Misa, que inflaba las mejillas y fulminaba a L con la mirada. 

—¿En serio tienen que estar vigilándonos todo el tiempo? —se quejó la rubia, aunque ya sabía la respuesta.

—Ya sabes que sí, Misa —contestó Light, sabiendo que para este punto ninguno de ustedes dos le dirigiría la palabra después de hacer esa pregunta en cada ocasión—. Te dije que sería mejor si no hacemos esto por un tiempo, tenemos muchas cosas que hacer como para perder el tiempo con una cita.

—De hecho, ahora que ninguno de ustedes dos son sospechosos no hay mucho que podamos hacer —dijo L, con voz apagada y su mirada fija en sus pies juguetones.

—Otra razón para volver al trabajo —dijo Light—. Debemos de buscar pistas antes de que más personas inocentes mueran.

—Si Kira pudo controlarlos y deshacerse de ustedes cuando ya no los necesitó entonces no hay nada que podamos hacer—dijiste, sabiendo que L era la única razón por la que no habías renunciado a la investigación después de todo lo ocurrido.

—Vamos, no sean tan infantiles. ¿Solamente porque su perfecta deducción fue errónea van a comportarse de esta manera? —no dijeron nada, pero su silencio fue toda la respuesta que él necesitó—. Arriesgamos nuestras vidas desde el inicio para ayudarles con la investigación, ¿qué caso tiene si van a rendirse? ¿Qué caso tuvo que nos encerraran a Misa y a mí?

—No grites —dijiste, tapándote los oídos, disgustada por su voz—. Todo lo que hicimos hasta ahora fue prácticamente inútil, no parece que tenga caso seguir intentando, ¿es tan difícil de entender?

Light te observó durante varios minutos en silencio antes de pararse de donde estaba sentado para ponerse frente a ti y abrazarte contra su pecho, apoyando su barbilla en tu cabeza mientras sobaba tu cabello, suspirando.

—Sé que estás deprimida, pero no estás sola, ¿sí? —susurró contra tu oído.

Tú estabas completamente sonrojada. Light había sido muy coqueto desde el inicio, pero nunca había intentado nada, mucho menos frente a Misa, y definitivamente habías descartado que te fuera a dar un abrazo como aquél, que si bien parecía ser solo un acto de amistad eso no explicaba las caricias suaves en tu espalda.

Misa soltó un chillido agudo, haciéndolo reaccionar hasta separarse de ti, mirándola mientras fingía inocencia. Jamás habías visto a Misa tan enojada, estaba roja, y se lanzó hacia ti para golpearte la cara, sorprendida de que reaccionaras lo suficientemente rápido como para detenerla, clavando tu mirada en sus ojos con severidad.

—Piensa un poco antes de actuar, ¿quieres? —le advertiste, sabiendo que iba a intentar hacer algo más.

—Pues no intentes robarme a mi novio —se quejó—. No es justo, tú tienes a Ryusaki.

L levantó su mirada hacia ti, no entendiendo de dónde venía su comentario. Tú solo te encogiste en hombros, concentrándote para no sonrojarte, sin darte cuenta de que Misa se estaba preparando para pegarte una vez más, tomándote del cabello y dándote una cachetada, a lo que respondiste tomándola de las muñecas, usando tu fuerza para tirarla al suelo donde querías meterle semejante patada en la cabeza, pero en su lugar alzaste el puño, sintiendo una mano grande y cálida sobre la tuya, que inmediatamente reconociste gracias a que estabas mirando a Light. Era él. Te estaba tocando por primera vez en todo el tiempo que llevaban investigando juntos.

—Por favor, no lo hagas —te dijo, malinterpretando cómo te sentías por la forma en que tu mano se tensaba en la suya—. Esto es tan ridículo que ni siquiera vale la pena.

Dirigiste tu mirada hacia él, con tu corazón latiendo contra tu pecho a mil kilómetros por hora. Entreabriste los labios para decir algo, cualquier cosa, pero solo pudiste bajar la cabeza, sintiendo cómo Misa se ponía de pie a través de las cadenas.

—Bien —te zafaste de su agarre, fulminando a Misa con la mirada—. De cualquier forma, yo tendría cuidado si fuera tú. Dormimos en el mismo cuarto y yo siempre me quedo despierta hasta que tú te quedas dormida. 

Misa te sacó la lengua. Antes de que tuvieras oportunidad de sentarte, sentiste la mano de L sobre tu barbilla, levantándola mientras te miraba directo a los ojos, acercando su rostro al tuyo. Contuviste la respiración, estaban tan cerca que podías oler su aliento sabor a fresa, para variar como el pastel que había comido. Acarició tu mejilla con gentileza y cerraste los ojos instintivamente, pensando que tu corazón explotaría en el interior de tu pecho.

—Sí, tal como lo pensé —dijo él, haciéndote reaccionar—. Tu mejilla estará roja por un par de horas. Será mejor que vayamos con Watari para que te ponga algo antes de que te duela.


One-shot: L y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora