✞ Pelea ✞

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Una de las razones más recurrentes para que tú y L pelearan eran sus celos. No era inseguro, y confiaba en ti, pero como eras muy atractiva era normal que otros hombres te coquetearan, sobre todo porque no te creían cuando les decías que estabas saliendo con alguien, aunque no podías decirles que era L, por supuesto.

Ahora que trabajaban juntos en el caso de Kira, y Light Yagami se comportaba diferente después de su encarcelamiento, había estado particularmente coqueto contigo, lo que sorpresivamente no había causado problemas hasta hacía unos días cuanto te reíste de un chiste que te contó, haciendo enojar tanto a L que no quiso dormir en la misma habitación que tú. Intentaste ir a arreglar las cosas, pero eso no resolvió nada. L aún estaba muy enojado como para tener una conversación razonable, y siguió ignorándote lo que hizo que cuando por fin estuviera listo para arreglarse tú estuvieses los suficientemente molesta como para ahora ignorarlo tú a él.

Era la primera vez en años que tenían una pelea que duraba tanto, mayormente porque no encontraban un momento en que ambos pudieran hablar sin ser interrumpidos por tanto trabajo. Sin embargo, esa noche todos se fueron a casa temprano, y tú y tu novio estaban solos, en silencio, en el cuartel. 

—L —lo llamaste, a lo que te ignoró, mirando su computadora, aunque no tenía mucho por hacer—. Por favor, mírame.

No hizo caso. Siguió viendo su computadora. No le interesaba lo que tuvieras que decir, incluso si tenías razón y solo te habías reído porque era gracioso y no porque había sido Light quien te lo había dicho, eso no quitaba el hecho de que no le gustaba tener que compartirte, mucho menos pelear a causa de alguien que supuestamente no importaba.

Tú ya habías notado que L odiaba a Light, pero nunca te imaginaste que se sintiera intimidado por él. Por alguna razón no podía ver que él no era tu tipo, más allá de ser un sospechoso en la investigación, claro. Además, llevaban tanto tiempo juntos que prácticamente ya estaban casados, no entendías por qué estaba actuando tan extraño por algo que no tenía sentido.

Conocías a L lo suficiente como para saber que él seguiría con su actitud infantil hasta el final, por lo que tú eras quien tenía que arreglárselas para recordarle cómo te sentías por él, y sabías exactamente cómo. Te levantaste de tu silla y te paraste detrás de él, poniendo tus manos sobre sus hombros, dándole un masaje antes de agacharte para darle un beso en la mejilla, sin dejar lo que estabas haciendo. L hacía lo posible para que no notaras que incluso peleados estaba disfrutando, pero lo conocías y sabías que podías llevarlo más lejos sin que se molestara.

Te apartaste para sentarte sobre su regazo, él evitaba tu mirada porque sabía que tus ojos terminarían por convencerlo de tomarte ahí mismo, pero no te importaba, sabías que podías convencerlo de otras formas. Besaste su rostro, acercándote a la comisura de sus labios, a la que besaste mientras la piel de ambos se ponía de gallina. Besaste sus labios suavemente, con inocencia, al principio, pero poco a poco besándolo con más intensidad para que correspondiera. Pero hoy estaba poniendo más resistencia que normalmente. Por suerte estabas preparada.

Te quitaste la blusa, mostrándole la parte de arriba de la lencería que él mismo te había regalado hacía unos meses, pegando tu cuerpo al suyo mientras continuabas besándolo, moviéndote sobre su miembro lentamente mientras soltabas pequeños suspiros. No había pasado tanto tiempo desde que lo habían hecho por última vez, pero el sexo era tan bueno entre ustedes que se resentía bastante cuando pasaban un día sin hacerlo. Tomaste una de sus manos y la llevaste hasta tus pechos, invitándolo a tocarte, pero nada funcionaba.

Te detuviste de repente, preocupada de que esta vez fuera diferente y realmente estuviera enojado. Eso parecía por la forma en que su cabeza estaba hacia abajo y su respiración se volvía pesada. Apenada, te quitaste de su regazo y te pusiste de pie, conteniendo las lágrimas. Pero antes de que pudieras darte la vuelta, L se levantó de golpe y aventó todas las cosas que había en su escritorio, tomándote de las caderas y empujándote bruscamente contra él, poniéndose sobre ti mientras se quitaba los pantalones.

Te besó rápidamente, desesperado, dejando un camino de besos desde tu mejilla hasta tu vientre antes de retirar tus bragas, aunque no tu falta, y embestirte ferozmente. Claramente él también te había extrañado. Te penetró una y otra vez, escuchando tus gemidos con una sonrisa en el rostro, tomando tu trasero para apretarlo entre sus manos. Sus besos volvieron a bajar hasta tu cuello, donde comenzó a succionarlo suavemente, un poco más fuerte con cada minuto que pasaba, hasta dejar una marca roja sobre él, una que estaba seguro Light y los otros verían al día siguiente.

Antes de terminar, susurró a tu oído que te había extrañado, aferrando sus uñas a tu espalda antes de dar las últimas embestidas, relajando su cuerpo sobre el tuyo antes de levantarse y subir sus pantalones, ayudándote a ponerte de pie. 

Te tomó de la mano y te llevó a su habitación, proponiéndote bañarte con él antes de tomar una siesta por unas horas, antes de que la fuerza especial llegara al edificio y tuviera que reacomodar a Light para que estuviera al otro extremo de donde tú te sentabas. 

One-shot: L y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora