✞ Halloween ✞

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Light y L seguían encadenados, así que cuando Light tenía que salir, o decidía ir a alguna parte, L se veía forzado a acompañarlo, sobre todo después del trabajo. Esa noche Misa daría una fiesta de disfraces en su departamento para festejar Halloween, había obligado a todo el cuartel a asistir, y claro, también había forzado a su novio a disfrazarse, y como Light se había tenido que tomarse la molestia él convenció a L de que también se disfrazara, aunque fuera poniéndose una máscara que tapaba la mitad de su rostro. Eso fue suficiente para acallar las quejas de Misa.

Cuando llegaron ya todo el mundo estaba en la fiesta. Había mucho ruido, música, luces, personas charlando. Era de esperarse, Misa era bastante popular. Decidieron ir a buscarla para que supiera que habían llegado y dejara de llamarlos a sus teléfonos, encontrándose con Matsuda, que estaba disfrazado de Fred, de Scoobie Doo.

—¿Has visto a Misa? —preguntó Light, gritando.

—Sí, creo que estaba con (T/N) en la sala, junto a la televisión.

Fueron a donde Matsuda les había dicho, encontrándote bailando al ritmo de la música con otras dos chicas. Estabas disfrazada de ángel, aunque en realidad solo estabas usando un vestido corto color blanco con botas blancas largas hasta el muslo y unas alas. Te habías maquillado ligeramente y puesto brillos en los párpados y un poco en los labios. Literalmente brillabas, y había otros chicos que te estaban mirando, cautivados por tu belleza y confianza en ti misma. L perdió el aliento. Era como si sus fantasías estuvieran haciéndose realidad. Sabía que estaba atraído hacia ti, pero no sabía qué tanto. Él no entendía cómo podías ser tan hermosa e inteligente a la vez, no creía que una mujer así pudiera ser real.

Se acercaron a ti para saludarte, atrayendo tu atención a lo que les sonreíste de oreja a oreja antes de abrazarlos, no importándote que ambos te miraran sonrojados, impregnándose de tu perfume. Les dijiste dónde estaba Misa y aunque no querían se fueron a buscarla, encontrándola en su habitación con una amiga que estaba probándose su ropa. Misa los saludó y se lanzó a los brazos de Light, besándolo, haciendo que L deseara tener ese tipo de relación contigo. Pero antes de que pudiera deprimirse por sus sentimientos hacia ti, Misa le dijo que Watari había mandado algo para él más temprano ese día. Era una caja de cartón blanco con un pastel entero dentro.

A nadie le extrañó, Watari siempre hacía ese tipo de cosas, ¿o no? Pero cuando lo vio L recordó de repente: era su cumpleaños. Normalmente no le importaba, ni se molestaba en celebrarlo, pero el año pasado, al involucrarse en el caso de Kira y arriesgar su vida por primera vez, se había puesto sentimental y celebrado en privado con Watari. Este año él no había podido acompañarlo porque estaba encadenado a Light y claramente no quería que nadie supiera nada sobre tu vida personal.

Light y L regresaron a la sala donde se las arreglaron para encontrar un asiento en el sofá para que L pudiera comerse su pastel. Todos lo miraron extraño, excepto tú por supuesto, que te enterneciste y decidiste acompañarlos, sentándote junto a L mientras notabas su expresión melancólica. Te quedaste pensando por unos minutos qué podía ser. Nada particularmente nuevo o estresante había sucedido en el trabajo, así que no creías que se tratase del caso. Bien podría tratarse de su vida personal, pero él mismo admitía y demostraba no tener una. Quizá era la fiesta, pero de ser el caso se mostraría molesto y no tan deprimido. Entonces una idea llegó a tu cabeza: era su cumpleaños. ¿Cómo llegaste a esa conclusión? Jamás, en un millón de años, habías visto a L triste mientras comía pastel. El pastel debía de significar algo importante para él, algo que no le permitiera disfrutarlo como normalmente. 

Como Light estaba distraído hablando con otro chico, decidiste animarte a preguntarle a L si tus sospechas eran correctas, pero él no podía escucharte, y solo te hacía señas para que hablaras más fuerte. En su lugar, te acercaste a él, rosando su oreja con tu aliento, estremeciendo su piel. Por alguna razón había presentido que le darías un beso en la mejilla, y al no hacerlo lo habías decepcionado.

—Creo que sé tú secreto —le dijiste. Él hizo una mueca sin saber a qué te referías—. Hoy es un día especial, ¿no es así?

L alzó las cejas, sorprendido de que lo averiguaras. El pastel no tenía ningún mensaje ni indicio de que fuera por su cumpleaños. Pero claro, él sabía que eras muy inteligente. 

—¿Podrías no decirle a nadie? —ahora él fue quien se acercó a ti, disfrutando de cada segundo que tenía de cerca tu aroma a shampoo.

—Tú secreto está salvo conmigo —le sonreíste—. Pero esta no es forma de celebrar, ven conmigo.

Pusiste tu plan diabólico improvisado en marcha. Jalaste a L, y por lo tanto a Light, a la azotea del edificio, donde Light no paraba de preguntar qué demonios estaba pasando, antes de empujarlo hacia el armario del conserje y encerrarlo ahí, con la cadena como lo único que salía. Light comenzó a gritar, a lo que te reíste y le dijiste que necesitabas un momento a solas con L, quitándote un pasador de tu cabello para ayudarlo a liberarse de la cadena por un momento, en lo que Light se quedaba encerrado ahí dentro.

Normalmente L se habría alterado y pensado que Light podría tener algo consigo dentro, algo que demostrara que era Kira. Pero habían estado viviendo encadenados por demasiado tiempo, sabía hasta de qué color eran sus calzones, incluso si había evitado mirar. L estaba seguro de que, al menos por ahora, Light no traía nada consigo.

—Silencio, mucho mejor —dijiste, acercándote al borde del edificio para apreciar la ciudad de mejor manera.

—Sí —concordó L—. (T/N), ¿qué es todo esto? ¿Por qué me trajiste aquí?

—Supuse que no querrías pasar tu cumpleaños de esa forma, así que pensé que aunque sea por unos minutos podríamos hacer algo que tú quieras. 

—Es muy considerado de tu parte —agradeció—. ¿Por qué eres tan especialmente buena conmigo? 

—¿A qué te refieres? —preguntaste.

—Acabas de encerrar un hombre en contra de su voluntad para estar conmigo a solas —se rio—. Estoy bastante seguro de que no harías eso por estar a solas con Matsuda.

—Definitivamente no —también reíste—. Sé que eres incomprendido, Ryuzaki, pero me agradas. Eres el mejor amigo que he tenido.

Algo no sonaba correcto en eso, y él sabía qué. No quería ser tu amigo, quería ser algo más, pero seguía luchando contra sí mismo para no serlo. No quería sufrir tu rechazo.

—Eres la única amiga mujer que he tenido alguna vez —pensó L para sí en voz alta.

—¿Ves? Creo que ambos somos muy especiales para el otro.

—Más de lo que te imaginas —suspiró.

—Bueno, feliz cumpleaños, Ryuzaki.

—Gracias —se sonrojó.

—¿Sería raro si te doy un abrazo? —preguntaste, buscando una excusa para volver a acercarte a él. L pensó un momento.

—No, no lo creo —y aún si lo fuera, no le importaba. Quería sentirte.

Pusiste tus brazos alrededor de su cuello, apoyando tu barbilla sobre su hombro mientras él llevaba sus manos torpemente hacia tu cintura, sonriendo levemente mientras intentaba acercarte aún más. Su abrazo duró más de lo que podía ser considerado normal entre un par de amigos, y ambos lo sabían, pero no les importó. Disfrutaban de su compañía mutua hasta que una brisa fría te hizo separarte de él, abrazándote a ti misma. L clavó su mirada sobre la tuya, pensando en cuánto deseaba usar algo como un suéter para poder dártelo. De pronto la idea de ti usando ropa suya sonó bastante tentadora y rápidamente se transformó en una fantasía.

—Ryuzaki —lo llamaste.

—¿Sí?

—¿Estás bien? Creo que nunca te había visto sonrojarte de esa manera.

—Estoy bien —te dijo, bajando la mirada—. Dejemos salir a Light antes de que se quede afónico. 

—Bien —accediste, pero tan pronto empezaron a caminar te armaste del valor para hacer lo que querías —. Pero antes-

Te acercaste a él y le plantaste un beso en la mejilla, sonriendo mientras te sonrojabas y soltabas una pequeña risita, involuntaria, encantada por la textura suave de su piel.

—Podría enamorarme de ti.

—Yo creo que ya lo hiciste —bromeaste, sin saber que tenías toda la razón.

One-shot: L y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora