✞ La apuesta ✞

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L y tú se conocían desde niños. Ambos llegaron al orfanato al mismo tiempo, y juntos eran un dúo imparable. L era el cerebro de sus travesuras, y tú eras quien ejecutaba el plan a la perfección con tu apariencia inocente y tus ojos tiernos. Siempre podían hacer lo que quisieran, porque eran los más inteligentes.

Conforme pasaron los años, los juegos se convirtieron en casos difíciles por resolver, y aunque a ti no te gustaba el trabajo de detective eras bastante buena para eso, sobre todo para infiltrarte en las partes más oscuras e improbables de internet. Eras experta en romper seguridad, y cuando era necesario eras el aliado más valioso para L. Y claro, pasaban tanto tiempo juntos que inevitablemente algunos sentimientos empezaban a surgir, aunque no los tenían del todo claro.

Ustedes parecían ser los únicos en no darse cuenta de que estaban enamorados el uno del otro. El resto del orfanato se burlaba de ustedes constantemente, cantando canciones sobre ustedes besándose a escondidas o insinuando que solo podían aparearse el uno con el otro porque eran del mismo planeta de niños raros. Como sea, ahora que ambos eran adolescentes, L a punto de convertirse mayor de edad y tú a solo un año de alcanzarlo, las insinuaciones sobre su romance eran más fuertes y molestas que nunca, así que como buenos amigos que eran, rivales y a su vez aliados, decidieron prometerse no enamorarse del otro, apostando todo para hacerlo más interesante. ¿Qué era todo? Pues el dinero que tenían técnicamente no era suyo, tampoco sus cosas. Lo único que era totalmente suyo era su identidad, así si alguno de ustedes se enamoraba del otro, tendrían que confesarse su verdadero nombre, y ser el mayordomo del otro por un año.

Hasta ahora todo había sido un juego de niños, hasta que el orfanato decidió ir de campamento, algo de lo que ni siquiera ustedes se salvaron, después de todo sería una de sus últimas convivencias forzadas antes de que tuvieran que irse de ahí. Como sea, los chicos dormían en una parte del bosque y las chicas en otra, en tiendas grandes que compartían con pequeños grupos. A excepción de L, que como tenía insomnio tenía su propia tienda individual con su laptop en ella. 

Los chicos estaban molestado a las chicas en su parte del campamento. Intentaban espiarlas mientras se desvestían, o jugarles bromas para asustarlas. Nada que llamara la atención de alguien tan serio como L. Pero había otra parte de los chicos que se había quedado en su parte del campamento, y estaba quemando bombones alrededor de una fogata. La noche era tan silenciosa que lo único que L podía escuchar eran las voces de los chicos hablando. Bien podría haber continuado trabajando y tomarlos como ruido de fondo, pero en el momento en que escuchó tu nombre ya no pudo concentrarse. Tenía que saber qué estaban diciendo, sobre todo porque tú eras bastante vengativa cuando te hacían bromas, y no quería terminar cubierto de alguna cosa asquerosa por equivocación.

—No es en serio, es solo un rumor —dijo uno de los chicos, al que reconoció como Duncan. Era amigo tuyo—. No están saliendo, a penas y se voltean a ver.

—¿(T/N) te dijo eso? —preguntó otro muchacho.

—No, pero los he estado observando. Todos saben que L es muy fuerte, tenía que asegurarme de que no estuvieran juntos para que no me diera una golpiza.

—Entonces, ¿la besaste? ¿Qué hizo?

¿Alguien te había besado y no le habías dicho al respecto? Auch. 

—Sonrió —recordó Duncan, sonrojado—. Creo que le gusto.

—¿Pero por qué no le pediste que fuera tu novia?

—Porque estoy esperando a que ambos salgamos de aquí. No quiero que Watari me moleste si intento hacer algo.

L sabía perfectamente de lo que estaba hablando: sexo. Últimamente le parecía que todo mundo quería tener sexo contigo. Él no era ciego, podía ver tus atractivos y cómo otros hombres te miraban, pero pensar en ti de esa manera sin siquiera conocerte era algo que él no podía entender. No eras ese tipo de mujer vulgar. Quizá tenías necesidades de las que no le hablabas, pero él sabía que te tomaría más de un par de citas poder estar con un hombre de esa manera. Además, él sabía perfectamente que no eras como las demás chicas, y no te interesaba tener novio. Estabas lo suficientemente ocupada preparándote para la universidad. 

One-shot: L y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora