El día que tanto habías esperado finalmente había llegado: cumplías la mayoría de edad y finalmente podías irte del orfanato.
No tenías idea de qué harías con tu vida, pero eso resultaba emocionante. Todos tus amigos que habían salido les estaba yendo bastante bien, y no había razón para que contigo fuera diferente. Eras conocida como la segunda más inteligente, después de L, por supuesto. Tú y él eran bastante cercanos, aunque solamente lo veías cuando iba de visita y rara vez te contactaba para pedir tu opinión sobre un caso. De cualquier forma, él te llamaba su única amiga, incluso si ante tus ojos te trataba exactamente igual que al resto de los chicos del orfanato.
Sin embargo, la ocasión ameritaba que comprobaras si era cierto. Tú y tus amigos tenían una tradición: tener su primera borrachera la noche antes de que dejar el orfanato. Como no había nadie que pudiera ayudarte a seguir esa tradición, decidiste dejar la responsabilidad en L, que había llegado al orfanato para hablar con su sucesor justo a tiempo. No le dijiste nada para que no pudiera detenerte, así que en su lugar programaste un mensaje para ser enviado a su computadora en una hora, y así fuera a buscarte.
Probaste por primera vez una de esas bebidas fuertes de las que tanto te había hablado tu mejor amigo, probando un poco de todo para ver qué es lo que más te gustaba. Tomaste un shot de vodka, de tequila, de wiski, de brandi. Al final nada terminaba por gustarte, hasta que tuviste la idea de echar el licor en tu malteada. Gran error. De por sí ya estabas algo borracha, pero como no sentías el alcohol en la bebida se te subió mucho más rápido de lo normal. Por suerte el tiempo se había pasado volando y L ya había visto tu mensaje.
Entró a tu habitación, deteniéndose a admirarla con cierta nostalgia. Ya habías empacado tus cosas, lo que hacía las cosas aún más reales para él, que, aunque ya se había ido del orfanato no se había dado cuenta de cuán tiempo había pasado el tiempo, ni en qué momento habías pasado de ser la niña que lo seguía a todos lados a esta mujer.
Te encontró tambaleándote en la silla de tu escritorio, mientras te reías hacia la nada.
—¿(T/N)? —cerró la puerta tras de sí, suspirando al darse cuenta de que tu mensaje no había sido una broma—, ¿qué crees que estás haciendo?
—Lawli, estás aquí. Pensé que me abandonarías —sonreíste torpemente, intentando ponerte de pie antes de tropezar y ser sostenida por sus brazos.
—Aún puedo hacerlo —te ayudó a sentarte en tu cama—. No puedo creer que en verdad estés borracha.
—Ya soy una adulta, Lawli. Puedo hacer lo que quiera.
—Sí, es cierto. Pero si crees que beber es algo que haces solo por ser adulto entonces me preocupa cómo vas a sobrevivir allá afuera.
—Oye, no me subestimes —inflaste tus mejillas sonrosadas—. Sabes que no soy así, ¿qué tiene de malo divertirse un poco?
—Hay otras formas de divertirse, (T/N).
—¿Contigo? No. Eres demasiado serio, y descartaste el sexo hace mucho —hiciste puchero.
L abrió los ojos, sorprendido. Nunca habías usado ese tipo de lenguaje cerca de él. La sola palabra "sexo" sonaba rara en tus labios.
—Nunca hice tal cosa, estás balbuceando.
—¿Quieres decir que sí lo harías? —sonreíste de lado, coqueta, recostando tu cabeza sobre tu almohada mientras hacías una pose que en tu mente era sensual, pero a penas y te habías movido.
—Deja tus perversiones de lado. Nunca dejaré que vuelvas a beber.
Se dio la vuelta, ciertamente enojado, pero lo hizo para que no vieras en rubor en sus mejillas. Tú no lo sabías, pero él estaba enamorado de ti, y claro, también le atraías físicamente. Si bien sabía que no estabas hablando en serio, la verdad es que estabas empezando a provocarlo un poco.
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One-shot: L y tú
Fiksi PenggemarSituaciones random en las que me gusta poner a L y (T/N) Disfruten~