Tú y L asistían a la misma universidad, e iban en la misma carrera, así que tenían varias clases en común y pasaban mucho tiempo juntos. De alguna manera te las habías arreglado para convencerlo de ser tu amigo, pues no hablaba ni convivía con literalmente nadie además de ti, pero sabías que era una persona interesante y te gustaba su personalidad tan peculiar.
A decir verdad, lo habrías visto como más que un amigo de no ser porque tú ya tenías un novio desde la preparatoria, al que no veías tanto como a L pero que seguías queriendo lo suficiente como para no terminar con él. Sin embargo, el tiempo pasó y de repente ya estabas a un año de graduarte de la universidad, por lo que si había un momento para comenzar a pensar en lo que harías con tu vida era ahora.
Tú querías lo mismo que la mayoría de las chicas. Viajar por el mundo, conseguir un buen trabajo y estar con un hombre maduro e inteligente que pudiera ayudarte a crecer. Pero tu relación con tu novio se sentía estancada, como si hubieras vivido la misma historia una y otra vez, sin que ninguno de los dos creciera o que la relación avanzara más allá del desafío de permanecer juntos después de ir a escuelas diferentes. Además, poco a poco, por más que habías luchado contra ello, L había ganado un lugar especial en tu corazón, y últimamente estabas pensando en confesarle tus sentimientos.
Quizá no habría sido tan difícil terminar una relación tan larga si tu novio no te hubiera pedido matrimonio una tarde cuando fuiste a visitarlo a su departamento. Había decorado la habitación con rosas y contratado a un cuarteto de cuerdas para que tocara cuando entraras. Era un gesto romántico, pero no sentiste nada sino angustia al encontrarlo, y no pudiste hacer más que rechazarlo mientras le confesabas que no te sentías como antes.
Si bien ya habías dejado de sentir algo por él desde hacía un tiempo, estabas en una etapa tan confusa de tu vida que estabas actuando especialmente decaída y distraída, algo que L notó de inmediato, pero no se atrevió a decir nada sino hasta que se dio cuenta de que los días pasaban y seguías actuando de la misma manera.
—¿Qué sucede? —te preguntó de repente, mientras ambos leían un libro en silencio en la cafetería.
—¿Uh? —escuchaste su voz, pero no sabías qué es lo que había dicho—. Lo lamento, no te escuché.
—De eso es de lo que estoy hablando —suspiró—. ¿Acaso ya no disfrutas mi compañía? Has estado terriblemente callada estos días.
—No, claro que la disfruto —te apresurarse a aclarar—. Es solo que tengo mucho en mi mente.
—Claro, la graduación está cerca.
Intentó ser comprensivo, pues él también estaba pensativo. Tenía fuertes sentimientos hacia ti, y no sabía qué hacer al respecto. No podía pedirte que fueras su novia y te quedaras esperando a que regresara de sus investigaciones. Aunque te amaba, no tendría tiempo para dedicarte y sabía que, aunque para él cualquier cantidad de tiempo juntos era suficiente, probablemente tú querrías estar con él tanto como fuera posible, y lamentablemente eso era algo que no te podía dar.
Intentaba evitar el pensamiento a toda costa, de otra forma se deprimía. No podía imaginar un solo día en que no te viera, mucho menos volver a la vida que tenía antes de conocerte. Lástima que no podía dejar su identidad secreta de lado, y que no podía ser lo suficientemente egoísta como para no usar su inteligencia para ayudar al mundo. Ustedes simplemente no estaban destinados a estar juntos.
—No es solo eso —murmuraste, alzando tu mirada hacia la suya—. Ryusaki, terminé con mi novio.
Entre abrió sus labios, sorprendido, con sus mejillas temblorosas luchando contra la necesidad de esbozar una sonrisa.
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One-shot: L y tú
FanfictionSituaciones random en las que me gusta poner a L y (T/N) Disfruten~