"El secreto es no correr detrás de las mariposas... Es cuidar el jardín para que ellas vengan a ti. Al final de cuentas, vas a encontrar, no a quien estabas buscando, sino a quien te estaba buscando a ti."
-Mario Quintana.El rizado se encontraba sentado en la banca, donde los suplentes de la selección argentina descansaban. Había llegado un poco tarde al partido porque su mejor amigo no lo soltaba y le preguntaba constantemente si se vería con alguien, pues lo notaba bastante nervioso. Él le había dicho que no, que solo saldría a caminar un rato y regresaría antes de dormir.
Miraba cómo los jugadores se pasaban el balón; los argentinos tenían el mayor porcentaje de posesión y ganaban uno a cero. Bosnia daba todo de sí, pero los argentinos eran demasiado buenos. Memo solo observaba, buscando al número diez, pero era difícil de encontrar. Decidido, se acercó al técnico de la selección.
-Señor Sabella -llamó al hombre, que lo miró y le sonrió.
-Hola, ¿qué hacés aquí? -le preguntó, pues solo los jugadores de Argentina y algunas otras personas tenían acceso a estar en la banca-. ¿Venís de ayudante, con los paramédicos?-
Extrañado, Ochoa arqueó una ceja y se dio cuenta del pequeño detalle: estaba usando un chaleco parecido al del servicio de los paramédicos del mundial. Pero realmente no venía a ayudar a nadie, solo a cuidar del famoso número diez.
-Disculpe, ¿quién es su jugador número diez? -preguntó cauteloso.
-Lionel Messi -respondió Sabella. Un dolor de cabeza se presentó en el rizado, acompañado de molestia. ¿Realmente iba a ser niñero de ese fresilla albiceleste?-. ¿Por qué?-
Con una sonrisa forzada respondió:
-Por nada, simple curiosidad.-
Soltó un suspiro y se talló el rostro. «¿Por qué le recibí la mochila al señor Armando? Dios, si realmente existes, ilumíname o elimíname.»
Guillermo volvió a sentarse en la banca junto a los jugadores, que estaban super atentos al partido. Todos en el estadio comenzaron a animar aún más de lo que ya estaban, gritando por todos lados el nombre de Messi. Memo puso atención, pues el albiceleste se acercaba con el balón a la portería del equipo de Bosnia. Lionel, decidido y sin titubear, le pegó al balón, anotando un asombroso gol para su equipo.
La multitud argentina maravillada ante la jugada del capitán puso el marcador dos a cero, dándoles más ventaja al equipo albiceleste, pues aún faltaba algo de tiempo para que terminara el partido. El ánimo se desbordó en la multitud, pero de repente, el jugador favorito de los argentinos cayó desmayado frente a sus compañeros.
La tensión se sintió en el estadio, todos comenzaron a preocuparse por Lionel. Augusto Fernández observó a Ochoa con un poco de molestia.
-¿Pero qué hacés? ¡Andá, ve a atender al capitán! -le dijo exaltado, empujándolo.
Echando un suspiro al aire, se levantó y corrió hasta donde se encontraba Messi desmayado.
-Por favor, háganse a un lado. Le quitan el poco oxígeno que necesita -Memo no podía creer lo que iba a hacer: salvar la vida de quien más detestaba, pero era su deber.
Tomó el pulso del jugador albiceleste; estaba muy bajo. Sin pensarlo dos veces, lo cargó y lo sostuvo fuertemente. Se levantó del césped y apresurado se dirigió a la clínica más cercana. Mientras tanto, en el estadio, seguirían con el partido.
El rizado llegó a la clínica y se colocó una bata de doctor; su hora de labor había llegado. Una enfermera lo miró extrañada.
-Usted no trabaja aquí -reprochó la brasileña.

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Latidos De Amor
FanfictionMe convertí en el niñero del número diez de Argentina, sin saber que cambiaría mi vida por completo, convirtiendo en una vida aburrida, en una donde me hiciera sentir en una montaña rusa, llena de emociones. Dejando el odio de lado. Y ahora solo me...