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"Los demonios no duermen, esperan, aguardan en las sombras de la mente humana."
- Stephen King

Agüero se dirige hacia su automóvil negro, abandonando el lugar con paso firme. Llega a una casa impresionante y lujosa, donde se cambia rápidamente a ropa deportiva antes de dirigirse al gimnasio privado de la residencia. Corre en la caminadora, el ritmo de la música en sus audífonos acompaña sus pensamientos tumultuosos. El sudor empieza a impregnar su piel, pero la furia y la confusión por lo ocurrido con su mejor amigo persisten en su mente.

<<"Esto no se va a quedar así, Lionel. Tú me perteneces...">>

Después de su rutina de ejercicio, se dirige a su habitación, una muy peculiar pero lujosa. Es más grande que la que tenía en casa de su mejor amigo. Entra a la ducha y deja que el agua fría se deslice por su piel, haciendo que su enojo disminuya; pero no por completo. Él sale de la ducha con una toalla amarrada a su cintura y las gotas de agua cristalina que se deslizan por su torso descubierto. Se pone una de sus pijamas elegantes pero sofisticadas, pues se ha vuelto de noche y él se quedará en su casa. Baja las escaleras y al pie de estás, un joven de unos veintitantos años, con facciones ligeramente orientales, ojos rasgados y cabello oscuro, saluda a Agüero con una reverencia, mostrando todo su respeto hacia su hermano mayor.

Agüero parece no darle importancia a su medio hermano menor, así que solo pasa a su lado.
—Señor, ¿Qué lo trae por aquí?—

—A caso te importa—le responde de manera grosera.

Su hermano se queda en silencio, sintiendo una punzada de dolor por aquellas palabras. A pesar de saber cómo era realmente su medio hermano mayor, lo quería y lo aceptaba, sin importar qué pasado tuviera o qué cosas hiciera.

—La cena está lista, señor— Esta vez habla una de las mucamas de la casa, quien porta un uniforme un poco aburrido.

La mujer, algo temerosa, camina hacia el comedor, guiándolos para que cada uno tome asiento y puedan disfrutar de aquella deliciosa cena. Cada uno toma asiento y comienza a deleitarse con la comida. Agüero corta su carne con tanta precisión, y mira con sus ojos penetrantes el jugo que sale de la carne cocida.

—Las ventas con el nuevo medicamento van bastante bien...— Dice en un tono serio y una expresión bastante neutral. —Pero aún no han superado las ventas de nuestro contrincante— Señala a su hermano con el cuchillo que tiene en su mano. —¡Nosotros debemos ser los número uno, no ellos!— Da un fuerte golpe en la mesa.

Fue una mala idea para el chico voltear a ver a su hermano, pues el cuchillo ha sido lanzado con tanta fuerza que ha golpeado la esquina de su ceja, abriéndole un poco y dejando ver aquel líquido color rojo carmesí recorrer una parte de su rostro. Sergio no hace alguna expresión, solo lo mira.

—M-me encargaré de ello...— Dice con voz temblorosa. —Verá que con el nuevo medicamento que saldrá, las ventas subirán—

—Espero que tengas razón— La mirada penetrante de Agüero recae en su hermano menor. Está a punto de darle una advertencia cuando su teléfono suena, avisando que alguien lo llama.

Él responde. Se levanta de su asiento y camina hacia la puerta, saliendo del comedor para poder responder cómodamente la llamada. Su hermano se queda en silencio, disfrutando un poco mejor la comida, ya que la presencia de él le incomoda un poco cuando está de mal humor. Cuando Jin, el hermano menor de Agüero, se da cuenta de que su hermano ha tardado, sale del comedor y, sin mirar a nadie, está a punto de ir a otra habitación de la casa. Entonces ve a su hermano bajar de las escaleras con ropa casual, esa ropa que siempre usa para ver a su mejor amigo.

—¿Irás con Messi, señor? —Agüero niega lentamente mientras mira su costoso reloj.

—Iré a otro lugar —su voz es fría, pero ronca. —Algo que no te incumbe saber—

El mayor de los dos sale de la residencia. Con un aura poderosa, camina hacia el garaje donde reposan varios autos caros y de lujo. Está a punto de elegir uno, chasquea su lengua y da una sonrisa malévola. "Creo que después irás con papi, aún no es tiempo."

Palmea el auto lujoso y se aleja para tomar las llaves de un auto más sofisticado. Sube y se dirige al lugar acordado. Al llegar, observa la locación y suelta un suspiro lleno de fastidio.

Su rostro desborda una expresión siniestra, pero al entrar, su expresión cambia a una de inocencia y tristeza. Sus pies lo llevan hasta una mesa donde un hombre de cabello rizado espera a Sergio.

Memo está sentado en una de las mesas del fondo, esperando a que llegue Sergio. Al verlo, le hace una seña, y Agüero se dirige a la mesa, toma asiento y le da una media sonrisa al mexicano, quien se la devuelve.

—Perdona si llegué tarde, estaba arreglando un problema que tuve en el hotel —dice el argentino con una mezcla de agotamiento y mentira en sus palabras.

—No te preocupes. ¿Quieres algo de cenar? —pregunta con tono preocupante el rizado.

—Lo que gustes, para mí está bien —sonríe.

El rizado pide al camarero algunos platillos del menú, y este le dice que en un momento se los trae. Esperan la cena.

—¿Qué pasó entre ustedes dos? Messi está muy callado y tú te ves mal —pregunta Memo, mirándolo con una mirada llena de comprensión.

—Messi se enojó porque dice que le oculto algo, que en el estudio cambié la contraseña de uno de los cajones y que quiero separarte de él. Cuando realmente no es así, en ese cajón solo están los papeles de la casa y ya. Además, yo no te separaría de él. Vos sabes por qué me comporté así, quería mantenerlo a salvo —dice mostrando que está roto, aunque en realidad lo consume el enojo y sus demonios internos lo carcomen.

—Deberías explicarle... —Memo es interrumpido por el argentino.

—Lo intentaría de nuevo, pero él es tan terco que prefiero estar así —echa un suspiro al aire.

—Tienes razón, intentaré hablar con él y te ayudaré a que te perdone —le da una sonrisa reconfortante. Los platillos son servidos en su mesa y el camarero se retira.

El argentino se levanta. —Voy al sanitario a lavarme las manos. Empieza a comer. —Memo asiente con una sonrisa.

—De acuerdo —Guillermo comienza a disfrutar de la cena, pero poco después recibe una llamada de su amigo de la universidad.

Él responde la llamada. —Hola —dice con un tono alegre.

Su amigo a través de la línea telefónica le dice:
—Hola, ¿dónde andas? Que no me respondes la llamada—

—Disculpa, es que salí a cenar —dice con una pequeña risilla entre la disculpa.

—¿Con tu galán? —le dice en tono burlón.

—Vicente, ¡por Dios! —exclama el mexicano a su amigo—No, estoy ayudando a que mi novio y su mejor amigo vuelvan a hablarse.

—Ay, qué caritativo —suelta una carcajada Vicente en la llamada—¿Y cómo se llama tu galán y ese "amigo" según tú?—

—Mi novio se llama Lionel Messi y su amigo se llama Sergio Agüero —dice Memo mientras saborea su vino.

—¿Su mejor amigo está ahora contigo? —dice esta vez con un tono de voz muy serio.

—Uhmmm, no, fue al baño. ¿Por qué? —le responde mientras saborea la carne.

—No vayas a pronunciar ni una sola palabra de lo que voy a decirte, ni te limites a hacer alguna expresión si él ya está frente a ti... —dice haciendo una pausa entre sus palabras, Vicente.





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Nota del Autor:
¡Qué nervio! Yo presiento, que a lo mejor esto se alargue unos cuantos capítulos, porque lo que se viene está fuerte.

Bueno pues nos leemos en el próximo capítulo, baiiii. Le quiero.

-Luuu<3333

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