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"Y si se que no soy nada,
Es por que estoy en tu mirada,
Tu me haces existir".

-Carla Morrison.

La mañana había empezado y un Omega de cabellos rizados se mantuvo despierto durante toda la noche, cuidando de que Sergio Agüero, no entrará a la habitación en donde el Alfa descansaba. A decir verdad no se sentía cansado pues, todas aquellas veces que le tocaba su turno en las noches hacían que aquel desvelo fuera menos devastador.

El Omega se arregló e intento verse, fresco como una lechuga, para que así ni Andrés o los argentinos se dieran cuenta de aquel tremendo desveló que se había puesto, solo por su capricho de querer mantener lejos a Kun de Messi. Ya bañado y cambiado con un excelente atuendo muy casual pero elegante, con tonalidades neutras se sienta en el comedor y toma un delicioso té de manzanilla.

Son apenas las ocho de la mañana, Messi y su amigo aún descansan placenteramente. El timbre resuena por la casa, Memo deja su tasa en la mesa, para así se levantarse y encaminarse hacia la puerta. La abre.

-Hermano, que gusto-sonríe ampliamente el rizado.

-Hermanito. ¿Cómo has estado, canijo?-Andres lo envuelve en sus brazos y ambos se dan un agradable abrazo.

Messi pasa a el comedor, pero sé percata de que el rizado está acompañado de alguien más, la curiosidad lo invade y mira de quién se trata. Es un hombre de su estatura, cabello negro y muy bien peinado, y se viste algo casual no como si amigo, pero tiene buen estilo. Corre hacia la sala al mirar que los dos hombres están por pasar a él comedor.

»A ese hombre lo conozco«se dijo a sus adentros el argentino.

El rizado y su amigo se dirigen a su oficina, cerrando la puerta con seguro, toman asiento y se miran.

-¿Dormiste mal?-cuestiona su amigo.

-Pues... Algo así-prepara unos cafés para los dos.

-¿Porque, algún argentino te quita el sueño?-se burla Andrés y Memo suelta una sonrisa.

-No es así, solo...-su amigo lo interrumpe.

-¡Por Dios!, Si tú y yo sabemos que lo amas, pero simplemente no quieres aceptar esto-Ochoa le entrega su café a Andrés. -Gracias-

Asiente. -Sabes que no es muy conveniente que yo acepte que lo quiero, estoy comprometido-suelta un suspiro.

-Sí, con alguien a quien no amas-bebe de su café.

-Yo si amo a Saúl, el es un hombre increíble, yo realmente lo amo, Andrés-menea su tasa de café.

-Lo amas, o lo amaste en tiempos pasado, cuando estuviste en el mundial de Brasil todo cambio, cada que nos veíamos me hablabas de tu trabajo como niñero, entiende que estás dejando de amarlo-le toma la mano a su mejor amigo.

-Es que yo...-muerde su labio y hace una pausa. -Si lo quiero, pero no intentaré algo con él, no romperé la promesa que le dije a mi padre-

-Sabes que entre más lo ocultes, te vas a encerrar en aquella prisión de emociones-lo mira sonriente.

-Eso lo sé, pero solo que...-

Lo interrumpe nuevamente. -Pues has lo que creas más conveniente, pero recuerda que estás a tiempo de confesarle a Messi lo que sientes y dejar a Saúl aun lado para no lastimarlo. Solo sigue tus sentimientos y obtendrás la respuesta-

-Gracias, yo pensaré que hacer-acomoda sus rizos, y suspira está confundido, demasiado.

Los amigos siguen platicando de demasiados temas, olvidando por completo el mundo exterior, solo disfrutando la plática que tienen entre ellos. Pasaron aproximadamente tres horas que estuvieron dentro de aquella oficina.

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