Tras contarle el motivo de querer escapar a Mai, Kenji se fue a su habitación, acto que la gata imitó.
Mientras subía por el gran y transparente ascensor, Mai comenzó a meditar sobre la trágica historia de Kenji. Era un gato que fue maltratado por los humanos, precisamente el único que debía querer quedarse en aquel misterioso pero acogedor lugar. Sin embargo, no era así.
¿Era realmente posible encariñarse con una persona desconocida en tan poco tiempo? Ella había experimentado algo parecido, pero era muy difícil sobrevivir en aquellos oscuros callejones, mientras que en este mundo podía disfrutar de una mejor vida. Por eso no le encontraba mucho sentido a las palabras de Kenji.
El ascensor emitió un suave pitido y abrió sus puertas. La gata se encaminó hacia su habitación y abrió la puerta usando el detector de pata.
Se tumbó en la cama y siguió pensando sobre las palabras del gato con ojos color esmeralda.
Se sentía mal por él y quería ayudarlo como fuera, ya que, aunque lo había conocido hace una hora, Mai quería que no le pasara nada malo. Ya había pasado por suficiente y merecía una vida feliz.
Pero, ¿esa vida feliz debía ser en esa pradera inmensa y ese gran edificio o en el mundo que siempre había conocido, conviviendo con los humanos que le harían daño de nuevo? Definitivamente, lo mejor para Kenji era quedarse donde estaba, un mundo pacífico y tranquilo donde no saldría herido.
Entonces, ¿por qué quería escapar? Mai no lo veía muy claro, pero sabía que tal vez en el fondo de su corazón tenía esperanzas de que ese humano fuera bueno con él.
Y sobre Kenji... Sus palabras sonaban algo frías y serias, pero a la gata le parecía algo razonable que podría haber sido causado por los maltratos que había recibido. Parecía que era bastante inteligente e ingenioso y que le gustaba estar solo.
Otra cosa tal vez no, pero Mai era muy observadora y se fijaba en detalles que muchos otros gatos pasarían por alto.
Se había fijado en la pequeña cicatriz de Kenji que fue causada por un roce fuerte contra el suelo. Se había fijado en sus ojos, en su mirada fría y desanimada. Se había fijado en su pelaje, el cual estaba ausente en diminutos lugares de su lomo en los que tenía cicatrices, las cuales la gatita supuso que fueron causadas también por humanos.
Lentamente, fue cerrando los ojos hasta que se quedó dormida profundamente encima del blando y cómodo colchón.
El sonido de una multitud de gatos ajetreados bajando ruidosamente por las escaleras la despertó a la mañana siguiente. Decidió ir a conocer un poco más sobre el edificio gatuno, así que salió por la puerta de su habitación.
El ascensor estaba lleno de mininos ansiosos por bajar y subir a diferentes plantas.
Tras hacer una larga fila, por fin llegó su turno de usar el ascensor. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no notó la presencia de alguien más.
—¡Hola! ¿Cómo te llamas? —preguntó una gata de pelaje naranja y mucha energía.
—Yo...Eh...Mai —contestó la gata algo sorprendida por el saludo repentino—. ¿Y tú?
—Yo soy Zaira. Eres nueva, ¿verdad?
—Sí, llegué ayer —respondió Mai.
—Yo llevo mucho tiempo aquí, así que soy experta —alardeó Zaira—. ¿Sabes qué? Te voy a llevar conmigo al curso de cocina de hoy. ¡Seguro que te gusta!
—¿Curso de cocina?
—Sí, cada día hacen talleres sobre temas específicos. Por ejemplo, el de ayer fue de papiroflexia—explicó emocionada.
—Bueno, supongo que no estará tan mal.
—Confía en mí, te lo pasarás genial.
Aquella gata tenía gran habilidad para socializar. Había animado a Mai a ir con ella, una desconocida que se había encontrado en el ascensor, a un curso de cocina del que no sabía absolutamente nada. Sin embargo, Mai no se había sentido incómoda en ningún momento. Zaira transmitía buenas vibras.
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El Mundo Perdido de los Gatos [BORRADOR]
ФэнтезиUna solitaria gata callejera, tras hacer migas con una humana, llega a un sitio muy extraño donde recibe el nombre de Mai. El Mundo Perdido de los Gatos es un lugar ideal donde cualquiera querría vivir para siempre. Sin embargo, hay algo que no le c...