Capítulo 18

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Kenji no se inmutó, pero eso no le pareció extraño a Mai, que le observaba desde la distancia.

—Lo siento, pero no me sé los números de los gatos. ¿Podrías decirme los nombres de los que buscas? —contestó de manera educada para no levantar sospechas.

El robot se paró a recalcular pestañeando varias veces hasta dar con la respuesta.

—Según mi base de datos son Zaira y Neit. Busco a Zaira y a Neit.

—¿Y qué te hace pensar que están aquí? Yo no tengo mucha relación con ellas —dijo para ganar tiempo mientras buscaba algo con la mirada.

—Tras buscarlas en sus respectivas habitaciones sin éxito, he decidido revisar las de los gatos que alguna vez han querido escapar.

—¿Yo? No te preocupes, eso ya es agua pasada. No pienso irme de aquí. Y en cuanto a las dos gatas, no sabría decirte donde están.

Kenji se fue arrimando poco a poco a una estantería cercana y sin que el robot se diera cuenta, tomó un portátil y un cable escondidos detrás de un montón de libros.

—Lo siento, pero mis instrucciones indican que no me debo fiar de sus palabras. Tengo que pasar a revisar la sala.

En ese momento, el pulso de las tres gatas que estaban escondidas se aceleró. Zaira sabía que lo mejor era tratar de hacer el menor ruido posible. Neit tenía miedo de salir, pero no quería que se llevaran a Zaira. Mai, por su parte, no quería la muerte de nadie. Sin embargo, Kenji tenía en la mente desde hacía un buen rato lo que quería hacer.

En cuanto el robot dio un paso, Kenji le conectó el cable que había cogido y lo enchufó al ordenador portátil. En unos segundos, logró apagarlo.

—Ya podéis salir.

Zaira, que había empujado un poco la puerta del armario, intercambió una mirada con Mai, que se disponía a salir de su escondite con un poco de confusión. Neit las siguió hasta la sala de estar, donde Kenji pulsaba teclas del ordenador a la velocidad de la luz.

—¿Cómo lo has hecho? —preguntó Mai observando al robot completamente quieto.

—Supongo que leerme todos los libros de la biblioteca ha dado resultado... —dijo con orgullo.

—¿Y de dónde has sacado ese artilugio? —cuestionó Zaira.

—No me vais a creer, pero un día fui a tomar un libro de programación de la biblioteca y al lado me encontré con esto. Estaba un poco escondido, pero me lo llevé a la habitación y de manera silenciosa he ido aprendiendo a programar cosas... —explicó Kenji sin desviar la mirada de la pantalla.

Las gatas se quedaron boquiabiertas y se hizo el silencio por unos minutos mientras le observaban escribir con concentración.

—Si ya lo has apagado, ¿qué estás haciendo? —preguntó Mai.

—Lo estoy modificando para que nos haga caso a nosotros. No sé si saldrá bien, pero hay que intentarlo. Sería de gran ayuda.

—No sabía que existía este robot... —declaró Zaira—. No estoy segura de saber tanto como pensáis de su maquiavélico plan.

—No te preocupes, yo soy la más perdida aquí, no sabía ni que había una biblioteca —bromeó Mai.

—Irás acostumbrándote. Si queréis escapar tendremos que conocer bien el edificio —dijo Neit, atenta a la pantalla del ordenador aunque realmente no comprendiera nada.

Kenji pulso finalmente el clic izquierdo del portátil y se separó para mirar al robot con esperanza.

—Buenas noches, soy Zlatko. ¿En qué puedo ayudarles? —preguntó amablemente con una sonrisa.

—Ya no está tan amargado —comentó Zaira entre risas.

—Bueno, le he cambiado algunas cosas para que no dé mal rollo. A mí me da igual, pero era por si a vosotras os asustaba.

—Muchas gracias Kenji. Menos mal que estás aquí, si no ya estaríamos todas muertas... —dijo Mai.

—No es nada —contestó sonriendo levemente, algo que creían que no era muy común en él.

—Morirnos nos vamos a morir si no dormimos pronto. ¿Pretendéis elaborar un plan complicadísimo con sueño? Ya os digo yo que no. Venga, a descansar —ordenó Neit.

Los gatos decidieron dormir en la habitación de Kenji por seguridad. Como las habitaciones de aquel lugar eran tan grandes, había varias salas, así que descansaron con total comodidad.










El Mundo Perdido de los Gatos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora