Capítulo 16

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Dio un par de vueltas en su silla y organizó una serie de documentos sobre su mesa.

Había llegado el momento que llevaba esperando tanto tiempo. En unos minutos, tendría en sus manos la fórmula letal contra todos los humanos y podría llevar a cabo su plan definitivo.

Abrió un cajón algo escondido para ver una fotografía colorida que le traía recuerdos agridulces. Su mente comenzó a llenarse de ira y tristeza a partes iguales, pero fue interrumpida por la apertura de una puerta al fondo de la sala.

—Aquí está, señor —dijo una gata de pelaje blanco que sostenía un matraz con una solución incolora—. Bueno, esto es solo una muestra. En el laboratorio cuento con mucha más cantidad.

El director se levantó de la silla con emoción. Sus ojos brillaban expectantes fijos en aquel recipiente que pronto la gata le acercó.

—Por fin... Por fin podremos tomar venganza... —alzó el matraz observándolo con curiosidad—. ¿De qué está hecho?

—Es cianuro... —contestó la gata tímida recolocándose unas gafas redondas—. Lo encontré en uno de los libros de la biblioteca. Pensé que sería una brillante idea, pero luego me di cuenta de que no era fácil conseguirlo... Y menos para nosotros, los gatos. Pero eso no me detuvo, así que después de mucho, mucho tiempo y haciendo experimentos con ciertos alimentos he conseguido extraer una gran cantidad.

—Te felicito, Atenea. Siempre supe que eras una gata muy inteligente —sonrió levemente, sin quitar la mirada del matraz. Realmente no le importaban los logros personales de esa ingenua gata, solo la usaba para conseguir sus objetivos.

Ella no estaba muy segura de si debía indagar, pero se dispuso a preguntar.

—Señor... ¿Cuándo será el día del plan final?

—No te preocupes. No falta mucho, pero hay que revisar que todo esté correctamente y eliminar a los gatos que no vayan a cumplir su misión como es debido... Como Zaira... ¡Esa mocosa! Ya deberían haberla traído. ¿Dónde están esos guardias? —exclamó dando un fuerte golpe en su mesa—. ¡Atenea! —la gata se aterrorizó por un momento—. Mira ahora mismo las cámaras de seguridad.

La gata corrió sin dudarlo ni un segundo y entró en la sala blanca llena de artilugios científicos y monitores. Pulsó una serie de botones lo más rápido que pudo y alzó la cabeza para observar una imagen en blanco y negro de dos gatos con pesadas armaduras tendidos en el suelo.

—¡Señor, los guardias están inconscientes!

El director, con una expresión de sorpresa, no tardó en encontrar una alternativa.

—Atenea, trae a Zlatko.

Tras mencionar ese nombre, un gran estruendo de engranajes se hizo presente en la sala. Un gato robot cruzó la puerta del laboratorio y se plantó delante del escritorio del director, clavando sus ojos de cristal en los suyos.

—Tráeme a 3783. La quiero aquí en menos de un día —ordenó él con firmeza.

El robot se dirigió hacia la gran puerta de salida, pero el director dejó la rabia atrás y recordó su objetivo principal.

—Si 2213 está con ella, tráemela también. Ya sabes, cualquier gato que veas con intenciones de escapar o a favor de los humanos.

El gato, que había girado la cabeza de manera mecánica para atenderle, continuó su rumbo y salió de la sala.

El Mundo Perdido de los Gatos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora