Un gato se paró enfrente de la puerta del restaurante.
—Hola, pequeñín. ¿Tienes hambre? Toma, esto es para ti —dijo el chef mientras le ofrecía un poco de atún.
El gato se lo comió en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Quieres más? —preguntó mientras observaba los ojos del minino—. Toma. ¡Vuelve cuando quieras! —exclamó al ver que el gato se alejaba con el pescado en la boca.
El trayecto hacia su hogar no era nada fácil. No se debía al terreno, sino a las personas. La mayoría de humanos le evitaban debido a su pelaje negro, ya que pensaban que traía mala suerte. Pero eso no era todo, otras personas llegaban a insultarle e incluso a hacerle daño.
—¡Ah! ¡Un gato negro! —exclamó una joven señalándolo.
—¡Fuera de la puerta de mi peluquería! —gritó un hombre muy enfadado—. ¡Y no vuelvas jamás! ¡No quiero que animales callejeros sucios manchen este lugar!
Ese par de gritos no eran nada para el gato. Así era su día a día.
Al fin llegó a su hogar, que no era más que una caja de cartón. Sus padres le esperaban allí. El gato les entregó la comida y todos comieron un trozo, para después dormir acurrucados resguardándose del frío.
Al día siguiente, el minino se fue para buscar comida de nuevo. Se dirigió hacia el restaurante del día anterior.
—¡Hombre! ¡Pero si eres tú! —exclamó el chef sorprendido—. No sabía que los gatos eran tan inteligentes. No pensé que volvería a verte, pero si vienes todos los días al final te voy a coger cariño —bromeó entre risas—. Te voy a dar más comida. ¿Sabes? No sé mucho sobre animales, pero ayer te vi llevarte la comida a otro lugar en lugar de comértela aquí, así que supongo que tal vez tienes una familia que alimentar. Por eso es por lo que hoy te voy a dar un poco más que ayer.
El gato agarró suavemente el trozo de pescado y, al momento de irse, escuchó una voz a sus espaldas.
—¡Maldito gato! ¡Fuera de aquí! —gritó un hombre pegando una fuerte patada al gato, quién salió herido de aquella situación—. ¡Deja de molestar, idiota!
—¿Quién te crees que eres? —dijo el cocinero—. ¡El pobre gato no te ha hecho nada! ¡Déjale en paz!
Le habían hecho daño, causándole una herida en la mejilla derecha que probablemente se convertiría en una cicatriz que le acompañaría durante toda su corta vida. Sin embargo el gato no se sentía tan mal. Siempre había desconfiado de los humanos, pero este en concreto parecía diferente, más amigable que el resto. Cuando estaba con él le invadía una sensación nueva, una buena, se sentía más protegido y seguro que antes.
—¡Es un gato negro! ¡Da mala suerte! —exclamó el hombre.
—¡Nada da mala suerte! ¡Eso es una estupidez que os habéis inventado! ¡Además, eso no te da derecho a herir al pobre animal! —replicó el chef—. ¡Vete de aquí, yo sí que no quiero verte más!
El hombre se fue mascullando palabras que el minino no llegaba a comprender.
Como todas las noches, el gato comió la comida del día junto a sus padres, pero cuando fueron a dormir ya no era igual que las demás veces. Comenzaron a escuchar extraños sonidos y un rato después los tres se desmayaron. Al despertar, estaban tumbados en una pradera.
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El Mundo Perdido de los Gatos [BORRADOR]
FantasyUna solitaria gata callejera, tras hacer migas con una humana, llega a un sitio muy extraño donde recibe el nombre de Mai. El Mundo Perdido de los Gatos es un lugar ideal donde cualquiera querría vivir para siempre. Sin embargo, hay algo que no le c...