—¿Dónde está Zaira? —preguntó Mai a Kenji.
El gato movió la cabeza hacia los lados fijando la mirada con concentración. Después de unos segundos, volvió la cabeza hacia Mai.
—¿Y esa cara? —cuestionó él al verla preocupada.
—¿Qué pasa? Es mi cara normal.
La música sonaba a todo volumen, pero los pensamientos que inundaban sus cabezas hacían todavía más ruido.
—No te preocupes, en cuanto llegue Zaira conseguiremos que nos diga cómo salir de aquí. Tranquilízate.
—Que bien se te da consolar —dijo Mai con ironía.
—Nunca se me ha dado bien eso de las emociones.
La sombra de una gata escabulléndose entre la multitud destacó entre todas las demás.
—¡Ahí está! ¡Corre, que se escapa! —exclamó Mai.
Al escuchar eso, la sombra les devolvió la mirada, de la que relucían destellos dorados.
—Sin duda, es ella —contestó Kenji comenzando a correr tras Zaira.
Los tres gatos subieron corriendo por las escaleras. Sin embargo, Mai y Kenji no paraban de chocarse con todos los gatos que encontraban por el camino. De este modo, Zaira cogió ventaja en la carrera y se dirigió al ascensor. Ya dentro, pulsó frenéticamente un botón y la puerta se cerró justo en el instante en el que Mai y Kenji llegaron.
—No me lo creo —dijo ella respirando con dificultad por la carrera.
—¿Qué le pasa? —preguntó Kenji mirando a Zaira mientras el ascensor subía.
Mai alzó también la mirada. Zaira tenía la cara llena de lágrimas y les miraba con una expresión aterrorizada.
De repente, Mai recapacitó y se dio cuenta de que Zaira también era su amiga, a pesar de lo que hubiera hecho.
—Tenemos que ir a su habitación.
Los dos gatos subieron al ascensor dejando atrás todo el bullicio de la fiesta.
A Mai repentinamente se le había hecho un nudo en la garganta y miraba hacia el frente sumida en sus pensamientos.—Tranquila —susurró Kenji.
Mai no sabía cómo él lo hacía, pero nunca estaba nervioso.
El ascensor emitió un pitido y abrió sus puertas en la planta cuatro, a la que los gatos salieron rápidamente.
—¿Cuál era el número de Zaira? Creo que empezaba por 3, por eso le he dado al botón de esta planta... —declaró Mai.
—¿No te acuerdas?
Tendrían alrededor de mil habitaciones para registrar si la gata no se acordaba, así que usó todas sus fuerzas para hacerlo.
—37... 3783.
Se dirigieron a esa habitación y llamaron a la puerta.
No hubo respuesta.
Llamaron de nuevo.
No hubo respuesta.
—Espera —dijo Mai—. ¿Y si no está aquí?
—Puede que esté en el despacho del director... Pero es muy arriesgado acercarnos.
—El que no arriesga, no gana.
Los gatos subieron de nuevo al ascensor para ir a la última planta. El edificio era tan inmenso que el trayecto era algo largo. El silencio se hizo un poco incómodo, pero ninguno de los dos lo rompió.
El ascensor volvió a pitar y a abrir sus puertas. Ya fuera del ascensor, Mai decidió mirar hacia abajo apoyada en la barandilla.
—Esto está súper alto... Qué miedo. Además, esta planta está desierta, solo está esa puerta gigante.
Los gatos se acercaron silenciosamente a la gran puerta de madera con elementos de oro y apoyaron la cabeza para tratar de escuchar.
—¡Te odio!
Mai abrió los ojos como platos.
—¿Esa es Zaira? —musitó.
—Eso parece. Es su voz.
Siguieron escuchando la conversación.
—¿Por qué me haces esto? —preguntó histérica.
—Alguien tenía que matar a esa rata.
—¿Qué has dicho? —gritó furiosa.
—Es broma, es broma. Sólo era una prueba para ver si eras de confiar.
—¿Eso quiere decir...?
—Que no está muerta. Sólo se ha desmayado un ratito —reveló.
—¡Eres un monstruo! —vociferó con voz quebrada de tanto llorar.
Mai y Kenji escucharon los pasos enfadados de Zaira acercarse a la puerta. Kenji agarró a Mai de la pata y la llevo con él a una esquina. Desde allí, vieron como Zaira se dirigía corriendo al ascensor.
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El Mundo Perdido de los Gatos [BORRADOR]
FantasyUna solitaria gata callejera, tras hacer migas con una humana, llega a un sitio muy extraño donde recibe el nombre de Mai. El Mundo Perdido de los Gatos es un lugar ideal donde cualquiera querría vivir para siempre. Sin embargo, hay algo que no le c...