Capítulo 24

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—Atenea... No me esperaba eso de ti... Has estado por delante de mí todo este tiempo, ¿eh? Siempre supe que eras muy inteligente...

El gato continuó balbuceando palabras hasta que cerró los ojos de manera permanente.

—Por fin. Llevo tanto tiempo esperando esto...

Kenji, Mai, Zaira y Neit estaban demasiado abrumados como para reaccionar.

—Lo siento, tal vez ha sido muy repentino. Venid conmigo, sé cómo salir de aquí.

Los cuatro gatos siguieron a la científica hacia su laboratorio, donde pulsó unos botones en un panel para desbloquear un pasadizo secreto. El oscuro y tenebroso pasillo les llevó hacia un ascensor bastante más pequeño al que estaban acostumbrados.

—Ya sé que es un poco estrecho, pero nadie suele venir por aquí —explicó ella, algo seria.

Los gatos subieron junto con Atenea. Era un poco incómodo por la falta de espacio, pero no pensaron mucho en eso.

—Soy miserable —dijo la gata riendo para no llorar—. Pero por fin voy a salir de este asqueroso y traumático lugar. Cuando sabes la verdad ya no es divertido. Él solo me utilizaba, así que estoy feliz de que ya no esté aquí. Sin embargo, ya siento que todo se ha desmoronado. Mi mejor creación, un alma fallecida devuelta a la vida en un cuerpo robótico, se ha autodestruido... Da igual, ni siquiera me escuchéis. Perdón, soy estúpida.

Los gatos escuchaban, pero no estaban seguros de como contestar, pues muchos de sus sentimientos se identificaban con esas palabras de alguna u otra manera.

El ascensor, tras un largo y pesado viaje, llegó al fin a la planta baja.

Sin embargo, era una sala que ninguno de los gatos, excepto Atenea, había visto antes.

—Esta es la sala roja —comentó la gata mientras Zaira se acordaba de haber escuchado sobre ella en palabras del director.

Al fondo de la habitación, destacaba un inmenso destello rojo, que cegaba la vista de los gatos.

—Ese es el portal. Por allí podremos escapar —informó Atenea, acercándose a una pantalla cercana al orbe de luz.

Los gatos estaban impacientes por conseguir su objetivo final y esperaban con ansias una indicación de Atenea. Sin embargo, lo que escucharon no era para nada lo que esperaban.

La científica se apartó de la pantalla y se giró para mirar a los gatos cara a cara.

—Tengo malas noticias —dijo ella, asustandoles—. Falta energía.

—¿Eso qué quiere decir? —preguntó Mai, agarrándose a la poca esperanza que le quedaba.

—Para que este portal funcione, necesita energía. El director se estaba guardando toda para el plan final, pero nunca me dijo dónde —explicó cabizbaja—. Solamente queda energía para que salgan dos gatos.

Ellos, sorprendidos, se miraron unos a otros sin saber qué hacer.

—Zaira. Tienes que salir tú —dijo Neit.

—¿Qué? Pero no te voy a dejar sola...

—Es lo que hay... Tú siempre eres optimista, ¿verdad? Pues pronto encontraremos una manera de volvernos a ver. Además, para que no te olvides de mí, toma este collar. Te dará buena suerte. Solo asegúrate de no hacer ninguna travesura y mantente sana y salva, por lo menos hasta que nos reunamos de nuevo —pidió ella con una cálida sonrisa.

En ese momento, Zaira abrazó a Neit con todas las fuerzas que pudo.

En el otro lado, Kenji y Mai permanecían en silencio, decidiendo en sus cabezas quien debía irse.

—Kenji, vete tú.

—¿Por qué?

—Tú tienes mucho más por hacer ahí fuera que yo. De todas maneras, espero que pronto nos volvamos a ver —dijo Mai, acercándole al portal.

—Creo que nunca te lo he dicho, pero gracias. Gracias por lo que has hecho. Sin tu llegada no hubiera pasado nada de esto.

Mai contestó con una expresión de gratitud.

—Tienes que volver pronto. Hay cosas que todavía no te he dicho... —confesó Kenji clavando su mirada esmeralda en Mai.

Tras las emotivas despedidas, Kenji y Zaira cruzaron el portal. El ambiente que allí se daba ya no era de esperanza ni alegría, sino de tristeza por una separación de la conexión más grande que habían tenido nunca. Pero, ¿estarían separados para siempre o encontrarían la manera de reencontrarse?


El Mundo Perdido de los Gatos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora