EPÍLOGO

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Realmente, no sé cuántos días estuve inconsciente en el hospital, mi tiempo se había acabado. La vida que había vivido, desde el momento en el que Taehyung se interpuso entre ella y la muerte fue tan fugaz y dolorosa, fue solo una fantasía y estaba contada porque ese día, no era Taehyung quien debería de morir.

Flashback: Lo que realmente sucedió.

- Jungkookie, mira podría alcanzar el cielo y ver a mi hermana desde aquí.

- Puedes hacerlo mi pequeño Teté, pero necesitaríamos muchas ruedas de la fortuna para llegar. Mira, si te levantas y te afirmas en la orilla, se ve más hermoso.

- Jungkookie ten cuidado, te podrías caer.

- Estoy bien, Teté. Yo ya soy gran... – Un movimiento brusco se sintió, Jungkook se tambaleo y Taehyung tuvo que pararse para hacerlo retroceder haciéndolo caer contra el piso, pero otro movimiento se produjo y el pequeño Taehyung, quien quedo de pie sujetando la camiseta del azabache desde atrás, perdió el equilibrio, y por inercia salió expulsado.

- ¡TETÉ! – Jungkook, vio horrorizado como su pequeño amigo chocó contra el césped duro, mientras un charco de sangre comenzó a brotar de su pequeño cuerpo. Eran solo niños, niños para sufrir de esa manera.

Había sido su culpa, ese día la muerte había ido a por él, pero Taehyung se interpuso entre ellos y Jungkook no hizo mas que lamentar su muerte por largos años en los que lo mantuvo vivo en sus recuerdos, en su día a día, en su completa locura.

Durante los años, todo el mundo hablaba de que ese lugar estaba maldito, de que el alma del pequeño que falleció ese día no dejó de rondar ese lugar hasta hacer funcionar todas las atracciones cada 26 de enero, con excepción de la rueda de fortuna. Lo que la gente no sabía, era que siempre fue Jungkook quien solía asistir cada año sin falta a ese lugar. Con Taehyung, de mil maneras ficticias, siendo su amigo, su novio, su hermano, su secretario, su jefe o el chico de ojos azules y rubio cabello. Siempre había algo distinto.

- ¿Cómo te sientes, Jungkook? – El azabache giró su rostro cuando sintió una voz familiar, encontrándose con un hombre anciano, desarreglado, con ojeras en sus ojos y un joven de aspecto felino acompañándolo, Min Yoongi.

- Señor Hoseok. - ¿En dónde había quedado el hombre poderoso e imponente de días atrás? Nunca existió.

- Tienes que dejarlo ir, Jungkook. No podemos seguir así, él... él ya no esta con nosotros. – Cada palabra pronunciada por aquel señor, se sentía tan sufrida, tan ahogada y desgastada.

- No, no puedo. – Las lagrimas nuevamente comenzaron a brotar en sus ojos, minutos atrás el doctor había informado a su familia que tenían que despedirse, que el cuerpo de Jungkook, ya no resistiría más. – Él está aquí, se lo suplico, déjame quedarme a su lado por un segundo eterno. Solo por esta vez, quiero ser egoísta, quiero... quiero permanecer a su lado y mantenerlo con vida.

- El señor Hoseok tiene razón hijo, ya fueron muchos años. Años, en los que solo vi cómo te destruías. Ya... ya basta Jungkook, ya no puedo más. Basta, basta por favor.

La señora Jeon, lloraba y suplicaba con un dolor pesado en su pecho. Estaba cansada, su hijo se estaba muriendo y aun así permanecía enfermo en su locura. Confundiendo a Jin y a Bogum como sus mejores amigos cuando solo era enfermeros de un centro psiquiátrico. El supuesto director de la escuela, era el doctor que atendía su estado mental y por eso se llevaba tan mal con Taehyung, porque él quería destruir esa alucinación y Jungkook inconscientemente justificaba miles de maneras para mantenerla viva. Lo único que Jungkook conoció en su vida, fue el hospital psiquiátrico al que denominó su casa, con sus rosas y sus pinturas, el parque de diversiones, el cementerio y la mansión del viejo y solitario Kim Hoseok, en donde pasaba todas las tardes.

- ¿Me perdonarías después de dejarte? – Jungkook ya no escuchaba a su madre, al señor Hoseok. Ni siquiera al joven aprendiz de este último. Jungkook, estaba hablando con él. Con su Taehyung. – Créeme no quisiera hacerlo, pero el destino es cruel conmigo. Ellos y la muerte son crueles conmigo, quieren que te asesine por segunda vez, no puedo. No lo haré, tu tienes que permanecer con vida, mi pequeño ángel.

- Sigo vivo por ti, Jungkook. Tu eres quien me mantiene vivo y entre mas te esfuerces por retenerme, mas doloroso será.

- ¿Sufrirás si te dejo partir?

- No. – La voz del rubio, se escuchaba suave, como si tratase de comprender su dolor. – Mi cuerpo yace sin vida en el cementerio de mi familia, al lado de mis padres y mi hermana. Ya no siento dolor Jungkook. Solo hazlo, déjame partir, yo... he deseado estar al lado de mi familia por todos estos largos años, ellos... ellos me extrañan.

- Yo, yo te amo, Taehyung. No quiero, no quiero perderte.

- Mira, son las 11:58 p.m, tu horario de muerte se acerca. Cuando caiga la última gota de arena y el reloj marque las 12.00 a.m, todo habrá acabado. Y cuando eso ocurra, prometo tomar tu mano y acompañarte el resto de la eternidad, pero no lo haré si no dejas ir el pasado, la culpa y mi presencia del mundo terrenal, porque así... serás tú solo quien descanse en paz y yo... yo me quedare vivo en tu recuerdo, en este mundo. Condenado a la mortalidad y a ser un alma en pena. Tú puedes hacerlo Jungkook, déjame ir. Prometo, prometo que no te soltaré.

Sus manos se en lanzaron y Jungkook pudo sentir calidez en ellas, por primera vez. ¿Será porque ya estaba muriéndose? Con dolor y miedo, abrió lentamente sus ojos y miró a las personas que lo rodeaban en esa condenada cama de hospital, miró a lo lejos la ventana y con ella la caída de una flor de cerezo, derramó lagrimas y giró su rostro hacia la persona que sujetaba su mano. Ahí estaba, el pequeño Taehyung. Sonrió y con el dolor en su alma, acepto su doloroso pasado, dispuesto a dejarlo ir, a él, a ese doloroso día, mientras su chico de cabello rubio, ojos marinos y una absurda capucha negra lo esperaba cerca de la ventana de cerezos.

- Ya puedes descansar en paz, mi pequeño Teté. Eres libre- El pequeño lo miró incrédulo, pero con un atisbo de felicidad y esperanza. – Vamos, corre, ahora puedes subir por las ruedas de la fortuna hasta lo alto y reunirte con tu hermana.

El pequeño, solo sonrió y soltó su agarre, corrió hacia la puerta de la habitación mientras una luz clara iluminaba su camino, su hermana lo estaba esperando y juntos, caminaron hasta desaparecer de allí. Sintió como el dolor punzante desaparecía lentamente y miró a aquellas personas vivas, destruidas por él. A sus doctores, su madre, el abuelo de Taehyung, Yoongi, Jin, Bogum. Todos ellos, congelaron su tiempo por procurar el suyo, cada uno de ellos, sufrió el dolor de la perdida en persona y se mantuvo vivo por él.

- Por favor, sean felices. Yo... estaré con él.

Y, cuando el reloj marcó las 12:00 a.m, la vida de Jungkook se desvaneció, el dolor desapareció y caminó junto al chico de las capuchas, mientras el humo de un cigarro encendido perfumaba las flores del cerezo.

Jungkook había ganado, porque él logró enamorar a Kim Taehyung.

- Vamos, imbécil, una carretera nos esperaba y la lluvia nos acompañará en una nueva aventura.

- Vamos, chico de las capuchas. 


Sonreí. Sabía que por fin podríamos amarnos comosolo nosotros podríamos hacerlo: de una manera no terrenal, sino, eternal. 


FIN




STAY ALIVE/KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora