PRÓLOGO

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    Era solo un niño cuando la vida decidió darle el primer golpe, pero no fue un golpe cualquiera, ella decidió pegarle con todo. Estaba sentado en el jardín cuando escuchó los sollozos de su hermana mayor; Sani. Ella lloraba en el balcón. Miró hacia arriba y la encontró con su nariz y ojos rojos. Vestida de negro, estaba llorando muy cerca de la orilla.

- ¡Sa sani!

- Perdóname Tae, no puedo vivir sin él. – Vio cómo su hermana se arrojó desde ese tercer piso hasta verla chocar contra el duro concreto.

- ¡Noona! ¡Amá, Apá, abuelo por favor!

Los adultos se encontraban sentados en la sala cuando escucharon los gritos del pequeño, sin pensarlo corrieron hacia la entrada encontrándose con la horrorosa escena; Taehyung se encontraba al lado de su hermana todo empapado de sangre sujetando su rostro, pidiéndole que despertara. Él no entendía muy bien lo que ocurría, pero sabía que era malo, era un niño temeroso y la sangre lo asustaba demasiado por lo que comenzó a llorar. Fue su abuelo quien lo rodeó con sus brazos y lo llevó a dentro de la vieja mansión mientras su padre llamaba a una ambulancia y su madre lloraba desconsolada encima del cuerpo de Suni.

Esa fue la primera vez que el pequeño Taehyung tuvo un encuentro cercano con la muerte y no sería el ultimo.

- Abuelita ¿Por qué Suni duerme en esa caja y no conmigo?

- Ay mi niño, eres demasiado pequeño para comprenderlo. Desearía poder explicarte, pero no quiero corromper tu inocencia, estas muy chiquitito.

- ¿Chiquito?

- Si mi pequeño, eres mi bebé aún. Pero no te preocupes, quizás Suni ya no pueda dormir contigo, pero te aseguro que debe de tener una cómoda cama allá en el cielo y de seguro está feliz jugando con las estrellas.

- Yo también quiero jugar con las estrellas Abu.

- En un día lejano lo harás, pero falta muchísimo para eso.

- Pero yo quiero ahora ¿Por qué Suni si puede y yo no?

- Porque ella ya vivió una vida feliz, quizás muy corta pero feliz. Tú tienes que hacer lo mismo Tata, vive tu vida feliz hasta crecer y ser viejito, cuando puedas decir que viviste hasta envejecer como yo y que fuiste muy feliz, podrás jugar con las estrellas, no antes.

- Entonces seré un adulto muy feliz para poder jugar con Suni y las estrellas.

- Nunca olvides tus palabras pequeño hombrecito.

- No lo haré abuelita, lo prometo por el meñique.

- Es una promesa, ahora Shhh, escuchemos al curita.

El pequeño asintió y guardo silencio, miró al hombre vestido con una túnica negra, él ya era viejito y recitaba cosas sin sentido. Miró a sus padres, su madre lloraba desconsolada y su padre intentaba calmarla, estaban vestidos como todas las personas en ese lugar; de negro, con oscuros anteojos y paraguas que los cubrían de la lluvia. Observó el cajón, en donde estaba su Noona, tenía flores blancas que lo rodeaban, era oscuro y siniestro, no le gustaban esos cajones, le daban miedo por lo que escondió su rostro en el cuello de su abuela.

Era muy pequeño para entender, tampoco entendió cuando cinco hombres comenzaron a enterrar a su hermana en la tierra mojada.

Su madre gritaba desesperada - ¡No lo hagan, no entierren a mi niña! ¡Suni cariño por favor regresa! – Su padre junto con el señor de la túnica tuvieron que sujetarla con fuerza para que no se arrojara a ese cajón que tanto miedo le daba. La escena lo aterró, su corazoncito dolía cuando veía a su madre llorar y lloró asustado, aun sin entender por qué lo hacía. Él estaba feliz porque Suni jugaba con las estrellas, no cualquiera podía jugar con ellas, primero tenían que vivir y ser adultos felices. ¿Acaso ellos no querían que su Noona jugara con las luces palpitantes? ¿O jugar con las estrellas dolía? ¿Su Noona realmente era feliz?

STAY ALIVE/KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora