1. De nuevo juntos

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¿Quién diría que el pequeño y debilucho chico de Brooklyn terminaría en una de las universidades más prestigiosas del país? Definitivamente para Steven Grant Rogers —o simplemente Steve como le gusta ser llamado— es algo que no puede procesar todavía.

Sarah y Joseph Rogers dueños de la compañía de autos "Rogers & Cars", habían enviado a su único hijo y heredero al camino que lo ayudaría a cumplir el propósito del bien común por el cuál Steve se había encargado de procurar desde que era niño.

Los Rogers a diferencia de otras familias influyentes, se mantenían al margen y en la normalidad. En lugar de demostrar su riqueza con extravagancias, lo hacían con donaciones importantes. Es por eso que Steve había crecido con una gran actitud de servicio, humildad y una bondad cálida en su pequeño y enfermizo cuerpo.

Sus padres pensaron que la Universidad de Columbia en Nueva York era una buena opción para estudiar leyes y en cuanto entró al campus sabía que estaba en el lugar correcto, después de todo Steve siempre se ha distinguido por defender a los demás. Abogar por aquellos que no pueden defenderse es lo que hace desde que tiene memoria y aunque en el pasado eso le traía problemas, ahora es un hombre fuerte con actitud de liderazgo que sorprende a cualquiera que lo conoce.

Aunque claro, eso es una de sus varias pasiones. Por otro lado, desde que aumentó de estatura, empezó a trabajar en su físico durante la preparatoria y sus problemas de salud cesaron, el fútbol americano es en donde Rogers destacaba más su cualidad de líder. Es por eso que el entrenador de la selección de fútbol americano de la universidad tras leer su historial deportivo, decidió nombrarlo capitán del nuevo equipo de la generación recién ingresada.

El inesperado "puesto" y las miradas de todos —tanto hombres como mujeres— al entrar por la puerta del campus es algo que Steve nunca olvidaría. Nunca se acabaría de acostumbrar a ser el centro de atención después de pasar años bajo las sombras.

Acomodó su chaqueta azul y soltó su maleta por un momento para sacar las llaves de su dormitorio y tras encontrarlas, con una respiración honda, decidió abrir la puerta. Al entrar se asombró de lo acogedor que era el sitio, haciéndolo sentir bienvenido y cálido de inmediato.

Sin embargo, bastó ver la litera de la esquina del cuarto para ver que no estaba solo.

—Ehh..., Steve Rogers, ¿verdad? —preguntó el hombre rubio recostado leyendo en la litera.

—Emm... si, soy yo. —se acercó para estrechar las manos amigablemente— Lamento haberte incomodado o algo, no sabía que no estaba solo.

—Descuida, es culpa del nuevo administrador de los dormitorios. Es nuevo y es un idiota. El semestre pasado nos dió a todos las llaves equivocadas de los cuartos porque había perdido la lista con el orden.

El chico de apariencia nórdica negó con la cabeza, riendo sutilmente.

—Bueno, tal vez si es un idiota. —respondió de igual forma Steve.

—Thor Odinson, mucho gusto. —se presentó.

—Steven Grant Rogers, es un placer. Aunque creo que eso ya lo sabías.

Ambos rieron nuevamente y fue hasta ese momento en que su día se coloreó con algo de normalidad.

╰✮╮

Primera clase: Lengua extranjera (específicamente francés).
No es como que Steve odiara aprender nuevas cosas, pero un nuevo idioma siempre resultaba ser un dolor de espalda para él.

Los tiempos gramaticales, las pronunciaciones, la ortografía, la-

— ¿Stevie?

Y fue entonces cuando su mente dejó de divagar. Ese apodo accionó algo en su cerebro, solo una persona en la vida lo había llamado así y eso había sido hace años.

— ¿Steve Rogers de Brooklyn? ¿Eres tú?

Pelo semirizado castaño, ojos azules grisáceos, 1 metro 80 de estatura, complexión delgada pero fuerte y la misma mirada engreída y aventurera que le daba la fuerza para meterse en problemas y volver loca a su madre. Nada había cambiado.

— ¿Bucky?

James Buchanan Barnes —o Bucky como decidió apodarle Steve a los tres años— había sido su mejor amigo del vecindario antes de que sus padres ganaran la lotería y fundaran su empresa, antes de ser el hombre alto, sano y fuerte que era. Hasta que la madre de Bucky falleció y su padre decidió regresar a Indiana con él y con Clint, su hermano mayor.

—El mismo. —fue ahí cuando el castaño se abalanzó por el rubio y tiró de él para darle un fuerte abrazo rápido.

—Wow, creí que eras más bajo. —dijo levantando la mirada para poder encararlo.

—Y yo te esperaba más alto. —respondió Rogers burlonamente.

—Punk.

—Jerk.

Ambos tomaron asiento juntos hasta la fila de atrás para poder conversar discretamente durante clase, después de todo era la primera vez en doce años que se veían.

— ¿Y qué vas a estudiar Buck? —susurró.

—Quiero ser historiador —contestó orgulloso— tú sabes que yo vivía de las historias de mi padre durante la guerra y bueno, mi interés por saber más no ha cambiado.

—Si te queda —aclaró convencido— debo admitirlo.

— ¿Y tú? ¿Por qué estás aquí?

—Derecho. Antes quería intentar el boxeo pero cuando mi madre me escuchó casi me corre de la casa y esto es lo más normal que encontré para poder proteger a los demás.

—Cielos, pobre Sarah. No debió de ser fácil callarte esa bocota rebelde que tienes. —negó con una risita.

—Si mal no lo recuerdo, ese era tu trabajo Barnes. —lo señaló con fingida acusación.

Después de eso no hablaron y prestaron atención a la clase hasta el final. Fue ahí cuando Steve volvió a hablar.

— ¿Te estás quedando en el campus? —preguntó deteniendo a Bucky del antebrazo.

—Eh, no exactamente. Mi hermano Clint me va a dejar quedarme con él hasta que se mude a Los Ángeles el año que viene con su esposa. Su casa está a solo unas cuadras, estoy cubierto.

—Oh. —lo soltó algo sorprendido— Bueno en ese caso creo que tendrás que visitarme tú en los dormitorios. Estoy en el cuarto piso del segundo edificio, en el 24B, por si me necesitas.

— ¿Necesitar yo del capitán de fútbol? Nah, seguro estará muy ocupado con sus nuevos amigos. —dijo dramáticamente con una mano en el pecho.

—Siempre habrá espacio para el más especial de todos. —sonrió honesto, por primera vez con una calidez burbujeante en su pecho desde que entró.

—Te veo luego Steve. —se despidió con un corto abrazo y se retiró sonriente hacia la puerta con las manos dentro de los bolsillos de su chamarra.

Cielos, Steve si que lo había extrañado.












1 de varios ;)
No se olviden de votar, compartir y comentar por favor. Espero y le puedan dar una oportunidad a esta historia. Lxs veo en el siguiente capítulo.

Nos leemos luego <3
—stuckyftlarry

One Month to Fall | StuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora