♟️09: Apreciando a mis hijos ♟️

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Isabella Victoria Morgan

-¿Cuando veremos a papi? - me pregunta Sarah mirándome con los labios apretados esperando una respuesta que sea totalmente correcta.

-Algun día, Sarah - susurro

-¿Lo prometes? - suelto un suspiro cansador y la miro

-Lo prometo, princesa

Desde que les dije que algún día lo verán se quedaron tan complacidos que no me hablaron, ni nombraron a Alexander. Sin embargo, yo tenía miedo a que aparezca y que los chicos empiecen a decir miles de preguntas haciendo que me quedé en modo muda por no saber contestar sus palabras hacia mí.

El martes por suerte había encontrado los papeles, al instante sentí como esa frustración se fue. Sin embargo, había otro tema, Alexander. Sus palabras de que me iba a sacar a los niños fueron como una bala atravesando cada parte de mí cuerpo, me había molestado mucho que me haya amenazando con eso para que solo lo escuche. Se que enseguida se arrepintió, lo ví en su mirada, dolida y arrepentida. Pero realmente ya no me sentía bien para seguir hablando con él, por eso le dije que se fuera. No podía seguir escuchándolo.

Hoy habia salido de trabajar algo más temprano de los días en el que iba, ya que una vez les habia prometido a los niños que iba a verlos hacer sus actividades. Así que aquí estábamos, Sarah tenía los días jueves a las tres de la tarde y mí niño que estaba mirando mí celular para que se entretenga empezaba a las cuatro y media así que tenía tiempo para ver brillar a mí niña, y después iría con Demon quien también brillaria al igual que su hermana.

Veo como su profesora le ayuda a poner los patines que le había regalado para su cumpleaños y se levanta con ayuda de la mano de su profesora cuando ya los tiene bien colocados. Puedo observar como cruzan palabras y la va soltando para que pueda andar sola de apoco, sonrío con orgullo y feliz cuando me mira. Señala sus patines con una sonrisa de oreja a oreja, y al verla hacer aquella mueca de felicidad hace que me llene el alma y yo levanto los dedos pulgares desde lejos.

-¿Cómo puede mantenerse ahí sin caerse? - dice Damon mirando a su hermana mientras me pasa el celular apagado. Lo agarro y lo guardo en el bolsillo del pantalón sin verlo

-Primero porque le gusta patinar, segundo porque es muy fuerte y puede mantenerse de pie, y tercero es por la práctica - lo miro de reojo con una sonrisa de lado - la práctica siempre ayuda., Damon

-¿Al igual que mis prácticas con los dibujos que hago? - inquiere curioso y yo afirmo con la cabeza - Mamá, ¿Me irás a ver a mí también?

-Claro que si, mí niño - le revuelvo el pelo haciendo que se queje con una sonrisa

Vuelvo a mirar a mí hija que ya había empezar a patinar por ella misma, escucho y veo como la profesora les empieza a decir que patinen para atrás y las veces que lo hizo se cayó haciendo que me levanté de mí asiento preocupada, pero cada vez que me miraba me sonreía sin preocupación. Estuve tan hipnotizada mirándola que de un momento a otro estaba patinando para atrás con mucho cuidado, sonreía al verla hacerlo aquella maniobra con los patines. La profesora de mí hija empezó a decir muchas cosas explicándoles lo que podían hacer y que no para que no se lastimen. Así que después de enseñarles eso a todas empezaron a patinar para atrás mientras se acostumbran y agarraban el ritmo poco a poco.

Tiempo después ya había terminado, se sacó los patines guardándolo en bolso cómo puede. Me acerco a ella para agarrarlo ya que pesaba bastante. Sarah me sonríe con emoción al tenerme frente a ella.

-¿Que tal me fue? - le estiró la mano para que la agarre - pude patinar hacia atrás aunque la profesora me dijo que me falta práctica

-Te fue genial, me ha encantado - le digo contenta. Me gustaba ver esa emoción de mis niños cada vez que le decía algo precioso, era hermoso ver cómo los ojos color marrones claros se les iluminaban cuando le decías algo perfecto - De a poco vas a poder agarrarle la técnica a los patines y a los trucos, Sarah

-Lo se, algún día seré una gran patinadora - me río como lo dice. Hablo con tanta fe que me hizo admirarla

Emprendimos camino hacia la clase de mí niño, faltaba unos minutos, pero mientras que íbamos Sarah y Damon me pidieron que les compre un jugo. Cómo una madre buena que soy, les compre uno a cada uno para que puedan refrescarse un poco.

Al rato ya estábamos sentadas a unos metros de Damon, el se había ubicado en una mesa solo para poder concentrarse ya que todos los niños hablaban entre ellos menos él. La profesora les indico que podían dibujar libremente, pero que tenga los detalles de la semana pasada. No entendí cuáles, pero mí hijo si porque vi esa sonrisa de sabelotodo.

Vi como empezó a pedirles los colores a la profesora suya haciendo que ella se los dé, le pidió un pincel y antes de empezar nos miró con una sonrisa con dientes. Mientras tanto Sarah me decía lo que podría llegar a pintar su hermano, podía ver lo concentrado que estaba, entraba a otro mundo y eso me ponía muy contenta por el. Si es que cuando sea grande quiere ser pintor como dice él, no tendré ningún problema, no seré como el padre de Alexander que no lo dejo ser lo que quería cuando sea grande.

-¿Nos pintara a nosotras?

-No lo sé, mí amor

-¿Despues podemos ir a merendar a un lugar? - dice haciendo puchero con sus labios. Hago que me lo pienso mirando hacia el piso y vuelvo a clavar la mirada en ella

-Claro que si - afirmo con la cabeza mientras que vuelvo a mirar a Damon, seguía tan concentrado que no quería interrumpir su actividad de pintor. Vuelvo a clavar mis ojos celestes en lo de Sarah - el sábado iremos al centro comercial y después lo llevaré a la casa de sus tíos ¿Si?

-Si mami. Me encanta la idea - le sonrío agarrándole de los cachetes haciéndola hacer un gesto con la nariz que me hace reír bajito a mí

Tiempo después la clase termina haciendo que la profesora diga unas palabras y se despide de sus alumnos. Mi hijo se acerca corriendo hacia mi para darme el lienzo y sonreírme. Sarah se acerca a mi viendo lo que había pintado su hermano y la emoción en mi cuerpo apareció cuando ví lo que había calcado, éramos los cuatro juntos como si estuvieramos en una playa, el dibujo no era de Picasso, pero se podía entender que los que estábamos ahí eran cuatro y supe que eramos nosotros. Y digo cuatro porque había agregado a su padre. Siento como se me cae una lágrima de la emoción por ver este dibujo y miro a mi hijo.

-Es precioso mí amor - me agacho quedando a su altura - lo colgaremos en la sala de estar. Me ha encantado

-Gracias mamá, es para ustedes - sonríe con tanta felicidad que hace que lo abrace, me separó para levantarme y mirar a Sarah cuando se acerca a él

-Dibujas precioso, Damon - le dice dándole un abrazo - serás un gran pintor cuando seas grande

-Gracias Sarah

Apenas tenían cinco años y hablaban como si tuvieran quince, dejen de crecer porfavor, se los ruego.

Salimos de la escuela yendo hacía el coche mientras que los niños hablan de sus actividades de hoy y también cambian de tema diciendo que iban a merendar en la cafetería que los iba a llevar en unos minutos. También habíamos dejado la pintura en el asiento de copiloto para que se seque y que nadie lo toque ya que lo íbamos a colgar este noche en la sala de estar.

Me encanta apreciar a mis hijos haciendo lo que les gusta, lo que le llama la atención, lo que los anima a seguir con sus actividades. Eran niños muy productivos y muy energéticos, pero podía llegar el momento en dónde se cansaban y ya no eran ellos, eran dos pequeños que querían descansar sin que nadie los moleste. A pensar de ello eran unos grandes niños y por eso los admiraba de una manera bastante exagerada.

 A pensar de ello eran unos grandes niños y por eso los admiraba de una manera bastante exagerada

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Fin del juego [Completa] +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora