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Reinado del emperador Itoshi
Año 1488
En alguna parte de Osaka:


Sentado sobre el suave futón blanco, alineando los pinceles sobre la mesa de madera frente a él, desde el más pequeño hasta el más grande y de brocha gorda, soltó un bufido.

El día era caluroso, lo bastante caluroso como para sentirse agotado y querer tomar otra ducha. Se puso de pie, observando con atención la mesita y lo alineados que habían quedado sus instrumentos de pintura sobre ella.

Más tarde pintaría —se dijo a sí mismo— más tarde después de volver del típico paseo por las calles de Osaka con su padre y, tal vez, ¿quién sabe? Volvería con una imagen hermosa en la cabeza para retratar.

— Joven maestro, su padre lo espera. —Dijo una voz áspera desde fuera de la habitación.

— Bien.

Suspiró una ultima vez, mirando su habitación sin querer salir de esta, pero de igual forma, obligándose a hacerlo.

Fuera, el sirviente esperaba pacientemente con la cabeza gacha y una reverencia perfecta. Pasó por su lado, ignorando cualquier muestra de respeto hacia él y caminó directo hacia donde se encontraba su padre.

Al llegar, su presencia fue notada al principio, pero no era como las otras veces. Ahora también estaba su hermano. Sae.

— ¿Qué haces aquí? —Habló tranquilo.

Sae sonrió.

— Es mi casa después de todo. Que me haya ido para dejarte el camino libre no quiere decir que no pueda visitarlos.

Rin rodó los ojos, comenzando a exasperarse.

— Como sea. — Terminó por decir y miró al emperador. — Padre, ¿nos vamos ya?

El emperador asintió.

— Nunca lograré que se lleven bien, ¿no?

— Vayan ustedes, yo me quedó. — Sae hizo una reverencia hacia su padre antes de hacerse a un lado y caminar hacia la enorme mansión.

Así pues, el camino al campo no fue tan alentador. Las mismas caras, los mismos puestos de comida y animales. El mismo cielo.

— Por eso vino Sae... —atinó a escuchar. Al parecer su padre había estado hablando y él no le prestó atención, aunque no era algo nuevo para el emperador.

— ¿por qué?

— Cumples veinte en tres días, el gobernador de yokohama nos ha invitado a una fiesta en tu honor.

Rin se detuvo en seco, frunciendo el ceño.

— No quiero ir.

— Pues tendrás qué, ya confirmé nuestra asistencia, partimos mañana por la mañana.

Rin iba a decir algo más. Estoy seguro de eso porque acababa de abrir la boca, con alguna respuesta ingeniosa en mente que su lengua afilada estaba lista para pronunciar pero no lo hizo.

No lo hizo porque en ese momento se olvidó de cómo pronunciar palabra alguna. Debía admitir que lo que vio aquella tarde le había dejado prendado, con esos ojos azules y la melena negra revoloteando por su cabeza gran parte de la tarde y el día siguiente. Aunque solo lo admitiría en su cabeza, no en voz alta.

Esa misma tarde, Rin pidió regresar a casa más temprano de lo habitual, se encerró en su habitación y comenzó a pintar.

No quería que ningún detalle se le escapase.
Y así fue, consiguió pintar al chico de cabellos negros y mirada de cielo, dándose cuenta de que había terminado tarde, se fue a dormir, contento con lo que había hecho, mientras su mente no dejaba de pensar en ese chico.

•••••

Hola! Aquí yo, esperando que alguien lea este fic que se me ocurrió 😭
Eso hizo que me abriera este perfil para expresarme y sacarme ese gusanito de la mente jaja
Espero que algún alma lo lea ❤️

El hijo del emperador y yo [Rinsagi +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora