¿Hablamos de Isagi Yoichi?
Hablemos de Isagi Yoichi.
Hombre de buena familia, veintiún años, soltero, ávido lector y dibujante, experto en danza contemporánea y deportes de la época.
Un día antes del cumpleaños de Itoshi Rin.
Cabeceaba sentado en la mecedora de madera que producía un chirrido cada que a Isagi se le caía la cabeza hacia adelante.
La baba comenzaba a salírsele por la comisura izquierda y, en el sueño, veía a un monstruo frente a él, el monstruo, curioso, no dejaba de parpadear y hacer muecas, como tratando de entender porqué se le salía baba. Entonces sintió un golpe en la frente lo suficientemente fuerte como para despertarse y el monstruo en su sueño rió. En la vida real también.Bachira estaba parado frente a él, riendo porque le acababa de despertar y su cara era un poema.
— Mírate, ¡babeas y roncas al dormir!
Isagi le sacó la lengua.
— ¿Hemos dormido muchas veces juntos y apenas lo notas?
Bachira hizo un puchero.
— Es que normalmente te despiertas antes que yo, así que no puedo mirarte mientras duermes.
— Perezoso. ¿Qué te trae por aquí?
Meguru se encogió de hombros y comenzó a caminar de un lado a otro, señal de que le iba a pedir un favor.
— Ya, ¿qué es? — Preguntó Isagi.
Bachira se volvió con entusiasmo y saltó sobre él, colgándose de su cuello. Isagi por su parte, acostumbrado a los saltos de su amigo, extendió sus brazos, cargándolo con gusto.
— Mi prima tiene un compromiso que cumplir mañana por la noche, la van a casar o algo así, y mañana nosotros tenemos un compromiso.
— ¿Y?
— Nosotros — volvió a decir Bachira. — las chicas, tú y yo.
— ¿Yo? No tengo planes.
Bachira le sacó la lengua y con su dedo índice le pegó en la frente.
— Eres el único al que le puedo confiar esto, ¿sabes? Mi prima es una de las bailarinas principales y tú te sabes sus pasos porque nos has visto ensayar, solo ven con nosotros. Por favor.
En realidad Isagi no se iba a negar, simplemente le estaba haciendo las cosas más difíciles a su amigo por diversión.
— Dile a Chigiri.
— No quiero.
— No lo sé... ¿me tendré que vestir?
— Con kimono y todo.
— ¿Maquillaje?
— Por supuesto, iremos con peluca. La gente no ve bien a los hombres bailarines aún.
Isagi asintió.
— Bien, alístate. Ya he hablado con tus padres y están de acuerdo, nos vamos ahora mismo para llegar a Yokohama a tiempo.
Bachira bajó de un salto y dió palmaditas en el aire, feliz.
— ¿Yo... kohama? Pero...
— ¡Isagi! Tus maletas están listas, cariño. Anda, no retrases a tu amigo.
Su madre salió con unas pequeñas maletas en cada mano, se le veía animada como siempre y no le dio tiempo a su hijo de objetar. Bachira tomó las maletas y salió corriendo a la entrada de la casa, donde un carro los esperaba.
Isagi comenzaba a preguntarse si había tomado la decisión correcta.