Al día siguiente Rin llegó a la hora acordada, el par de sirvientes que lo acompañaban llevaban una canasta de frutas y otra con pan. Los padres de Isagi estaban agradecidos y sorprendidos por tener al hijo del emperador en su casa.
Bachira estaba consciente aunque débil, habían pasado varios días de deshidratación, los labios agrietados y las mejillas rotas no mostraban alguna mejoría y los constantes gritos a media noche no eran para nada alentadores.
Isagi aún no sabía que le había pasado a su mejor amigo.
Rin si.
Cuando el joven heredero entró al dormitorio, lo primero que hizo fue buscar a Isagi con la mirada, encontrándolo sobre Bachira, ayudándole a tomar agua. Sonrió para sí mismo, sin mostrar expresión en su rostro. Carraspeó la garganta y se acercó a ellos, Bachira lo miró como un cachorro asustado e hizo el agua de lado. Isagi dejó el vaso sobre la mesita de noche y se puso de pie, alegre por ver a Rin.
— Viniste. — Dijo.
— Te dije que lo haría.
Rin frotó el brazo de Isagi con suavidad, luego miró a Bachira.
— Ya no tienes que escapar de nadie. No estás atado a regresar a ese lugar ni a... nada de lo que hacías.
Isagi ladeó la cabeza, sin llegar a entender a que se refería del todo.
— ¿Escapar?Bueno, era obvio que alguien le había puesto esa golpiza y que Bachira llegó a su casa solo porque estaba escapando, pero no sabía el contexto detrás. Su amigo no había querido contarle.
— Compré a Bachira. —Soltó Rin de golpe. — quiero que lo sepas por mí antes que por cualquier persona.
— ¿Comprar? ¿Como compras un pantalón? Bachira no es...
— Isagi... es hora de comer. Vamos.
Isagi tenía el ceño fruncido, parecía estar realmente enfadado por lo que había dicho Rin, volteó a ver a su amigo, quien tenía los ojos cerrados y suspiró.
— Me vas a explicar qué es eso de comprar...
— Absolutamente.
La casa de los padres de Isagi era grande, demasiado grande diría yo. Tenía un jardín delantero y uno trasero, los dos tan amplios que perfectamente podrían ser un parque.
El jardín trasero tenía un comedor de jardín y unas sillas de descanso por donde circulaba el aire fresco.
Decidieron comer allí para poder hablar tranquilos.— Ya me comí una fresa, ¿me vas a decir de que se trata esto?
Rin bufó.
— Eres exasperante, ¿podrías comer tranquilo antes de hablar de algo así?
Isagi se cruzó de brazos, haciendo un puchero.
— ¿Quién es exasperante? ¡No me dices lo que quiero saber!— Vale... —tomó aire. — Bachira tenía un cuidador en el lugar donde bailaba. Que a decir verdad, de cuidador no tenía nada. El tipo que vino ayer se hacía cargo de Bachira, él le conseguía eventos a los cuales presentarse y también lo ofrecía a los grandes clientes, Bachira no podía decir nada porque, básicamente, era propiedad de Kuon y estaba obligado a servir hasta saldar su deuda.
Isagi se echó para atrás en su silla.
— ¿Deuda?— Kuon lo golpeó. Al parecer, se le ordenó a tu amigo ser el centro de atención en uno de sus bailes, tenía como misión acostarse con el hijo de un tipo importante de las afueras, el tipo lo rechazó a último momento y... bueno, ¿sabes por qué no te eché de mi habitación aquel día? —Isagi negó. — alguien me dijo que si una prostituta es desechada por el cliente, se le reprende con golpes o castigo, dependiendo qué tan grave sea el caso, algunas bailarinas no pueden volver a bailar debido a las heridas causadas. Por eso dejé que te quedaras conmigo, no quería que te hicieran daño, es lo que le han hecho a Bachira y, al parecer, hicieron en su momento con su madre.
El agua sabía a odio.
El vaso de vidrio de pronto tomó forma de Kuon, Isagi quería matarlo, quería hacerle sentir todo lo que sintió Bachira, quería...— ¿Isagi?
— ¿Eh?
— ¿Me escuchaste?
Dejó el vaso sobre la mesa y miró a Rin.
— Continúa, por favor.Estaba resultando difícil contenerse pero, ¿qué podía hacer él? No sabía dónde estaba Kuon y no quería presentarse en la residencia de las bailarinas, seguramente ninguna de ellas hablaría y cualquier arrebato, Rin lo vería como berrinche.
— Así que compré a Bachira. Fue lo único que se me ocurrió para poder tenerlo con nosotros sin correr peligro. Al ser de mi propiedad yo decido qué hacer con él. —extendió unos papeles sobre la mesa, deslizándolos hacia Isagi. — el contrato es tuyo, Isagi. Tú amigo es libre.
Isagi estaba contrariado porque Rin seguía refiriéndose a Bachira como si fuera un objeto pero también le estaba agradecido por lo que había hecho.
¡Es que ya no importaba donde estaba Kuon o cualquiera que le hubiera hecho daño a Bachira! Él ya era libre.
Isagi se puso de pie tan repentinamente que la silla cayó, rodeó la mesa y abrazó a Rin, lleno de lágrimas en los ojos.— Gracias. — balbuceó. — yo te lo pagaré... es decir, no es como si estuviera comprando a mi amigo pero...
— Tómalo como un regalo. — Rin lo miró serio. —no tienes que pagarme nada. De ahora en más, vive con tu amigo en libertad, será mi mejor paga.