«¿Cómo te sientes?»
«¿Has comido?»
«¿Qué tal la vida?»
¿Qué debería decir? Rin tenía a Isagi de frente, el mayor llevaba ropa cómoda, pantalones holgados que le arrastraban, kimono que, a decir verdad, se veía sumamente incómodo con la temperatura que estaba haciendo en Osaka.
Un par de días después del cumpleaños de Rin, este había deseado con todas sus fuerzas, -aunque internas- para ser justos, volver a ver a Isagi. Incluso se la pasó observando el exterior en su tiempo libre, siendo que anteriormente lo hubiera dedicado a pintar o escribir.
No sabía muy bien el por qué, (según él), pero quería volver a ver al de ojos azules, aunque no supiera muy bien qué decirle al tenerlo de frente.
Y ahora, tres días después de ponerse a practicar frente al espejo, tampoco sabía mucho qué decir.
— ¡Hola! ¿Me recuerda? Soy Isagi Yoichi, el... bueno, ya sabe... — Isagi se rascó la cabeza, — la ultima vez me fui sin darle las gracias, así que... bueno, gracias.
Una sonrisa.
Una sonrisa fue lo que terminó de enamorar a Itoshi Rin.
El amor a primera vista es raro. ¿Te enamoras del físico o de la idea de que esa persona solamente es tu platónico y no podrás hablarle? Pero entonces, ¿qué pasa cuando se conocen? ¿Qué pasa cuando ese fugaz crush ya no es un crush?
No sé mucho del amor, pero podría jurarte que para Rin, después de esa sonrisa y esa mirada que Isagi le estaba regalando, ya no habría lugar para otra persona en su corazón que no fuera Isagi.
— Soy menor que tú — Dijo el tosco Rin. — puedes tutearme.
Isagi volvió a sonreír.
— Lo sé, le hablo de usted porque es el joven heredero.
¿Qué decir o hacer para que Isagi vuelva a sonreír?
— Eres molesto. —Soltó Itoshi de repente.
Oh, tonto Itoshi.
— Oh, lo siento. — Isagi hizo una reverencia perfecta de noventa grados hacia Rin, — Supongo que no debí tomarme el atrevimiento de venir a molestarlo mientras caminaba.
Un tono decepcionado en la voz de Isagi hizo que Rin se maldijera por lo bajo.
— No estoy tan ocupado, de todos modos. Y ya deja esa reverencia. Cuando estemos solos puedes dejar las formalidades.
Isagi se incorporó con rapidez, un poco sacado de sitio por lo que acababa de decir Rin.
— ¿Cuando estemos solos? O sea que nos volveremos a ver... —Ninguno de los dos supo interpretar si Isagi estaba preguntando o suplicando, lo único de lo que estaban seguros, era que definitivamente querían volver a verse.
— Solo si el trabajo te deja.
Isagi alzó una ceja, confundido.
— Oh no, ¿se refiere a...? No, no trabajo. Es un mal entendido, verá...
— Tengo que irme ahora, Isagi. Pero esta noche hay fuegos artificiales cerca del río, te espero a las ocho en la orilla.
Isagi volvió a sonreír, asintiendo.
— ¡Claro! Ahí estaré, es una cita.
Otra reverencia.
Otra sonrisa.
Y la palabra... "Cita"
Una cita. Nunca había tenido una.
Ninguno había tenido una cita formal, como se debe.
Rin se asustó, o sorprendió, o alegró. Pero no lo demostró. El único sincero en ese momento era su corazón acelerado que no había dejado de latir desbocado desde que Isagi apareció frente a él.
Pero eso, por supuesto, no lo sabía Isagi.
— Como sea, nos vemos. Si llegas tarde me iré.
— No llegaría tarde por ti. Rin.
Isagi se puso la mano en el pecho, cerca del corazón, como si eso hiciera entender a Rin que lo decía de verdad, que no lo haría esperar.
— Adiós.
Los dos tenían cosas que hacer; Rin caminó con elegancia y parsimonia hasta donde estaba Aryu y, al llegar, tuvo que sentarse en una de las mesas del parque para tratar de calmarse.
Isagi corrió hasta donde Bachira, cuando llegó, tomó a su amigo de los hombros y lo sacudió con fuerza.
— ¡Tengo una cita! — gritó. — ¿qué debería ponerme?
Bachira hizo un puchero cual niño mimado al escuchar a su amigo, luego le apretó las mejillas.
— ¿Cita? Depende... ¿en dónde será?
— En el río, desde luego.
— ¿En los fuegos artificiales? ¡Oh, cariño, me estás invitando a ver los fuegos contigo! Por ahí hubieras empezado.
Isagi soltó a Bachira.
— ¡No! No contigo, tengo una cita con otra persona.
— El hijo del emperador...
Isagi abrió mucho los ojos, mirando a todas partes, asegurándose de que nadie hubiera escuchado nada.
— No tienes que ser tan cuidadoso — se defendió Bachira, quitándose la mano que Isagi había puesto sobre sus labios. — no pasa nada. En cuanto a lo que te pondrás, ve con lo que quieras, no te ves mal con nada.
Bachira comenzó a caminar, dándole lamidas a su paleta de hielo.
Isagi corrió tras él.
— ¿Por qué siempre me haces correr de tras de ti? — musitó cuando alcanzó a su amigo. — ¿no me vas a ayudar?
Bachira hizo como si se lo pensaba y después le dio un golpe en la cabeza a Isagi.
— Claro que voy a ayudarte.
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Hola! Espero actualizar mañana algo así como un especial del 14 de febrero xd
Otra cosa, tengo un rinsagi en la mochila totalmente diferente a este, estoy escribiéndolo y si me convence lo subo. ¿Lo leerían? 😬