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En algún lugar de Hamburgo 12:55 pmPov Bachira:
El rubio a mi lado ha comenzado a llorar, dice llamarse Michael, la verdad es que no lo he conocido mucho tiempo, ni siquiera creo que Isagi le conozca mucho, tiene el pelo azul amarrado en un moño ajustado, lleva lentes redondos y viste de blanco, es como un doctor sin ser doctor y no sé por qué sigue estando aquí si pedí estrictamente un puñetero doctor.
— Eh... ¿perdona? Mi amigo y su novio no despiertan y tu te has sentado a llorar como un niño, ¿me he perdido de algo?
Michael se sorbe los mocos, le paso una toallita para que se limpie la cara y la deja a un lado sin hacerle el más mínimo caso.
— Lo sé. — dice. — los he puesto en trance, salí a comprar unas cosas y cuando volví, tú estabas histérico y ellos recordando, no puedo encargarme de todo a la vez, ¿sabes?
— Vaya, pues habérmelo dicho antes y no dejarme gritar por todo el hotel que mi amigo se ha suicidado con su novio.
Michael me ignoró, comenzó a encender las velas que estaban al rededor de ellos y colocó un incienso sobre sus cabezas.
— Espera... ¿en trance? ¿Qué es en trance?
Hizo un ruido con la garganta, me asusté, di un brinco hacia atrás y lo miré con extrañes.
— ¿Qué haces?
— ¿Quieres dejarme hacer mi trabajo y luego preguntas?
— ¿No es un ritual de esos verdad?
Michael rodó los ojos, puso una mano sobre la frente de Rin y al instante la quitó, su reacción fue como si el tacto le hubiera quemado.
No dije nada porque no quería que me callara otra vez, así que preste atención a lo que hacía, mis amigos estaban en el piso, Rin se aferraba a la mano de Isagi, hubo un momento en el que Rin comenzó a soltar una lágrima tras otra pero no sollozaba ni hacía ruido, solo le escurrían como magdalena, Isagi se quejó en otro punto del ritual, luego gritó y finalmente, Michael se apartó. Apagó las velas una por una y limpió la escena, no me dejó tocar nada, así que solo miraba como el hombre iba de un lado para el otro con velas, cuencos y arenas de colores.
— ¿Ya me vas a contar qué pasa?
Michael se sentó en el sofa frente a mi, sus ojos hinchados y llorosos me miraron como si quisiera decirme todo y a la vez nada, su mirada era triste, desesperada y me transmitía algo que no puedo describir.
La historia fue de más absurda pero creíble, no hay forma que alguien se invente semejante mitote sin fallar en el intento.
— ¿Ellos reencarnaron?
Michael asintió.
— Todos reencarnamos, Bachira. Tú, que sufriste tanto en tu anterior vida, merecías reencarnar y ser feliz en esta, Isagi y Rin merecían estar juntos y yo... debía enmendar mis errores.
Los miró con arrepentimiento.
— ¿Quieres decir que todo esto se desencadenó porque Rin despreció al monje que le dijo un viejo proverbio?
— Y tiró el talismán que estaba destinado para ellos.
— ¿Tú cómo sabes eso?
Michael se masajeó las cienes. — Desde que nací tuve un don, ¿sabes? Podía recordar mi vida pasada con algunos vagos momentos perdidos, sentía el dolor de ver morir a Isagi en mis sueños, su rostro aparecía todas las noches, no sabia dónde buscar o cómo se llamaba en esta vida, hasta que un día lo conocí en una cafetería, iba con Rin, los dos reían y se tomaban fotos, yo pensé que era una señal divina, era mi propósito de vida volver a verlos y ayudarles en lo que pudiera.
— ¿Y cuando te acercaste a ellos no te echaron pensando que eras un loco?
— Al principio Rin se me echó encima, creía que me acerqué a Isagi para coquetearle y me amenazó para que me alejara de ellos, pero Isagi me pidió que le contara más, entonces mencioné su herida mortal en el costado del abdomen, le dije que quizá debió nacer con una marca ahí, se alzó la camisa y me mostró su lunar en forma de parche, ahí estaba, era su marca. Luego le pregunté a Rin si no sufría estos malditos dolores de cabeza, las punzadas en el pecho cuando se alejaba de Isagi o sus sueños donde perseguía algo. Fue creíble, me creyeron porque no había más historia, entonces les dije que podía ayudarles a recordar y aquí están.
— ¡Se quien fue!
Isagi estaba sentado en el piso con las manos sobre la cabeza, la sacudía efusivamente, negando una y otra vez mientras lágrimas recorrían sus mejillas. Michael se puso de pie de inmediato, yo fui tras él, Isagi lo miró, entonces dejó de temblar, Michael se puso en cuclillas a su lado y sonrió, se quitó los anteojos y los dejó a un lado, entonces Isagi sonrió, le acarició la mejilla y lo abrazó.
— No fuiste tú, Kaiser. — rompió en llanto. — no me mataste.
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¿A qué creen que huelen estos chicuelos? Pero en serio, nada de a sudor jajajaj
Tipo como: fresa, limón, no sé xd
Spoiler alert: posible omegaverse :)