La última vez que había estado en un lugar como ese fue con Rin, era un puente similar al de los fuegos artificiales, con la diferencia de que no había un bosque al final de este, ni habían fuegos artificiales ni estaba Rin.
Kaiser llegó con un platito con dos pares de dangos en el, le sonrió y le dió el plato. Llevaba la coleta de siempre, vestía ropa típica de Japón y olía bien.
— Gracias. — dijo. Tomo una brocheta de dango y mordió la pequeña bolita de harina. — ¿qué quieres, Kaiser?
El aludido sonrió, tomando su brocheta.
— ¿A qué te refieres? ¿Ahora? Quiero muchas cosas, pero ninguna se me puede cumplir, de momento.Isagi sintió un fuerte calor en el rostro por el tono de las palabras del rubio.
— ¿A esto, Kaiser? No nos conocemos, me miras y me tratas como si fuéramos cercanos y...Kaiser alzó un dedo, haciendo callar al instante a Isagi.
— Por eso estamos aquí, Isagi. ¿No nos conocemos? Bien, conozcámonos, ¿no somos cercanos? Bueno, ¿qué tengo que hacer para hacernos cercanos? En Alemania tenemos una cultura diferente, pero esto no es Alemania, así que respeto tus ideales. Mi nombre es Michael Kaiser, tengo veinticinco años, futuro heredero al trono en Hamburgo. Hijo único, mi mejor amigo es el tipo que fue conmigo a la floristería y...
Isagi carraspeó la garganta, sintiéndose abrumado con tanta información de pronto.
— Ya ya, para. Está bien... Mi nombre es Isagi Yoichi, tengo veintiún años, voy a cumplir veintidós el mes que viene y no soy ningún príncipe ni nada de eso. Mi mejor amigo es Bachira.
Kaiser asintió, Isagi por fin había hablado más que otras veces.
— Ya nos conocemos, Isagi. Ahora, ¿por qué te caigo mal?
Isagi se pensó la respuesta, no había un determinante que lo hiciera odiar a Kaiser, simplemente no quería tener tratos con gente desconocida por el momento, eso de forjar lazos desde el comienzo, conocerse y esforzarse porque las cosas salgan bien para que al final se terminen alejando era algo por lo que no quería volver a pasar.
— No me caes mal... — habló, sincero. — solamente no creo que seamos compatibles como amigos...
Kaiser río.
Isagi lo miró, curioso. Esa risa era demasiado... Kaiser, ¿me explico? Venía cargada de arrogancia y clase.
— Oh, Isagi. Créeme que tampoco creo que seamos compatibles como amigos...
Kaiser dejó botando eso último en el aire y se giró para ver las aves que pasaban volando.
— ¿Cuál es tu historia, Isagi? — preguntó antes de que Isagi pudiera sobrepensar en lo último que había dicho.
— ¿Eh?
— Los ojos son la ventana del alma, ¿sabías? Transmites mucho a través de ellos.
Kaiser se acercó para hacerle a un lado el flequillo al más bajo, que le caía sobre los ojos y parecía molestarle, rozó con sus dedos el lóbulo de la oreja, causándole a Isagi un respingo involuntario.
Kaiser volvió a sonreír.
— ¿Y tú? — refutó Isagi. No quería contar su historia.
— ¿Yo? ¿Puedes ver a través de mí? — El mayor acortó el pobre espacio que quedaba entre ellos y lo miró fijamente a los ojos. Isagi desvió la mirada y tragó saliva.
— N-no soy tú, Kaiser. No puedo ver el alma con los ojos...
— El alma a través de los ojos... — corrigió.
— Cuéntame de Alemania. — Se apresuró a decir el menor al darse cuenta de que estaban demasiado cerca y las personas se les quedaban viendo.
Kaiser asintió, posó su mano en la espalda de Isagi y le dió un pequeño empujoncito para que caminara con él.
— Es hermosa, — empezó. — tiene paisajes increíbles, la estructura es diferente a la de aquí, las casas tienen un estilo más... gótico, adoramos a un solo dios, tenemos ríos y canales que conectan con otras ciudades, hace frío la mayor parte del tiempo y es un buen lugar para vivir... pero, ¿sabes? Japón tiene algo que Alemania no.
Isagi ladeó la cabeza, interesado en lo que pudiera decir el mayor, aunque no quería preguntar y parecer un metiche.
— ¿Quieres saber qué es? — Isagi asintió. — ¿No quieres descubrirlo?
— ¿Cómo?
— Viniendo a Alemania, por supuesto.
Isagi detuvo el paso, se había olvidado que llevaba un plato de bolitas de dango y al bajar la mirada, las encontró en el piso. Suspiró apenado porque habían cientos de personas sin comer y él se daba el lujo de desperdiciar.
— Compraremos más, si tú quieres. — habló Kaiser.
Isagi negó y continuó caminando. — ¿Cómo puedo ir a Alemania? Es costoso.
Aunque su familia no era pobre, Isagi no se podía dar el lujo de gastarse el dinero de sus padres, no era correcto, por eso había optado por abrir una floristería con Bachira y ganar dinero por ellos mismos.
— Pídelo y lo tendrás. — Kaiser le guiñó el ojo, sin pensarlo mucho lo tomó de la mano y comenzó a correr, obligando a Isagi a seguirle el paso. Cuando llegaron al muelle, Kaiser paró, el agua hacia que las lanchas y barcos que ahí descansaban se movieran de un lado a otro, los pescadores iban y venían con redes llenas de peces muertos y un poco más aún moviéndose, era algo que, si bien Isagi vivía en Japón y conocía la mayor parte de ese pueblo, nunca había prestado atención a los pescadores ni a su forma ajetreada de vivir. — ¿quieres dar un paseo?
Kaiser apuntó el barco más grande que había en el muelle, a Isagi no le sorprendió ni un poco que el barco más ostentoso fuera de él, suspiró, pensando que debía regresar con Bachira y seguir trabajando, pero también quería montarse en un barco y dar un paseo, sentir la brisa del mar golpearle la cara y relajarse con el sonido del agua.
— ¿Podemos? — Preguntó, desconfiado.
— Claro.
Kaiser tronó los dedos, enseguida unos hombres llegaron hasta él, hicieron una reverencia mientras Kaiser les decía que iban a subir a dar un paseo.
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Oigan, soy 50% Rinsagi y 50% Kaisagi. ¿Ustedes? ¿Qué team son?
• muchas gracias a las personitas que dan estrellita y comentan, me gusta mucho leer sus comentarios y me rio con ellos.
Nos leemos en el próximo cap❤️