XXVIII

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Rin estaba vuelto loco.

Había enviado a su esposa de vuelta porque "tenía cosas que hacer" en el pueblo, en cuanto se fue, corrió a la floristería de Isagi porque quería hablar con él y decirle... muchas cosas, que abrazarlo y... entonces vió a Kaiser sosteniendo la cintura del menor y a Isagi dejándose sin poner resistencia, actuó sin pensar, la sangre le hirvió por dentro, la ira se apoderó de él y golpeó a Kaiser sin importar dónde estaba, lo demás es historia.

Llegó al palacio hecho una furia, empezó a tirar cosas costosas que adornaban los pasillos, iba por ahí maldiciéndo y gritando cosas que nadie entendía muy bien ni se molestaban en entender, fue directo al salón principal, donde Sae estaba bebiendo el té con un tipo que no conocía ni se tomó el tiempo de mirarlo si quiera.

— ¿Puedes tocar antes de entrar? — exclamó Sae con voz irritada.

— Me importa una mierda, Sae. ¿Dónde está papá?

— No sé, en China, supongo.

— ¿Qué hace en China si vinimos juntos?

— Compromisos.

Sae dejó la taza sobre la mesita y miró a Rin.
— ¿Algo más?

— Me quiero divorciar. — dijo. — me importa una mierda si él lo aprueba o no.

— Te echarán del palacio.

— Mejor.

Salió del salón, la sangre seguía hirviéndole, necesitaba irse de ahí porque si Kaiser aparecía, no estaba seguro de lo que podría llegar a hacerle.

— Viniste...

— Dime algo que me haga quedarme o me voy.

La noche anterior Ness apareció en su habitación, tenía esa sonrisa cínica en la cara y ojos vacíos que no le inspiraban mucha confianza, lo dejó pasar porque no quería que nadie los viera platicar fuera y este le había aconsejado ir en busca de Isagi, también le dijo que si no actuaba rápido, Kaiser terminaría llevándoselo lejos, esa fue la razón para ir a la floristería y esa era la razón por la que estaba ahí, con Ness.

— No te irás, Rin. Porque sé exactamente quién hizo que Isagi y tú se separaran.

Rin cambió su expresión de enojo a una de sorpresa, no entendía lo que Ness estaba diciendo.

— ¿Qué has dicho?

— Primero... — Ness alzó un dedo. — primero, descarga tu ira con las personas responsables, con esto quiero decir que no le harás nada a Kaiser, ¿trato?

— Habla. — Ness alzó una ceja, esperando la respuesta de Rin. — trato, joder. Habla.

Ness carraspeó la garganta, preparándose para contar todo.

— Resulta que escuché algo por error. — Se sentó en una banca que daba al lago. — Sae fue la mente maestra aquí, él habló con tu padre hasta que lo convenció para que te obligara a casarte, también fue el que sugirió que te amenazara con Isagi, en realidad nadie le iba a hacer nada, solo era un cebo para que cayeras en la trampa... y lo hiciste. Todo con tal de que él regresara al poder.

Rin tenía el ceño fruncido, podía creer perfectamente en las palabras de Ness porque él y Sae no eran precisamente los mejores hermanos, también sabía sobre la maldad del mayor y lo manipulador que podía llegar a ser pero aún así no pudo evitar sentir un poco de tristeza combinada con muchísima ira.

— ¿Sae?

Ness se puso de pie y lo encaró. — No me vayas a decir que ahora abogarás por tu hermano.

Rin negó. — Ese hijo de puta... lo voy a matar.

— Más bien... y antes de que cometas una locura, vete con Isagi. Escapen lejos, raptalo si es necesario y luego le explicas.

— ¿Por qué haces esto? — inquirio Rin.

Ness se encogió de hombros. — no te ofendas pero no soporto estar un día más aquí y si Isagi desaparece, Kaiser no tendrá motivos para quedarse.

Rin le dio la espalda, fue en busca de Sae nuevamente, que ya no se encontraba en el salón, tampoco estaban los caballos y faltaban varios guardias, salió del palacio a toda prisa, decidido a encontrar a su hermano.

Buscó en el pueblo, era pequeño así que no había muchos lugares a los que pudiera ir, también buscó en el muelle pero Sae no apareció, decidió que era mejor calmarse e ir a buscar a Isagi, contarle todo y huir juntos.

Al llegar, no había nadie.

El letrero de "cerrado" estaba puesto. En la tierra habían huellas de caballos, se golpeó la cabeza porque debió ir primero allí, seguramente Sae lo tenía y, aunque ya había buscado por todo el pueblo, volvió a hacerlo, regresó por el camino que había llegado, revisó todos los lugares que se le ocurrían, también preguntó a la gente por su hermano pero nadie le daba razón. El corazón le latía a mil por hora, comenzaba a dolerle por la presión que estaba sintiendo, necesitaba encontrar a Isagi y encontrarlo bien.

Había una cosa que Rin estaba haciendo, y era subestimar a su hermano. En cuanto salió del salón, Sae salió detrás de él con su acompañante, reunieron a varios guardias y montaron los caballos para llegar más rápido donde Isagi, encontrándose con Kaiser a medio camino.

— ¡Sube! — le gritó desde arriba. Kaiser arrugó la frente. — ¡sube maldición, Rin se quiere divorciar!

Kaiser seguía sin entender el capricho de Sae por no dejar que su hermano hiciera lo que quisiera, pero mientras lo ayudara, no pensaba decir nada.

— Ve con Isagi. — pidió.

Cuando llegaron, Isagi estaba fuera de la floristería, se veía apurado y cuando los notó llegar, corrió donde Kaiser, que se bajó de inmediato del caballo.

— Yoichi, ¿qué pasa?

Isagi lloró. Estaba llorando, lo tomó de las manos y lo miró, suplicante.

— ¿Aún quieres que vaya contigo a Alemania?

Kaiser miró a Sae, el pelirosa asintió, le dijo al tipo que iba con él que les dejara un caballo, el moreno se bajó y se subió al de Sae.

— ¿Sae, crees que pueda zarpar un barco? — preguntó.

— Pediré que lo tengan lo más pronto posible pero de momento deberán venir con nosotros.

Todo estaba pasando demasiado rápido, Kaiser no se podía creer que Yoichi le había pedido irse con él a Alemania ni que lo fuesen a hacer esa misma noche. Se acercó a Isagi y lo envolvió en un fuerte abrazo, estaba dispuesto a ser su trapo de consolación hasta que Yoichi lo viera con otros ojos.

— Todo va a estar bien, ¿si?

Isagi asintió, sorbía los mocos y se veía como un niño caprichoso.

— Vamos.

Kaiser ayudó a Isagi a subirse al caballo, luego se subió detrás de él y agarró las riendas, Sae y los demás se habían adelantado, iban por un camino que no conocía ni siquiera Isagi, todo era árboles y plantas altas, haciendo imposible la vista desde fuera, al final había una cabaña con luces encendidas, los caballos se detuvieron como si supieran que ahí debían descansar, el primero en bajar fue el moreno, que ayudó a Sae en cuanto estuvo en el suelo, Kaiser hizo lo mismo con Isagi.

Los guardias se quedaron afuera mientras todos entraban a la cabaña.

— ¿Tienes té? — Preguntó Sae.

— Sip. — el moreno fue a la cocina y comenzó a preparar todo para hacer té.

Isagi estaba asustado, la decisión estaba tomada y no se echaría para atrás, no quería usar a Kaiser aunque este estuviera de acuerdo, pero daría todo de sí para enamorarse. De momento, solo quería olvidar.


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Tocó irse de mojado a Alemania 🇩🇪

El hijo del emperador y yo [Rinsagi +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora