— ¡Eres un cobarde! ¡Por eso te dejó ese tipo!
— ¡Cállate, no sabes nada!
— ¡Demuestra que no lo eres! ¡No salgas corriendo al primer obstáculo! ¿Qué mierda fue eso, Rin?
No sabría decir cuál de los dos estaba más enfadado, Rin no dejaba de dar vueltas por la habitación y Ness estaba parado frente a la puerta, gritando y sacando todas sus frustraciones.
— ¿No los viste? — contestó el más alto. — no hay nada que se pueda hacer.
— ¿Tú crees? Que débil eres. — Ness le dedicó una mirada de desprecio a Rin. — sin duda no conoces a Kaiser, en cuanto se aburra de Yoichi le dará una patada en el culo.
— ¿Cómo lo hizo contigo? — espetó Rin con enojo. — Tú no eres Isagi, no te compares.
— Haz lo que quieras entonces, el barco está listo para que te largues.
Ness salió de la habitación rentada dando un portazo, Rin le había dado en el orgullo y no se iba a quedar para seguir escuchando estupideces.
No se habían quedado para ver cómo terminaba el baile, Rin estuvo a punto de entrar a la pista para interrumpir el baile, seguramente golpear a Kaiser y llevarse a Isagi, pero Ness lo detuvo, alegando que no se atreviera a tocar a un alemán en tierras alemanas o significaría la guerra.
Eran tiempos difíciles, cualquier fricción entre países ocasionaría invasiones, guerras hasta la muerte de los reyes rivales o torturas para las personas responsables, así que hizo caso y salió del lugar hecho una furia.
Cuando Rin se enteró del paradero de Isagi, tomó de inmediato un barco de su familia y zarpó con Ness a bordo, que echaba rabia por la boca al saberse abandonado por Kaiser.
Era un loco obsesionado con alguien que no le quería y Rin comenzaba a cuestionarse si así se veía él con Isagi.
Pasada la media noche, Rin no podía conciliar el sueño, a lo lejos se podía escuchar el ruido de gente en una fiesta, las luces desde lo más alto iluminando el castillo donde se celebraba la fiesta en la que estaba Isagi le recordaban que Kaiser había ganado.
•••
Alemania era fría pero no tanto como Japón en esas fechas, seguramente había nevado ya en el transcurso de los días, Isagi no podía parar de pensar en la hora para reunirse con Bachira.
Kaiser llegó por detrás, cubriendo a Isagi con su manto azul, Isagi sintió la suavidad de este, restregó un poco la cara como si fuera un gato, sintiendo las partes peluditas. Kaiser se puso frente a él y le ayudó a atar el manto para que no se le cayera al caminar.— Gracias. — Dijo, le gustaba la forma en la que el rubio lo trataba. Como si lo cuidara para que no se fuera a romper.
— ¿Te divertiste? — Preguntó Kaiser.
— Si. No había bailado tanto en mi vida.
El rubio asintió, se apresuró a abrir la puerta de la carroza para que Isagi entrara, cuando estuvieron arriba, el cochero tiró de las riendas de los caballos para hacerlos avanzar.
Isagi se durmió en un instante, Kaiser le sirvió de almohada hasta llegar al castillo y lo cargó en brazos cuándo fue hora de bajar, también lo llevó en brazos hasta su habitación, sí, la suya, no la de Isagi.
Lo dejó con cuidado sobre la cama, le quitó el manto y aflojó sus zapatos, dejándolos a un lado, pensó si era buena idea quitarle la ropa para ponerlo más cómodo pero eso no le ayudaría a seguirse aguantando las ganas de comerse a Yoichi entero, ya de por sí sufría por no poderlo tocar como él quería y aventurarse a hacerlo ahora, podía ser contraproducente.Se apartó, decidió que era buena idea dejarlo tal y como estaba y comenzó a desvestirse él para quedarse en pijama, se recostó a un lado de Yoichi, lo cubrió con las sábanas y esperó a que el sueño le entrara.
Estaba siendo demasiado comprensivo y cuidadoso y le sorprendía porque no era así para nada, si fuera otro, ya se lo hubiera follado en varias ocasiones y sus perversiones saldrían a relucir, pero era Isagi y no quería espantarlo.
A la mañana siguiente lo tenía recostado sobre su pecho, el cabello negro le hacía cosquillas en la nariz, se despertó y apartó el mechón travieso. Isagi lo abrazaba como si fuera un peluche, sonrió al verlo tan inocente y comenzó a acariciarle la espalda con suavidad. Afuera de la habitación se escucharon ruidos, pasos y luego la voz de Ness, que había abierto la puerta de la habitación sin cuidado y con demasiado drama debo decir.
Kaiser frunció el ceño, Isagi se despertó y se cubrió por inercia.
— ¿Qué mierda, Ness?
Ness no dijo nada, dio la vuelta y salió corriendo de ahí, Kaiser no iba a ir tras él por supuesto, pero Isagi lo convenció de ir a ayudar a su amigo.
"Tal vez te necesite" había dicho Isagi, "estaré aquí cuando vuelvas" la sonrisa después de esa frase fue lo que hizo que Kaiser se levantara de la cama y fuera en busca de Ness, cuando lo encontró, estaba sentado en una parte del jardín, contando flores.
— ¡Kaiser! — se echó a los brazos del rubio, que lo esquivó limpiamente.
— ¿Qué te pasa? — habló en tono seco.
Ness se recompuso, se alisó la ropa y suspiró.
— Me dejaste en Japón, no has hecho por buscarme y cuando vengo a verte estás con el vendedor ese.Kaiser rodó los ojos, comenzaba a sentirse irritado con la actitud que había tomado su amigo.
— ¿Qué te hace pensar que iba a perder mi tiempo buscándote en Japón? Yoichi quería irse rápido.
— ¡Yoichi, Yoichi, Yoichi! Mierda, desde la primera vez que lo viste es de lo único que hablas, ¿qué le ves que te tiene tan obsesionado?
Kaiser se encogió de hombros. — Se va a casar conmigo.
— Si no lo impide Rin antes. — soltó Ness. — ¿no lo sabías? El heredero está aquí por su noviecito.
Kaiser apretó la mandíbula, tomó a Kaiser del pelo y tiró de él con fuerza, sacando un pequeño jadeo de la boca del contrario.
— ¿Qué? Repítelo.
— Suéltame.
— ¿Lo has traído tú? — preguntó.
— Alguien del muelle le dijo, yo solo aproveché el viaje.
Soltó a Ness, dio la vuelta y comenzó a sopesar todas las posibilidades que tenía estando Rin ahí. Para empezar, ¿ya sabría que Sae fue el culpable de su separación?
— ¿Dónde está ahora?
Ness negó. — No lo sé, no lo he visto desde que llegamos. — mintió.
— Lárgate.
— Pero Kaiser... lo qué pasó, — hizo una pausa. — ¿lo qué pasó entre nosotros no significó nada?
Kaiser suspiró. — ¿Lo qué pasó? Hablas como si hubiera significado algo. Fue un polvo de una noche, Ness. No pierdas la cabeza por algo como eso y mucho menos te atrevas a decirle a Yoichi.
— ¿Un polvo de una noche?
— Nunca te hablé de amor. Quería sexo y tú estabas ahí, lo hubiera hecho con cualquiera que se dejara.
Ness le dió una bofetada a Kaiser, el rubio se tocó la mejilla y le devolvió el golpe.
— Cuidado con lo qué haces, querido... — se acercó a él. — no quieres correr el mismo destino que las prostitutas del pueblo, ¿cierto?
Las prostitutas habían estado desapareciendo en masa y apareciendo tiempo después en algún canal a las afueras de las ciudades cercanas, el asesino era un dolor de cabeza que mantenía ocupados a los reyes.
Ness se echó para atrás dirigiéndole una mirada de temor a Kaiser y decidió que era mejor marcharse.
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¿Dije diez capítulos? Quise decir cinco, a lo mucho xd