[ꨄ︎] Chica desastre.

407 16 0
                                    

(cc: sammatown )

Esquivando charcos con mis desaliñadas botas y un paraguas anticuado en la mano, me fundo entre la masa de personas que caminan cada una a su compás, chocando contra mí o lanzando miradas furtivas dirigidas a nadie en concreto cuando no logran sal...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Esquivando charcos con mis desaliñadas botas y un paraguas anticuado en la mano, me fundo entre la masa de personas que caminan cada una a su compás, chocando contra mí o lanzando miradas furtivas dirigidas a nadie en concreto cuando no logran salir del embrollo.

Un día lluvioso era todo lo que yo necesitaba para no salir de casa, la excusa perfecta para evadir preguntas y eludir responsabilidades. Sin embargo, este día es diferente y los nervios en la boca de mi estómago me lo confirman.

Suspiro soltando un poco de vaho en el proceso debido a la baja temperatura a la que nos encontramos. Necesito tomar el metro para poder llegar hasta el centro de la ciudad antes de que sea tarde. Para mi fortuna, éste llega pronto, por lo que me subo y tomo asiento, tratando de calmarme cuando suena mi teléfono por quinta vez. La pantalla se ilumina mostrando de nuevo el nombre de Beatrice. En esta ocasión, respondo.

—¿Edith, se puede saber dónde estás? —la estruendosa voz de mi entrenadora se filtra a través del dispositivo haciendo que aparte mi oído un poco.

—Voy de camino, estoy allí en cinco minutos. —miento un poquito, pero, al menos, es piadosamente.

Cierro los ojos, rezando por mi alma en caso de que ella se enfade.

—Deberías haber llegado hace media hora, espero que lleves el traje puesto al menos.

Miro de soslayo hacia mi vestimenta, un body de color blanco con piedrecitas azules marino de decoración junto con una minifalda a combinación del mismo color.

—Estoy preparada para salir en cuanto llegue. —afirmo y esta vez sí es cierto.

Y es que aún no puedo creer que haya olvidado que justo hoy tenía una competición de lo que más me gusta hacer, de patinaje sobre hielo. Llevo practicándolo desde que tengo uso de conciencia y nunca he olvidado nada relacionado; sin embargo, estos últimos meses he estado algo descuidada y eso está alterando demasiado a mi entrenadora.

—Más te vale, Edith —la oigo quejarse—. Tengo mi fe puesta en ti.

Ejerzo más presión en mi agarre del teléfono y muerdo mi labio inferior, tensa. Tener fe en mí nunca ha dado resultados buenos. Omitiendo mis pensamientos autodestructivos, me despido de ella vagamente y guardo mi teléfono para evitar distracciones.

Antes de que pueda darme cuenta, el metro llega a mi parada y yo bajo a toda prisa, llevándome por delante a varias inocentes personas, pero no me importa demasiado, peor es sufrir la ira de mi entrenadora si no llego a tiempo.

De corazones rotos y otros desastres ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora