Antes de que den las ocho en el reloj, puedo divisar la cabellera rubia de Darien, caminando hacia mí.
Me levanto del banco en donde he pasado la última hora y me acerco a él. Su semblante decae cuando ve los rastros de lágrimas en mi rostro.
—Edith, ¿qué pasa? —toma mi rostro entre sus manos.
Exhalo sonoramente, intentando ocultar mis obvias emociones en vano.
—Nada —miento—, pero necesito distraerme.
Él se aparta un poco de mí mientras me analiza. Luego, con una mueca de resignación, señala la acera de enfrente.
—Entonces, tengo el plan perfecto.
Cuando la veo, mi mundo se cae por segunda vez hoy.
—No. Ni de coña.
—Vamos, no lo has probado.
—Darien, no pienso subirme en eso.
Cumpliendo su promesa, el maldito Darien ha venido en una moto negra de enormes ruedas. Siento el pánico en la boca de mi estómago incluso lejos del trasto.
—Pues no te queda otra —sonríe satisfecho—, no tengo el coche cerca. Además, tú has dicho que querías una distracción.
—Quería una distracción, no una muerte segura.
Sus ojos se oscurecen ante mi negativa.
—Prometo que conduciré despacio.
—Tu primera vez, ¿no? —me burlo, él golpea suavemente mi brazo y me extiende un casco negro.
—Anda, monta. —me pide mientras se pone su propio casco también.
Con el corazón en un puño, tomó su mano y me subo a la dichosa moto. Paso ambos brazos por la cintura de Darien, agarrándome fuerte a él.
—Vas a conseguir que muera ahogado si sigues apretando así.
Un poco avergonzada, aflojo mi agarre sobre él.
—Te lo merecerías por hacerme subir a esta máquina del demonio.
—¿Qué eres? —se burla antes de arrancar, provocándome un susto de muerte— ¿Una abuela?
—Una persona que vela por su vida. —lo corrijo, teniendo que alzar la voz sobre el susurro del viento y el rechinar de los motores.
Cuando la dichosa moto avanza por la carretera, siento que mi estómago se pone del revés.
—No tengas miedo.
—Claro, que buena idea —ironizó con sorna—, ¿cómo no se me había ocurrido antes a mí?
Pero en venganza por mi comentario venenoso, Darien acelera adelantando a un par de coches. Golpeo su espalda con furia.
—¡Auch! —exclama a modo de quejido— ¿No sabías que es ilegal golpear a conductores de moto?
—No lo es. —replico yo.
—Sí si el conductor es terriblemente atractivo.
—Es decir que no lo es.
Darien chasquea su lengua con fastidio, pero no se esfuerza por contradecirme. Yo oculto una sonrisa dentro de mi enorme casco azabache.
Estaba tan inmersa en la conversación, que no me he dado cuenta de la sensación de paz y libertad que estaba sintiendo, con la brisa agitando mi pelo, las luces de la ciudad contrastando con la espesa oscuridad que deja la noche. Incluso sorprendentemente no estaba lloviendo.
![](https://img.wattpad.com/cover/333259224-288-k14270.jpg)
ESTÁS LEYENDO
De corazones rotos y otros desastres ©
RomanceUna competición, un día de lluvia y un conductor en absoluto prudente es todo lo que se necesita para hacer que salten las chispas del odio..., ¿o quizás del amor? Portada realizada por: @Thera_mis.