[ꨄ︎] Autocine

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Darien aparca el coche en una explanada donde puedo divisar más coches con sus conductores dentro. Frente a nosotros, puedo ver una gran pantalla blanca que parece estar apagada por el momento.

El rubio baja la ventanilla y le da un papel extraño a un hombre, luego éste se aparta y nos deja pasar. Darien entra con su coche a este extraño lugar que yo desconocía.

—¿Qué sitio es este? —frunzo el ceño.

—Esto es un autocine.

—No sé que es eso —admito yo—. Nunca he estado en uno antes.

Darien me dedica una gran sonrisa y señala la pantalla.

—En unos minutos, allí se va a proyectar una película, no sé cual toca hoy —me observa, midiendo mi reacción—. Nosotros la veremos desde aquí, hemos tenido suerte de pillar tan buen sitio a pesar de haber sido atacados por mi familia.

Rio suavemente ante su comentario.

—¿Y cómo escucharemos la película?

—Cuando empiece, encenderé la radio —toca algunos botones del coche cuya función desconozco—. Antes, te daban altavoces individuales, pero ahora es mucho más sencillo.

Una pequeña sonrisa tira de las comisuras de mi boca.

—Espero que sea una muy romántica. —lo molesto yo.

—Yo espero que no lo sea —me contradice, yo le saco el dedo medio—. Que sea una sangrienta, por favor.

—Desagradable.

—Antipática.

—Mentiroso.

—Desastre.

—Te encanta esa palabra, ¿eh?

—Sólo para describirte a ti. —su expresión ególatra me perturba, así que cambio de tema.

—¿Qué es lo que le has dicho a Milla?

—¿Yo? —alza sus cejas con sorpresa— Nada, que yo sepa.

—Ella cree que somos novios. —lo observó con suspicacia.

—Ah, eso —se encoge de hombros—. Mi madre y ella son igual de chismosas, entre las dos han llegado a esa conclusión.

—Y tú no les has dicho que no. —lo presiono en tono acusatorio.

—Ya lo has hecho tú, ¿para qué me voy a marear yo?

—¡Tú sabías de esto antes que yo! —le reprochó, él oculta malamente una sonrisa— Milla ya venía con esa historia esta mañana en la guardería. ¡Se lo contó a Zane!

—Oh, ¿y que pasa? —me molesta en tono pícaro—, ¿acaso te gusta Zane?

—¡No! —golpeo su hombro— Ese no es el punto. Además, es menor que yo seguro.

—Depende, ¿cuántos años tienes? Más de dieciocho seguro.

—Por supuesto. Tengo veinte —la mueca burlesca que me dedica termina por enfadarme—. ¿Qué pasa?

—Te hacía más mayor —se ríe—. Yo tengo veintidós y Zane veinte.

—Y yo a ti menos viejo.

Darien va a devolvérmela cuando la pantalla se enciende y la película comienza. Rápidamente, trastea la radio y la sintoniza con la pantalla. Yo aguardo emocionada.

—¿Qué película es? —cuestiono en un susurro.

—Ni idea, pronto lo dirán.

Pero no necesito que me lo comuniquen para saber que no me va a gustar porque en la primera escena sale una muñeca horrorosa bañada en sangre. A partir de ahí, dejo de escucharla.

De corazones rotos y otros desastres ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora