[ꨄ︎] La figura de porcelana

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Escucho los patines de Brynlee acercándose hasta mí.

—¿Estás bien? —me cuestiona ella, preocupada.

Parpadeo varias veces antes de poder enfocar la vista.

—Sí, genial.

Ella lleva su cabello pelirrojo recogido en un moño, de una manera que resalta sus pecas naturales. Es hermosa, y la envidio por eso. En el sentido más sano de la palabra.

—Te ves pálida —insiste ella—, ¿quieres que llame a Beatrice?

—¡No! —respondo más rápida y alterada de lo normal.

Brynlee me dedica una mirada desconfiada y preocupada, pero desiste.

Yo agradezco al cielo que Beatrice nos ha dado un descanso entre las prácticas sin patines y el entrenamiento sobre hielo.

—¿Es un bajón de azúcar?

—No.

No puedo ni quiero decirle lo que me pasa, no me siento capaz.

Esta noche, la misma pesadilla de siempre ha vuelto y, por ello, llevo todo el día sin comer. Le he mentido a Beatrice y llevo cuatro días ignorando las llamadas de Darien por miedo a lo que me pueda decir. Mi madre, sin embargo, no se ha dignado a dejar ni un mensaje.

—Entonces, ¿seguimos?

Asiento mirando hacia ella.

Mis patines cortan el hielo mientras yo me deslizo con suavidad por él. Ahora que Beatrice no nos ha dado órdenes, puedo realizar un salto difícil de verdad.

Ignoro la mirada tensa de Brynlee y me muevo para coger impulso. Realizo primero un triple loop partiendo desde atrás e impulsándome con el filo de mi patín. Mis rotaciones salen perfectas, impecables y aterrizo sobre un sólo pie sin perder el equilibrio.

Pero el hecho de que me haya salido bien no disminuye mi sed, sólo la aumenta.

Escucho a Brynlee llamarme a la lo lejos, pero hago caso omiso y vuelvo a coger impulso. Patinando hacia delante esta vez, e impulsándome de nuevo sobre mi filo externo salto y realizo tres rotaciones. Cuando finalizo sobre un pie, tengo toda la atención de la pista puesta en mí.

Patino hacia Brynlee, haciendo que se disperse la atención y dejen de cuchichear sobre mí.

—¡Eso ha sido increíble! —chilla ella— Un triple axel impecable. ¡Es el salto más difícil y tú lo has hecho casi sin inmutarte!

Quiero contestarle, pero otra ola de mareo se ha cernido sobre mí. Apoyo ambos manos en la baranda para tratar de estabilizarme y pienso alguna excusa para irme porque ni de coña voy a poder seguir entrenando hoy.

—Quería hacer uno cuádruple. —respondo para disimular.

—Sólo una persona ha conseguido hacer eso en competición —replica ella—, es lo más complicado de este deporte.

—Ya, Axel Clint.

—¡Exactamente!

—Pero no estamos en una competición ahora mismo, podría haberlo logrado —sigo presionando—. Aún así, he perdido la oportunidad de competir este año.

Ella esboza una mueca triste.

—Si te sirve, los últimos fueron tremendamente aburridos. No quiero imaginar cómo serán los Juegos de Invierno.

No respondo. Sé que lo dice para consolarme porque nadie a quien le guste este deporte se aburre en una competición, aunque no sean los federales o los nacionales.

De corazones rotos y otros desastres ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora