[ꨄ︎] Besos amargos

161 13 1
                                    

Seco mis lágrimas, cambio mi pijama por un vestido y grito cuando Darien trepa por la pared y entra a mi cuarto por la ventana.

—¿No sabes lo que es una puerta? —bramo yo.

—Deja de chillar o tus padres se enterarán y mi entrada triunfal no servirá de nada.

Parpadeo varias veces.

—¿Has escalado un piso entero? —él asiente como si nada y se apoya contra la pared— Estás loco de atar.

Cierro la ventana, que ni siquiera yo sabía que estaba abierta con el frío que hace, pero cuando trato de moverme, Darien se encuentra detrás mío. Mi respiración se acelera.

—¿Para qué me has pedido que venga? —desliza un dedo por mi cuello.

Me giro hacia él tratando de calmar mi pulso y hablar con coherencia a la vez. Sus ojos oscurecidos me repasan cuando lo encaro.

—Llevas una semana sin hablarme.

Su semblante decae un poco.

—Creí que eso era lo que querías.

Río histéricamente ante la ridiculez de sus palabras.

—¿Cómo voy a querer eso? —lo observo, dolida.

—Edith... —la advertencia en su voz, la contención con la que habla es lo que me hace reaccionar. Lo tomo de la camiseta con brusquedad y lo beso.

Él me lo devuelve, ligeramente sorprendido, aunque no tarda en abrir su boca para intensificarlo. Este beso no se parece en nada a los demás, es urgido, caliente y necesitado. Me encanta.

Las manos de Darien recorren mi pelo, mi línea del cuello, mi clavícula... No puedo evitar soltar un gemido bajo contra su boca. Eso parece despertar algo en él porque tira al suelo todas las cosas (ropa, libros...) que habían en mi escritorio y me coloca sobre la tabla. Abro mis piernas para que él se cuele entre ellas.

Tiro de su camiseta para sacarla y la tiro al suelo cuando lo consigo. Darien desliza su mano por mi muslo, haciendo que el calor se arremoline en mis mejillas. Agarro sus hombros para besarlo de nuevo cuando me percato de la tinta que baña sus brazos.

—No sabía que tuvieras tatuajes.

—Sólo en los brazos. —su voz sale como un gruñido ronco.

Paso un dedo curioso por la tinta negra. No necesito preguntar lo que significa la moto, tampoco el corazón con una palanca (casualmente idéntica a la que tiene su moto), pero sí lo hago por el ave que reposa en su bíceps.

—¿Qué significa? —observo su rostro. Con las mejillas coloradas y el pelo rubio revuelto luce aún más guapo.

—La libertad —entierra su nariz en mi cuello, provocándome un jadeo—. Porque las aves pueden volar libres hacia donde gusten. Tú eres una de esas aves, Edith, sólo falta que te des cuenta.

En el momento, no caigo en la importancia que tienen sus palabras. Las ignoro cuando debería de darles mucha más atención.

—Son bonitos. —comento yo, cambiando de tema.

Darien se separa de mi cuello y me muestra su otro brazo. En su muñeca, se hallan dibujadas dos estrellas.

—Por mis abuelos y por Lana.

De corazones rotos y otros desastres ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora