[ꨄ︎] Hogmanay

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Tres capítulos para el final, calentando motoooores.

Frunzo el ceño cuando me encuentro la cocina completamente vacía. Salgo de ahí para encontrar an mis padres, que están sentados en el salón viendo una competición repetida de Axel Clint.

—Mamá, ¿por qué no hay comida?

—¿Tienes hambre?

Niego veloz con la cabeza. No he estado comiendo mucho estos días.

—Lo pregunto porque hoy es la fiesta de año nuevo y tú sueles hacer grandes banquetes para esto aunque seamos tres.

Ella mira a mi padre. Ambos se dedican una sonrisa cómplice que me hace entrecerrar los ojos.

—Verás, Edith...

—Mamá y yo hemos sido invitados a cenar con los Mcleid.

—¿Solamente mamá y tú? —elevo una ceja.

—Oh, tranquila, también te llevaremos a ti.

—Venga ya, ¿no estabas haciendo hace unos días un espectáculo de celos paternales por Darien?

—Nicholas le ha prometido esta mañana un plato de haggis, neeps y tatties.

—Que fácil eres de comprar, papá. —lo regaño, él se encoge de hombros.

—Como sea —mamá le quita importancia con un gesto de manos—. Tú arréglate que esta noche ves a tu novio. ¡Y nada de chupetones!

Gruño por lo bajo. Yo no les he contado que Darien y yo estamos saliendo, lo han adivinado ellos solos y yo no lo he negado.

Me siento en el sofá con ellos para ver repeticiones de competiciones importantes que ya he visto cien veces. Papá las odia en realidad, pero las ve por mamá y por mí.

Aunque no sea lo que yo esperaba, me alegra que hayan decidido aceptar la invitación de los Mcleid porque sé que echarán de menos Edimburgo en un día tan señalado. Y es que en Edimburgo se celebra una fiesta de cinco días para dar el año nuevo llamada Hogmanay, en donde las personas salen a la calle con antorchas. Y justo hoy es el fin de esta fiesta. Es cierto que la tradición también llegará a Glasgow (a toda Escocia, en realidad), pero no será igual que en Edimburgo y puede que ellos lo echen de menos.

Me entristecería que así fuera. Por eso, los abrazo con fuerza todo lo que puedo.

ꨄ︎ ꨄ︎ ꨄ︎

Con los ojos empañados, observo mi reflejo a través del espejo que he destapado en mi habitación para poder ver como me queda el traje de año nuevo. No sé si ha sido buena idea.

En esta ocasión, he elegido un vestido negro y brillante con mangas abullonadas que me llega hasta la altura de las rodillas. El traje es excepcional, pero me hace sentir insegura con mi cuerpo. Seco rápidamente las lágrimas que estaban a punto de caer para no arruinar mi maquillaje. Suspiro y me siento en la cama.

Pronto, mamá me llama desde abajo para ir hasta la casa de los Mcleid. Los nervios se arremolinan en mi estómago de pensarlo porque será la primera vez que esté con ellos desde que salgo oficialmente con Darien.

—Andando. —escucho a papá gruñir cuando llego al piso de abajo.

—En coche. —replica mi madre.

—Andando.

—No, en coche. —apoyo a mi madre.

Papá suspira, derrotado, y toma las llaves para conducir. Mamá y yo sonreímos, victoriosas.

De corazones rotos y otros desastres ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora