N/A: Bueno, no me quiero enrollar mucho, pero hasta aquí ha llegado De corazones rotos y otros desastres. De antemano, quiero agradecer a todos los que habéis llegado hasta aquí y a todos los que habéis dejado votos y comentarios a diario porque, aunque no siempre pueda responder, los leo todos.
No ha sido un libro fácil de escribir por la complejidad de sus temas y lo delicados que son, pero os puedo asegurar que he disfrutado muchísimo en el proceso. Espero que vosotros también hayáis podido disfrutar de la lectura.Ya está, a leer. Y recordad que, aunque acabe, esto es solo el principio.
DOS AÑOS MÁS TARDE
Cuando el tatuador acaba, me levanto de la camilla para ver el tatuaje. Me pongo frente al espejo y sonrío mirando el pequeño patín plasmado en mi cadera.
Y es que, para mí, este tatuaje no significa que desde siempre me haya gustado patinar, es un símbolo de que he tenido miedo, pero he vencido. Que estoy viva y lista para seguir peleando.
Tras pagarle al tatuador, salgo del estudio. Mis pasos son firmes y seguros, pues sé perfectamente a dónde quiero ir.
Una fina capa de lluvia cae sobre mí mientras avanzo por las calles de Glasgow, un lugar que conozco muy bien. Posiblemente mi hogar.
No tardo mucho en llegar. La fachada se encuentra exactamente igual que la última vez que estuve aquí: blanca, negra y dorada; con un gran letrero que pone Restaurante Mcleid.
Una pequeña sonrisa tira de mis labios antes de tomar el pomo de la puerta y abrir. Dadas las horas que son, el lugar todavía no está lleno al completo. Me siento en una mesa y me detengo a leer el menú.
—Buenos días, señora —me dice alguien—, ¿quiere algo?
Levanto mi mirada del menú y me topo con la suya, azulada como los océanos. Él despega su vista muy lentamente de su libreta. Cuando sus ojos hacen contacto con los míos, mi mundo se paraliza. Todo pasa a cámara lenta.
—Darien.
—Edith.
Sin poder esperar un minuto más, me levanto de mi asiento y lo rodeo con mis brazos. Él no tarda en imitar mi gesto.
Dos años. Había estado dos años sin verlo
y casi sin recibir noticias de él o de su familia porque el internado no permitía visitas a personas fuera del entorno familiar. Y verlo ahora, después de todo este tiempo, se siente como volver a casa después de un gélido día fuera.—¿Estás...? —me pregunta cuando me aparto. Yo asiento.
—Estoy curada.
Su sonrisa es tan brillante que las estrellas podrían tenerle envidia. Me toma en brazos y me hace girar.
—Necesito hablar contigo —me informa, dejando caer su libreta sobre mi mesa—, pediré un rato libre. Espérame en la cafetería de Ivory's.
No me deja tiempo para responder. Abandono el restaurante y me dirijo hacia donde hemos acordado. Me invade la sensación de nostalgia cuando compruebo que todo sigue igual que antes de que me fuera.
Los libros, el estilo bohemio del lugar, el olor a café y chocolate..., pocas cosas han cambiado en Ivory's.
Me dejo caer sobre una mesa alejada de las demás y me permito disfrutar de un café de vainilla. Darien llega un par de minutos más tarde.
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De corazones rotos y otros desastres ©
RomanceUna competición, un día de lluvia y un conductor en absoluto prudente es todo lo que se necesita para hacer que salten las chispas del odio..., ¿o quizás del amor? Portada realizada por: @Thera_mis.