CAPÍTULO FINAL
N/A: Dejo esto por aquí antes de que me absorban los exámenes finales y me voy. Muy pronto tendréis el epílogo, pinky promise.El sol aún no ha terminado de salir cuando me escapo de casa a hurtadillas.
Por suerte, mamá y Tormentosa están durmiendo juntas, así que mi salida no se ve entorpecida por nadie.
Mis piernas tiemblan de pánico, todavía no puedo creer lo que estoy a punto de hacer. Conducir una moto por las calles de Glasgow es una cosa y participar en una carrera peligrosa e ilegal es otra completamente distinta. Si esto sale mal, no sé como se lo tomará Darien. Lo destrozaría. Por eso, me encargaré de que nada pueda salir mal.
Le he dejado una nota en la mesa de la cocina a mamá diciéndole que voy a la casa de Bryn a ensayar con ella su programa para los Juegos de Invierno. De Darien no he tenido noticias porque anoche apagué el móvil. No quiero saber cuál es su opinión de mí ahora mismo.
Tomo un taxi para llegar a la dirección que me ha dado Benjamin. Con cada calle que recorremos, siento que mis nervios y temblores empeoran. Quiero echarme para atrás y salir corriendo, volver casa y olvidarlo todo, pero las palabras de Darien se repiten en mi mente una y otra vez. Si no lo hago por mí o por él, que sea por el futuro de Zane.
El taxi me deja en un descampado en donde no hay nadie. Tras preguntarme tres veces que si estoy segura de lo que estoy haciendo, le pago y me bajo. Pronto, diviso una puerta negra a lo lejos. Está enrobinada y vieja, pero mi intuición me dice que es ahí a donde tengo que ir.
La puerta cede con un chirrido molesto. Cuando entro, parece como si hubiese cambiado de mundo, lejos de aquel triste descampado desolado. Aquí, miles de personas rugen de emoción, esperando a los participantes. El circuito está aislado con unas vallas para que nadie se entrometa, la carretera en cuestión está hecha de arena y no se ve muy segura. Siento un ligero mareo cuando veo las curvas que tendré que tomar.
No entiendo como a los Mcleid les gusta esto.
Benjamin ya está dentro del circuito. Me hace un gesto para que vaya hasta donde está él. Salto una valla, sin perderme los comentarios de "esta chica de ha perdido" o "¿a dónde vas así, nena?" Si no fuese por Darien y Zane, me iría de aquí en menos de un segundo.
—Creí que no vendrías —comenta con condescendencia—, ya veo que realmente has perdido la cabeza por Darien.
—Eso no es asunto tuyo —replico—, sólo estoy aquí para que pagues sus fianzas.
—Si me ganas. —me recuerda.
Yo pongo mi mejor mueca de miedo, haciendo que se crea el cuento de la niña asustada.
—No necesito ganar la carrera para que las pagues. Lo prometiste.
Él me mira con superioridad.
—Me da igual quien gane la carrera, tú deberás ganarme sólo a mí.
—¿Dónde está mi moto?
Él señala una negra detrás mío. Es muy parecida a la de Darien, así sabré manejarla.
—Buena suerte, pequeña Weiss.
Su moto se halla al lado de la mía, la chica que indica el inicio de la carrera ya se ha ubicado en la pista. Mi juego empieza.
—Benjamin —lo llamo mientras finjo pintarme los labios mirándome en el retrovisor—, ¿podrías buscarme un casco?
—Aunque me distraigas y salga tarde, te ganaré de igual manera —se dirige hacia la grada—. Pierdes tu tiempo, Edith Weiss.
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De corazones rotos y otros desastres ©
Roman d'amourUna competición, un día de lluvia y un conductor en absoluto prudente es todo lo que se necesita para hacer que salten las chispas del odio..., ¿o quizás del amor? Portada realizada por: @Thera_mis.