[ꨄ︎] Disculpas, números de teléfono y ensaladas

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N.A: ¡Feliz Navidad a todos! Aquí os dejo un nuevo capítulo que no planeaba subir, pero como he terminado los exámenes y estoy contenta, lo dejo por aquí. :)

Mis padres echan un último vistazo nostálgico a la casa antes de irse. Me dan un abrazo y mi padre sale solo a buscar el coche.

Mi madre y yo nos quedamos a solas por unos minutos.

—Siempre he sido la más dura contigo —me dice ella, yo la observo apoyada desde el marco de la puerta— porque tú siempre has sido la más capaz. Más que tu padre, más que yo y, sobretodo, más que cualquier patinadora en todo Reino Unido.

—Lo sé. —respondo con frialdad.

—Ahora me doy cuenta de que quizás no fue lo mejor —sus ojos se nublan—. Te hice daño con mi trato. Espero que algún día puedas perdonármelo.

Ya lo he hecho, pienso, pero no me atrevo a verbalizarlo. No cuando estoy al borde de una crisis.

Mi madre se gira y sube al coche de mi padre. Desde lo lejos, los despido con un gesto de manos y una sonrisa de boca cerrada. No rencores por hoy.

Entro de nuevo a mi casa cuando se alejan y me dispongo a desayunar algo sano. Por ellos, voy a comer por ellos. Tomo una manzana de la despensa, sólo para darme cuenta de que mis padres me han llenado todos los armarios de comida nueva sin que yo se lo pida.

Los primeros dos bocados me cuestan mucho. El miedo me remueve el estómago. Pero luego me permito saborearla. La comida es un privilegio, no un castigo o una tortura y yo, como persona, estoy en mi derecho a disfrutarla.

Cuando me termino la manzana, agarro mi móvil y le escribo a un psiquiatra al que solía ir cuando me mudé aquí. Cometí el error de creer que ya estaba bien, pero puedo solucionarlo, volveré a terapia.

Mis padres tienen fe en mí, yo también debería tenerla. Voy a mejorar.

ꨄ︎ ꨄ︎ ꨄ︎

Vuelvo a casa andando después de un largo entreno en la pista.

Beatrice ya se ha comunicado con mis padres y ha inspeccionado mi estado de salud. Como hoy he intentado comer y lo he logrado, no ha puesto ninguna queja. Incluso me ha regalado una reconfortante sonrisa.

Estoy a unas pocas calles de mi casa cuando me cruzo con Miley.

—¡Edith! —me llama desde la otra acera.

Cruzo y sonrío con algo de timidez. Me he propuesto ser más social y voy a empezar desde ya.

—Hola, Miley.

—¿A dónde vas?

—A mi casa —le contesto—, ¿y tú?

—Voy a ver a Darien con los chicos —entrecierra los ojos hacia mí—. Estoy segura de que iba a invitarte hoy.

—No tengo su número.

Ella abre los ojos, sorprendida.

—Vaya, y yo que creía que ya estabais saliendo —se queja—. Veo que vais más lentos de lo normal.

—¿Qué? —murmuro con confusión— Darien tiene novia.

Miley se ríe a carcajadas hasta que ve mi rostro y comprueba que hablo en serio. Entonces, adopta una mueca similar a la mía.

De corazones rotos y otros desastres ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora