Liam Dunbar

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Miras la escena que tienes delante. Liam se quedó allí, temblando, mirando su mano ensangrentada con garras. En él había un corazón humano. Lo miró a él y luego a su atacante en el suelo, con la cavidad torácica abierta y los ojos todavía paralizados por el miedo.

Liam también estaba congelado, y era un marcado contraste con la forma en que había estado momentos antes, superado por la ira.

No era la primera vez que lo veías enfadarse; la combinación de su T.E.I y su naturaleza de hombre lobo es aterradora a veces. Sin embargo, nunca lo habías visto así, con pura ira y asesinato en sus ojos, sin siquiera dudar antes de atacar.

Ahora, él era solo una cáscara rota del fuego que habías visto antes.

El corazón en la mano de tu novio cayó al suelo de una manera grotesca, revolcándose en su sangrienta humedad antes de llegar a un lugar de quietud, ambas líneas de tus ojos se enfocaron en el.

Luego miraste a tu novio, pero él no te miraba a ti. Su mirada estaba en algún lugar lejano, haciendo que la pequeña distancia física entre ustedes dos de repente se sintiera como millas. Luego miró su propia mano, todavía con garras en la punta y cubierta con la sangre de otra persona.

Mató a alguien. Acaba de matar a alguien y no sabía a dónde ir desde allí.

Exhaló un suspiro tembloroso.

—Liam- —dijiste, avanzando para consolarlo.

Sacudió la cabeza lentamente, sin dejar de mirar su mano y sus garras retraídas.

—Yo️ solo- yo quería protegerte. Iba a matarte —dijo, sin darte explicaciones, pero justificando sus acciones para poder seguir viviendo consigo mismo por otro momento.

Llegaste a su lado, poniendo una mano en cada uno de sus hombros.

—Shhhhh, lo sé, cariño. Lo sé. Está bien —le tranquilizaste. Claramente todavía estaba en su propia cabeza y solo querías traerlo de vuelta a ti. Querías ayudarlo, aliviar su dolor.

Rodó sus dedos en su palma lentamente, apretando su mano en un puño flojo.

—Nunca quise que me vieras así, como un monstruo —explicó.

Negaste con la cabeza, dando la vuelta para enfrentarlo. Pusiste tus manos a ambos lados de su rostro.

—No lo hago, ¿de acuerdo? No eres un monstruo. Me salvaste. Eres la razón por la que todavía estoy aquí, justo frente a ti —me consolaste, tu voz suave.

Tu novio dejó escapar otro suspiro tembloroso, los ojos empañados pero sin lágrimas.

—Lo sé, Alice. Lo sé. Y haría cualquier cosa para protegerte, pero todavía... todavía estoy- —comenzó.

—Shhhh, no, está bien. Hiciste lo que tenías que hacer —le consolaste.

Él asintió, tragando saliva.

—Yo️ no- yo️ no me arrepiento. Pero no tenía que matarlo. Cuando lo vi, vi que te iba a lastimar- no lo sé. Me enojé tanto. Lo quería muerto. Nadie debería nunca —se desvaneció cuando se dio cuenta de que estaba perdiendo el control nuevamente.

A estas alturas, su respiración era pesada y se alejó de ti mientras sus ojos se volvían de un azul brillante. Apretó sus manos en puños apretados a sus costados, causando que sangraran donde sus garras se clavaron en sus palmas.

Ya habías visto su forma de hombre lobo antes: visto el tono amarillo brillante de los ojos del beta. Él te había revelado esa parte de sí mismo. Él confiaba en ti.

Pero ahora esos mismos ojos eran azules. Eran los ojos de un asesino y eso tenía un peso innegable.

Pusiste una mano en su rostro.

—Está bien —susurraste, guiando suavemente su cabeza hacia ti.

Se paró frente a ti una vez más.

—Son diferentes —afirmó. No podía verlos, pero lo sabía—. Soy diferente.

Asentiste en confirmación.

—Son diferentes —repetiste, tocando su mejilla con una mano y pasando el pulgar justo debajo de su ojo—. Pero sigues siendo el chico del que estoy enamorada.

Sostuvo tu muñeca en su mano y te dio una leve sonrisa mientras sus ojos volvían a su sombra humana de azul.

—Yo también te amo.

𝐑𝐀𝐍𝐃𝐎𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora