Daemon Targaryen

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Cuando Alyssa tenía diez años, se metía en muchos problemas por portarse mal. Nunca estuvo demasiado complacida de seguir las reglas. El rey y la reina nunca la castigaron, sabiendo que no tenía malas intenciones y que se estaba divirtiendo, después de todo, solo era una niña.

En un incidente en particular, accidentalmente derribó una pequeña mesa con libros cuando no estaba prestando atención. La única persona que la rodeaba en ese momento era Otto Hightower y ya tenía suficiente. Él siempre la consideró una mocosa malcriada sin problemas, a menudo presionando al rey para que la despidiera.

-Niña insolente -siseó, agarrando su brazo bruscamente y haciéndola chillar-. Estoy harto de ti.

-¡Para!

-Si vuelves a ponerle la mano encima, te sacaré los ojos.

Daemon se dirigía a salir cuando escuchó la conmoción y decidió comprobar qué había sucedido. Inmediatamente empujó a Alyssa detrás de su cuerpo, frente a Otto, quien parecía haber visto un fantasma.

-Mi príncipe, esta chica-

-Es mi sobrina. Y tú, de todas las personas, no tienes derecho a hablarle ni a tratarla así. Aprende tu lugar porque me estoy cansando de ti.

A partir de ese día, Otto no siguió tratando de deshacerse de la princesa y Daemon se convirtió en su protector. No importaba lo que pasara, si ella tenía la culpa o no, él siempre estaría ahí para ella. Viserys sabía exactamente lo que estaba haciendo, pero permitió que continuara, sabiendo muy bien que Alyssa era posiblemente la única forma de castigar a su hermano.

[...]

Cinco años después

El pozo del dragón se llenó de risas esa mañana. Alyssa estaba jugando con su dragón Armax. Supuestamente fue allí para entrenar y aprender algunas cosas nuevas de los guardianes de dragones, pero solo fue una artimaña para escapar del castillo.

Armax era un hermoso dragón con escamas de color verde pálido. Era muy juguetón y despreocupado, y a menudo se le veía con Syrax, el dragón de Rhaenyra. Alyssa lo visitó varias veces a la semana, sabiendo que se siente solo sin ella allí.

Después de comer, Alyssa se apoyó en sus patas delanteras. Ambos estaban cansados ​​de las travesuras de la mañana. Se despertó sobresaltada cuando escuchó un chillido familiar. Caraxes. Daemon llegó a casa. Instantáneamente sintió alegría cuando vio un dragón rojo aterrizando afuera. Alyssa se apresuró a saludar a su tío, emocionada de verlo.

-¡Daemon! -Alyssa saludó alegremente mientras bajaba de su dragón. El príncipe rebelde se dio la vuelta ante su llamada, una sonrisa complacida cruzó su rostro.

-Alyssa -abrió los brazos para recibir un abrazo. Alyssa lo abrazó con fuerza como si fuera a desaparecer-. Te he echado de menos, princesa.

-Y yo también te extrañé -Alyssa se alejó un poco para sonreírle-. ¿Te vas a quedar un rato?

-Quiero quedarme aquí de forma permanente, pero tu padre probablemente me exiliará de nuevo -Ambos se rieron. Viserys había exiliado a Daemon varias veces, solo para aceptar su regreso más tarde.

Caraxes entró en el pozo y se encontró con un resoplido juguetón, lo que lo hizo resoplar de molestia. En la familia se sabía que Armax y Caraxes se llevaban muy bien, pero a uno le faltaba la paciencia para seguir el ritmo del otro.

Daemon y Alyssa caminaron juntos hacia el castillo. No podía dejar de mirarla. La amaba con todo su corazón. Algunos podrían describirlo como un hombre sin sentimientos ni respeto por nadie en su vida, pero eso estaba lejos de la verdad. Daemon valoraba a su familia y se preocupaba profundamente por cada uno de ellos. Sin embargo, Alyssa siempre ha sido su favorita. Él siempre le traía la seda más fina, las joyas más hermosas, libros asombrosos y todo lo que ella pudiera desear. Si ella lo quisiera, lo conseguiría.

𝐑𝐀𝐍𝐃𝐎𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora