Capítulo 5

91 19 120
                                    

Observo a Marcos durante toda la reunión de monitores. Parece tranquilo y ríe despreocupado, pero yo sé que algo anda mal con él. Está fingiendo, planeando algo. Está claro que la probabilidad de habernos encontrado aquí tantos años después es tan remota que seguro que esconde algo, y yo pienso descubrir qué es.

¡Ajá! Se rasca la nuca y se muerde la uña del meñique mientras escuchamos hablar a Ana, la coordinadora del campamento. Eso es un claro signo de nerviosismo. Lo apunto en la página izquierda de mi cuaderno (izquierda para el Caso Marcos, derecha para las indicaciones de Ana) y me muerdo el labio inferior de forma distraída. Reprimo un siseo cuando Nora me pega un codazo en las costillas.

Giro la cabeza hacia ella con los ojos entrecerrados, sin saber muy bien qué quiere. Me está mirando con una ceja enarcada y hace un par de señas prudentes en dirección a Marcos, con la pregunta escrita en la mirada. Sí, vale. A lo mejor no estoy siendo tan discreta como pensaba. En ese momento, Marcos tose de manera sospechosa y me apresuro a tomar nota de ello. A mi lado, Nora suspira.

Ana termina de explicar las actividades de esta primera parada del campamento y yo creo haberme enterado bien de alrededor de la mitad. Es por eso que no me extraña cuando, al acabar la reunión, Nora me toma del brazo y me conduce a la enfermería del colegio en el que nos estamos quedando. Puede ser que tengamos alguna tarea por aquí y yo no lo recuerde. Mi compañera cierra la puerta a nuestras espaldas y se gira hacia mí con una sonrisa traviesa que intenta contener.

—Bueno, ¿me lo vas a contar ya?

—¿Contar el qué?

—¡Pues qué va a ser! Lo que te pasa con el monitor ese pelirrojo tan mono.

Me cruzo de brazos y se me seca la boca. Creo que acabo de caer en una trampa.

—¡No es mono!

Nora me saca la lengua.

—¡Sí que lo es! Además, está claro que te gusta. Si no, no lo mirarías tanto.

Me encojo aún más sobre mí misma. Si cierro los ojos muy fuerte, a lo mejor puedo fingir que no me arde la cara de la vergüenza.

—No lo miro. Y nunca volvería a estar con alguien como él, eso seguro.

Nora se acerca a mí. Estoy acorralada contra una de las paredes de una sala demasiado pequeña. El corazón me martillea el pecho.

—¿O sea que has estado con alguien como él? Suéltalo todo. Ya te he dicho que estudio psicología, puedo ser muy persuasiva cuando quiero.

Me aparto de ella con un resoplido. Es desesperante. Nunca nadie había conseguido irritarme tanto como ella. Sin embargo, también es la única persona a la que no siento hostil de todo el campamento, y eso la convierte en la única a la que podría confiar mi secreto. Cierro los ojos y respiro hondo. Espero no arrepentirme de esto.

—Estuvimos saliendo un tiempo, ¿vale? En el instituto. Cortamos poco después de empezar la universidad y le había perdido el rastro hasta hoy. No sabía que estaría aquí.

Nora arrastra una silla y se deja caer sobre ella. Se apoya en la mesa, con la cabeza sobre sus manos.

—¿Por qué lo dejasteis?

Es una historia demasiado larga como para contársela a una desconocida. Además, no es algo que me guste recordar.

—Él entro en la carrera que ambos queríamos. Yo no. No paraba de restregarme que estaba cumpliendo su sueño y no sé. El caso es que lo dejé. Punto. No hay más historia.

Nora enarca las cejas.

—¿O sea que estabas celosa?

—¡No!

Dicho así, suena mucho peor de lo que es. Es decir, puede que estuviera un poco celosa, pero es culpa de Marcos por mencionar en todo momento lo que hacía en clase. Casi parecía como si quisiera recordarme que él había conseguido nuestro sueño y yo no. Yo no era ni guapa ni lista, ni tenía una personalidad arrolladora. En resumen, Marcos se encargó de demostrarme que no era suficiente para él si no era capaz siquiera de ser suficiente para mí misma. No es de extrañar que no quisiera volver a verlo nunca más.

Nora niega con la cabeza y se cruza de brazos. Sin apenas ruido, se pone en pie y comienza a pasearse por la sala mientras yo, acalorada, la sigo con la mirada. A pesar de que apenas la conozco de esta mañana, reconozco esa clase de comportamiento: está maquinando algo y estoy convencida de que no va a gustarme.

—En verdad, da igual por qué lo dejarais —comenta. Yo suspiro y ella levanta la cabeza para clavar sus ojos en los míos—. Lo importante es que está claro que aún sigues sintiendo algo por él.

Doy un respingo. Eso no me lo esperaba.

—¿Qué? No. Es solo que me pone nerviosa que esté aquí después de lo mal que terminamos.

Mi compañera deja de caminar para situarse a mi lado y pasarme una mano por encima del hombro con condescendencia. Deja escapar el aire.

—Lo entiendo. No quieres admitirlo porque eres claramente Tauro y eres una cabezota, pero deberías intentar conectar con tu yo interior, que está gritándote ahora mismo para que le comas la cara a tu ex. ¡A lo mejor es tu oportunidad de pedirle perdón y arreglar las cosas!

—Soy Capricornio.

—Lo mismo es.

Me deshago del brazo de Nora. No quiero seguir con esta conversación, y menos si vamos a estar hablando de cuestiones de mi pasado sobre las que no me siento orgullosa. Tal vez exageré al dejar a Marcos por tan poco. Puede que en realidad él no fuera tan pesado y que Nora tenga razón y sean solo celos. De todas formas, lo pasado, pasado está. Hace alrededor de cinco años que corté con él, demasiado tiempo como para poder retomar una relación que no acabó en buenos términos. Además...

—No es solo eso, Nora. Sigo diciendo que no me gusta Marcos, pero, aunque me gustara, no puedo salir con él. Por mil motivos. Hace mucho que lo dejamos y encima estoy segura de que esconde algo. Lleva comportándose raro desde que lo he visto y sé que trama algo. Le conozco.

Nora ríe y me mira como si acabara de pillarme robando caramelos.

—¿Y no será que actúa raro porque acaba de ver a su ex del instituto? ¿Tú has visto lo que has estado haciendo desde esta mañana?

Pongo todos mis esfuerzos en no sonrojarme de nuevo. Odio que tenga razón.

—Vale, pero no quiero tener nada que ver con él. Punto.

Esa estúpida sonrisa sigue en la cara de Nora cuando abro la puerta de la habitación para marcharme.

—Eso ya lo veremos —declara.

***

Recuento total de palabras: 1091

Diez citas para olvidarte [COMPLETA] #DjAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora