El viaje de Vizcaya a Sitges es el más largo desde que fuimos a Asturias, y yo me las he apañado para acabar sola en uno de los dos autobuses, con Fran y Marcos en el otro. No quiero hablar con nadie, ni pensar, así que me limito a observar cómo cambia el paisaje por la ventana. El verde de las plantas va desapareciendo a medida que nos acercamos al Mediterráneo, al igual que lo hacen mis energías.
Ni siquiera tengo fuerzas para reflexionar sobre el día de ayer y la confesión de Marcos en el Guggenheim. Parece ser que no conozco al chico pelirrojo que va en el otro autobús, ni lo he conocido nunca. ¿Cómo no pude darme cuenta de lo que le estaba pasando por la cabeza? ¿Cómo pude ser tan ignorante?
Suspiro y apoyo el lateral de la cabeza contra el cristal. A mi lado, Martín está concentrado con la caja de cristal en la que guarda su tortuga. La tiene colocada sobre el regazo mientras con las manos parte pequeños trozos de lechuga y se los va dando poco a poco al animal. El niño ha tenido que sentarse delante conmigo para evitar vomitar otra vez, pero no parece importarle estar aislado de sus compañeros. Le echo un vistazo por el rabillo del ojo y lo noto feliz y concentrado por completo. Al menos estas tres semanas han hecho feliz a alguien.
—No sabía que las tortugas comieran hojas —le comento.
Aunque Martín continúa atento a su tarea, los ojos se le iluminan al hablar de animales.
—Oh, sí. Comen un poco de todo. A Micaela le gusta la lechuga, aunque a veces también acepta frutas o bayas. ¿Sabías que si la cuido bien puede llegar a vivir hasta cincuenta años?
En realidad, nada de esto me importa mucho, pero finjo sorpresa.
—¿En serio? Eso es mucho tiempo.
Martín aparta la mirada de la tortuga a la vez que se recoloca las gafas.
—No pareces sorprendida.
Vaya, no soy tan buena actriz como pensaba.
—Sí que estoy sorprendida —le aseguro.
El niño esboza una sonrisa triste.
—No pasa nada si no lo estás, en serio. Sé que estás triste por otra cosa y entiendo que Micaela no te interese mucho.
Entreabro la boca. No soy capaz siquiera de negarlo.
—¿Cómo...?
—Es que te comportas un poco como cuando Micaela y yo nos perdimos, como si no supieras muy bien dónde estás. —Martín agacha la cabeza, azorado—. Perdón otra vez por eso.
Este niño es demasiado listo para su propio bien. Seguro que él se habría dado cuenta al instante de que Marcos le estaba mintiendo con lo de la carrera. Otra vez, superada por niños de doce años. Soy un completo desastre. Suspiro y me hundo en mi asiento.
—A lo mejor yo puedo intentar ayudarte —murmura Martín. En mi rostro se forma una sonrisa irónica.
—Gracias, pero no sé si alguien puede. —Tomo aire—. Es que... bueno. Es complicado. Mi tortuga y yo nos hemos peleado y no sé si es culpa mía o culpa suya. Hace años nos enfadamos mucho porque mi tortuga estaba triste y la pagó conmigo, pero es que yo no sabía que estaba triste. Y ahora estoy enfadada porque me mintió y entonces el enfado fue estúpido y me siento mal por no haberme dado cuenta de que mi tortuga estaba triste.
Martín me mira con el ceño fruncido, como si me hubiera vuelto loca. Puede que tenga razón. Siento que me empieza a arder la cara. ¿Tanto echo en falta a Nora que le estoy pidiendo consejo a un niño de doce años? ¿Con metáforas sobre tortugas? Martín sopesa un poco las palabras antes de responder.
—Bueno, no sé cómo será tu tortuga, pero si erais amigos a lo mejor nunca quiso que te enfadaras. ¿No te pidió perdón?
Enrojezco aún más. Corté todo tipo de relación con Marcos después de dejarlo con él. Ahora que lo recuerdo, no le di ocasión de explicarse. Bien podría haberme pedido perdón si le hubiera dejado.
—Es que... bueno. Es complicado. Cuando seas mayor lo entenderás.
Martín abre la boca como para decir algo, pero acaba cerrándola a los pocos segundos mientras sacude la cabeza. Después, continúa alimentando a Micaela.
—¿Qué ibas a decir?
El niño sacude la cabeza con fuerza.
—No. Nada.
—Porfa, Martín. Para mí es importante.
—Es que no quiero que te enfades conmigo.
—No me voy a enfadar. Prometido
La tortuga engulle una hoja más de lechuga. Martín se gira hacia mí.
—A lo mejor tu tortuga no era buena amiga, pero yo sé que si Micaela y yo nos enfadáramos intentaría entender su punto de vista. Mi madre siempre dice que un enfado deja de tener sentido cuando empiezas a darle vueltas a lo que pasó y empiezas a inventarte cosas en la cabeza.
¿Es eso lo que he hecho? ¿Me he inventado lo que pasó con Marcos? Lo cierto es que su comportamiento de los últimos meses no me cuadra ni con la persona que era ni con la que es ahora. Creo que he estado callada durante demasiado tiempo cuando Martín declara:
—¿Estás enfadada? Me has prometido que no te ibas a enfadar.
—No, Martín. No te preocupes, solo estoy pensando.
Y tengo tiempo de sobra para hacerlo. A lo largo de las siguientes horas, solo pienso en Marcos, nuestros últimos meses juntos y la pregunta del millón: ¿qué me llevó a cortar todo contacto con Marcos? Una idea empieza a tomar forma en mi mente, y no me está gustando lo que estoy viendo.
Al llegar a nuestro destino, estoy a punto de caer al suelo cuando Nora se abalanza sobre mí, aunque no soy capaz de recibirla como debería, ni de preguntar por su familia. Ella parece darse cuenta de que algo no anda bien y me lleva aparte, donde termino por contarle un pequeño resumen de lo acontecido desde el día del beso, así como la conversación con Martín.
A medida que voy soltando las palabras, el nudo en mi garganta se va haciendo más grande y solo desaparece cuando Nora se acerca a mí y me abraza. Respiro hondo y cierro los ojos. Mi amiga me susurra al oído que tiene un último plan para, por fin, averiguar lo que ocurrió entre Marcos y yo hace seis años.
***
Recuento total de palabras: 1022
Quedan solo 10 días y 4 capítulos por publicar, más el noticiario y el epílogo. ¿Vosotros creéis que llegaré? Dentro de nada lo descubriremos.
¿Cuál creéis que es el plan de Nora? Esta chica siempre tiene un as bajo la manga.
¡Hasta el próximo capítulo!
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Diez citas para olvidarte [COMPLETA] #DjAwards
Romance✨NOVELA CLASIFICADA EN LA LISTA CORTA DEL OPEN NOVELLA CONTEST 2023✨ Tras numerosas dificultades para acceder al doctorado, la petición de beca de Leire ha sido rechazada. Ahora ella se ve obligada a hacer lo que pensó que nunca retomaría: trabajar...