Capítulo 9

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Estoy intentando averiguar cómo funciona el cacharro que tengo delante cuando Nora irrumpe en la sala, dispuesta como siempre a acabar con mi tranquilidad.

—¿Se puede saber qué estás haciendo? —me increpa.

Yo levanto la mirada de mi trabajo con el ceño fruncido.

—Estoy... ¿arreglando el proyector?

Nora resopla y se deja caer a mi lado, en el suelo. Al mirarla a los ojos un escalofrío me recorre la espalda. Llevamos ya casi una semana en Asturias y nunca la había visto tan seria.

—Sabes perfectamente a lo que me refiero. Llevas desde el día de las canoas ignorando a Marcos. ¿Cómo pretendes enamorarlo si pasas de él?

Ah, eso. Bajo de nuevo la mirada para que Nora no pueda ver la mueca en mi boca. Empiezo a juguetear con el aparato que tengo delante. Es nuestro último día en Asturias y la actividad de despedida tiene que estar lista para esta noche, sin falta.

—Estoy ocupada, Nora —replico—. Te recuerdo que estamos trabajando, no de vacaciones. Tengo que terminar esto para esta noche y...

—¡Deja de ser tan Tauro! Estás ocupada porque te has empeñado en encargarte de todas las tareas aburridas para no tener que enfrentarte a tus sentimientos.

—¡Que no me gusta Marcos!

—¡Pues vale! Pero no mientas y admite que has estado evitándolo.

Mi voz suena como la de una niña pequeña al responderle.

—No he estado evitando a nadie.

—¿Te suena hace quince minutos? ¿Cuando Marcos se ha acercado a hablar contigo y tú te has encerrado aquí para hacer lo que sea que estés haciendo?

Vale, puede que haya estado evitando a Marcos. ¡Pero no es mi culpa! Es solo que tengo trabajo que hacer y Marcos me distrae de mis objetivos. Si me despiden, nunca conseguiré el dinero suficiente para pagarme el doctorado. Sin embargo, vacilo antes de responderle esto a mi nueva amiga. Puede que tenga razón al decir que la que se ha puesto esta carga de trabajo he sido yo, por mucho que no esté dispuesta a admitirlo en voz alta.

—En cuanto termine con esto voy a buscarlo y hablo con él.

—Leire, ahora.

Suelto un gruñido. Es imposible lidiar con Nora cuando se le mete algo en la cabeza.

Encuentro a Marcos rodeado de un grupo de niñas, todos sentados en círculo con las piernas cruzadas. Las niñas sueltan risitas a cada oportunidad que tienen y, de vez en cuando, le lanzan a mi exnovio miradas indiscretas que no dejan lugar a dudas sobre su opinión acerca de él. Piensan que es atractivo, y lo cierto es que el mechón que le baila sobre la frente tiene su parte de encanto. Una pena que las niñas no vean como yo que la encantadora sonrisa de Marcos es solo fachada. Sí, lo cierto es que debería retomar mi investigación.

—Hola —saludo—. ¿A qué estáis jugando?

Marcos levanta la cabeza hacia a mí. Sonríe y me mira con ojos de cachorrito, lo que hace que me dé un vuelco el corazón, pero no, no puedo caer en un truco tan barato.

—¡Leire! Hola, ¿qué tal todo? ¿Qué tal vas con la sorpresa de esta noche?

Me encojo de hombros en respuesta. Marcos me abre un hueco en el círculo para que me siente a su lado. Acto seguido, las niñas, ahora algo cohibidas, me invitan a jugar a las palmas con ellos. Lo cierto es que no recuerdo muy bien las distintas canciones y movimientos, aunque Marcos parece todo un experto y me ayuda cada vez que le es posible. Eso, al igual que el continuo roce de su mano sobre la mía, solo consigue sacarme de quicio.

Diez citas para olvidarte [COMPLETA] #DjAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora