Capítulo 14

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En una escala del uno al cien, estoy segura un doscientos por ciento de que mañana voy a tener unos bonitos moratones en el antebrazo. Las pelotas de voleibol son como armas de destrucción masiva a pequeña escala. Apenas llevamos unos minutos de partido y ya me duele la cabeza después de todos los golpes que he recibido.

Lo que hace una por la victoria.

Desde la grada, Sofía no pierde detalle de mis movimientos mientras se toma un zumo de piña. Hace dos días me quedé despierta hasta tarde por estar hablando con Marcos y por mi culpa perdimos el juego de ayer, lo que deja a mi equipo en aún peor posición de la que teníamos al llegar a Cantabria. Sofía todavía no me lo perdona y no quiero descubrir lo que me hará si volvemos a perder. Apenas quedan un par de juegos antes del fin de la segunda etapa del campamento y tenemos que alcanzar la perfección si queremos optar a un digno tercer puesto.

Mi intención era no jugar en el torneo de voleibol. Hemos dividido cada equipo en dos: una mitad encargada de jugar y la otra encargada de preparar un espectáculo artístico para animar al resto. Sin embargo, los otros monitores han decidido jugar al voleibol con su equipo y habría sido demasiado injusto dejar a niños de diez años contra adultos de veinte. Aunque no sé así habríamos tenido más posibilidades de ganar. Suficiente es el haber conseguido llegar a la final. En este momento, Nora anota otro tanto y grita de la emoción acompañada por el resto del equipo.

Ya está. Es imposible luchar contra el destino. Me rindo.

Sin importar mis moratones, acabamos perdiendo, lo que ensancha aún más la distancia entre Las Orcas y el resto de equipos. Espero que en la siguiente reunión de monitores comentemos esto. Para la próxima, no podemos permitir que haya un grupo con excesiva ventaja si no queremos que los niños se rebelen.

Al terminar el partido, intento disculparme con Sofía, pero ella me da la espalda, airada y decide ignorarme. Esbozo una mueca. He hecho lo que he podido, por el amor de Dios. Qué exigentes son los niños.

Encuentro a Nora recogiendo las pelotas y redes. Parece tan emocionada por su reciente victoria que no dudo que necesitará ayuda si no quiere que los balones acaben todos en el suelo. Además, hoy es el último día en Cantabria y tenemos que preparar la maleta para mañana junto con los premios para los ganadores del torneo. La entrega de premios es esta noche y Ana quiere que cuadremos cada detalle al milímetro. En cuanto empiezo a hacer el trabajo con ella, Nora se aparta su pelo multicolor de la cara y sonríe.

—¡A ti te estaba buscando yo! Seguro que sabes mucho más sobre las normas. ¿Está permitido que los niños tengan mascotas?

Me paro en seco y frunzo el ceño.

—¿Cómo?

—Pues eso. Es que no te lo vas a creer. —Nora deja caer una de las pelotas y se sitúa frente a mí—. ¿Te acuerdas el otro día cuando a Martín le dio una indigestión? Bueno, pues resulta que se lo inventó todo. Recogió una tortuga en Asturias y lleva cuidándola desde entonces. Le daba miedo que se quedara sola y quería volver para vigilarla. ¡Menudo pieza! ¿Tú crees que podemos dejar que se la quede?

Sacudo la cabeza. Esa no es la cuestión por la que venía a hablar con ella, por mucho cariño que le haya cogido a Martín.

—Nora, tu equipo lleva demasiada ventaja —le reprocho—. No puedes ganar todos los partidos por ellos. Vamos a tener que repartir puntos entre los otros equipos para que esté más igualado.

Nora frunce el ceño y, cruzada de brazos, se apoya sobre el carro de los balones.

—¿Y por qué no? —Vacila un segundo y yo sé que lo que está a punto de decir no puede ser nada bueno—. No es mi culpa que Marcos y tú perdáis por quedaros hasta tarde comiéndoos la cara.

Me aparto unos pasos a la vez que me abrazo el cuerpo. Siento que me arde la cara. ¿Cómo puede pensar eso?

—¿Qué? Marcos y yo no hacemos eso. Solo hablamos. No lo besaría ni en mil años.

Nora pone los ojos en blanco.

—Claro, y voy yo y me lo creo.

No debería importarme tanto lo que opine Nora de mi vida privada, sobre todo cuando no es verdad. Sin embargo, siento la imperiosa necesidad de justificarme ante ella como si fuera mi madre.

—¡Es verdad! Nos llevamos bien, pero ya está. Hemos hecho las paces y cada vez nos entendemos mejor. —Hago una pausa—. Como amigos.

Mi amiga enarca las cejas.

—Y tú sigues diciendo que no te gusta ni un poquito, ¿no?

Hago una mueca y resoplo.

—He dicho que solo me cae bien.

—Y por eso el otro día te pusiste roja cuando te tocó la cintura para que no te cayeras de la tabla de surf.

—¡No me puse...!

Tal vez en ese momento no me puse roja (o sí, nunca lo sabremos), pero estoy convencida de que ahora sí que estoy azorada cuando escucho unos pasos a mis espaldas que hacen que me detenga en seco. Siento que me voy a desmayar cuando, al darme la vuelta, es Marcos quien se encuentra frente a mí.

Mierda.

Mierdamierdamierda.

Seguro que acaba de escucharlo todo.

En un acto reflejo, me tapo la cara con una de las manos. Tengo la vista tan borrosa que apenas me doy cuenta de que Marcos no nos mira con vergüenza, sino más bien con preocupación. Por su gesto, no parece que haya escuchado nada de lo que acabamos de decir. Aun así, me mantengo alerta hasta que Marcos habla. Tiene la respiración agitada y le cuesta unos segundos tomar aire para poder desvelar la información que trae.

—¿Habéis visto a Martín? Estoy haciendo recuento para la cena y nadie lo ha visto por ningún lado.

—¿No estaba con Fran y contigo?

Marcos sacude la cabeza. Nora y yo compartimos una mirada de preocupación.

—¿Tampoco aparece su tortuga?

La respuesta vuelve a ser negativa y nuestra entrada en acción es inmediata. Unos minutos después, todos los monitores estamos haciendo grupos para ir en busca del niño desaparecido.

***

Recuento total de palabras: 1017

***

Últimamente parece que a Leire todo le sale mal :(

Esperemos que Martín no tarde en aparecer, aunque de momento toca esperar hasta el siguiente capítulo.

Estamos ya a más de la mitad de la novela. ¿Qué os está pareciendo hasta ahora?

Diez citas para olvidarte [COMPLETA] #DjAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora