¿QUE NOS ESTA PASANDO?

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Estaba paseando por mi habitación de lado a lado nerviosa por lo que me querría decir Pablo.

¿Nerviosa? En qué momento este chico me pone nerviosa.

Desde hace bastante

Iba a ir a la terraza a hablar con él, quería saber qué es lo que me iba a preguntar antes de que Pedri nos interrumpiese. Me puse un pantalón y un top de los de balonmano playa con unos calcetines de jugar y las chanclas y me dispuse a salir. No sin antes coger una sudadera. Por mucho que digan que es Sevilla por la noche refresca.

Salgo de la habitación y me dirijo hasta la terraza en la que estuve la noche anterior hablando con Lola.

Lola es mi mejor amiga, sabe absolutamente todo de mi, no hay un solo hueco de mi ser que lola no sepa. Es como mi hermana, siempre esta cuando la necesito y se que puedo llamarla o mandarla un mensaje y que al instante me contestara o se presentara donde sea necesario. 

Ni un minuto después llego a la puerta de la terraza y veo una figura de espaldas mirando el cielo.

- Pensé que no vendrías- dice esa voz tan conocida que hizo que se me erizara la piel.

¿Cómo sabía que era yo?

- ¿Por qué sabes que soy yo? - digo entrando.

- El olor a coco te delata- dice riendo y girándose a la vez.

Esta sin camiseta y eso hace que baje inconscientemente mi cabeza hasta sus abdominales porque otra cosa no, pero bueno esta un rato.

- Eyy medico asesina, mis ojos están aquí- dice señalando con dos dedos sus ojos haciendo que yo levante rápidamente la vista hasta los mismo. Viendo como está dándome un repaso de arriba abajo parándose en mis tetas.

- Lo mismo digo demonio de Tasmania- le contesto haciendo que también suba su mirada conectándola con la mía.

- Culpable- dice levantando las manos.

- ¿Qué querías preguntarme?- le digo para empezar la conversación.

- ¿Estás bien? - dice acercándose un poco a mí.

Wow, esa pregunta me ha pillado desprevenida completamente. No me la esperaba para nada.

- Sí, claro ¿Por qué no iba a estarlo? - digo extrañada-. ¿Eso era lo que me ibas a preguntar?

- No. Pero quiero que me respondas primero a eso.

- Estoy bien, ¿Por qué lo dices?

- ¿Y porque no duermes? - me dice mirándome a los ojos ¿tiernamente?

Ahí estaba la pregunta.

Ahora entiendo la primera. Y porque tanta delicadeza para hacerla.

- ¿Otra vez?- pregunto-. Duermo todas las noches.

- ¿cuánto?, ¿dos, tres horas como mucho?.

- ¿Y eso a ti que más te da? - digo un poco a la defensiva.

- Me da porque sé que desde ese día eres incapaz de dormir. Porque estuve contigo aquella noche y vi como lo pasabas mal cuando dormías. Como me quede contigo toda la noche y como aun estando a tu lado tuviste pesadillas y solo te calmabas si te acariciaba el brazo y te abrazaba. Y porque me siento culpable por no haber podido hacer más por ti. Por eso si me importa.

Yo me quedo callada sin saber que decir o que hacer. Solo el hecho de escucharle hablar de esa noche hace que me quede paralizada y mi mente viaje hasta ese momento.

ENTRE LOS PIES Y LAS MANOS; pablo gavi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora