Decepción, creo que eso es lo que siento ahora mismo, pero no hacia él, sino hacia mí.
Yo era la típica chica que decía que ningún hombre la haría sentir menos, que no dejaría que ninguno pasase por encima de mí y que mucho menos cambiaria mi forma de ser.
Y aquí estoy, no pudiendo concentrarme en nada de lo que hago porque no puedo parar de pensar en que hice mal para que a la mañana siguiente el ya no estuviese en mi cama. Aunque creo que al final eso es lo de menos, podría haberse ido por cualquier motivo, pero a la mañana siguiente darme un motivo. Pero el que me dejase de hablar y no me diese ninguna explicación es lo que me tiene en vilo. Sabía que era el típico chulo, engreído y mujeriego, pero de verdad pensé que estaba ¿madurando? No, pablo no sabe qué es eso. El simplemente actúa y le da igual llevarse por delante a quien le moleste lo más mínimo.
Y por eso estoy decepcionada. Después de lo que me paso con Carlos, mi ex, me prometí que nunca más sufriría por un hombre. Pero entonces llego un sevillano de ojos marrones y carácter indomable y lo que un día me prometí poco a poco se fue derrumbando. Porque si no que hago yo aquí? Sentada en la camilla de la sala de fisio cuando todos se han ido hace más de una hora.
Le dije a mi padre que iría hasta la cancha de balonmano a jugar un rato, pero en verdad quería estar sola. El balonmano hace que me evada de mis problemas, pero consideraba que en este instante no puedo evadirme si no enfrentarme.
Necesitaba pensar y encontrarle un sentido a todo lo que había pasado en mi vida en cuestión de dos semanas.
Después de más de hora y media sentada en la camilla salí al campo, me descalce y ande por el césped como cuando era pequeña y mi padre me llevaba con él. Me encantaba descalzarme y sentir el tacto del césped en mis pies. Me relajaba.
Pasadas más de cinco vueltas al campo llegué a la conclusión de que nunca fue culpa mía, que yo no hice nada mal y que, si no ha sido, es que no tenía que ser. Tengo que seguir haciendo mi vida. No voy a guardarle rencor, él sabrá, haya él y su conciencia. Yo estoy tranquila, y voy a disfrutar de lo que soy. Una chica de 22 años que tiene que dejar los traumas atrás y disfrutar de la vida. Y un tío con la capacidad emocional de un ladrillo no va a hacer que yo no lo haga. Voy a disfrutar de la vida, voy a hacer y deshacer lo que quiero y voy a dejar de preguntarme que hice y mal.
[...]
Hoy hay partido importante. Clásico. En el camp nou.
Estoy en la sala de fisio con Jordi mientras le acabo de vendar su tobillo derecho ya que en el último entrenamiento se hizo daño.
- ¿Qué te pasa ratona?
- Nada ¿por? - digo sin levantar la vista del trozo de esparadrapo que estoy cortando.
- No sé, llevas dos semanas rara.
- ¿Qué va, porque dices eso?
- Porque te conozco.
- Tranquilo, que no es nada.
- Sabes que siempre puedes venir a casa si quieres hablar- dijo revolviéndome el pelo.
- Lo se tío. Algún día iré que asi veo a Romarey y a los peques.
- Están deseando verte, ya lo sabes
Acabo su masaje y él se va al vestuario a seguir cambiándose y a esperar la charla de mi padre y su once inicial. Yo mientras recojo todo y pienso en si será verdad que tanto se me nota que no estoy al 100%
El partido empezó y los del Madrid iban a matar, estaban haciendo unas entradas y unas faltas que estaban siendo verdaderas atrocidades. Es verdad que los clásicos siempre son duros, pero hacia mucho que no había uno asi, por lo menos que yo recuerde.
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ENTRE LOS PIES Y LAS MANOS; pablo gavi.
Teen FictionEL, jugador del futbol. ELLA, jugadora de balonmano. EL, egocéntrico, chulo y prepotente. ELLA, rebelde, orgullosa y borde. Lo único que tienen en común es que defienden el mismo escudo, el del futbol club Barcelona. pero... ¿y si no fuese solo eso?