𝟷𝟺∥ ᴘʀᴇsᴄɪɴᴅɪʙʟᴇs

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CON LOS PRIMEROS RAYOS DE SOL, Spider abrió los ojos. El chico todavía estaba adormecido, observando cómo el sol salía a lo lejos. Se permitió cerrar los ojos una vez más, tratando de acomodarse.

Pero entonces se percató de algo.

Sus ojos se abrieron repentinamente, de nuevo, separándose de la mujer a su lado. Cuando se hubo asegurado de dejar varios metros entre ellos, poniéndose en pie, la contempló. Aun dormía. En sus labios, descansaba una pequeña sonrisa. Continuaba apoyada en el ikran, quien descubrió le contemplaba curioso al levantar la mirada y coincidir con la de la alada criatura. Keyrön hizo un pequeño sonido, ladeando la cabeza animado.

El chico volvió su atención a la mujer.

Natasha le miraba ahora a él.

Habiendo escuchado a la banshee, había abierto los ojos tras haber pasado uno de los más gratificantes momentos de su vida. No sería gran cosa, para muchos. Pero para ella, lo había significado todo. Ver la puesta de sol con Spider, y pasar la noche a gusto a su lado, junto a Keyrön. Sería simple, pero no recordaba haberse despertado con una sonrisa en los labios nunca. Y aquella madrugada, lo había hecho.

—¿Tarzán?

El chico se mantuvo en silencio, viéndola mirar al rededor con los ojos entrecerrados mientras se acostumbraba a la claridad que comenzaba a haber.

—Uh... Voy a ir a ver si puedo encontrar algo para picar.

Spider se excusó, bajando del techo a la barandilla, y luego al suelo. La mujer le observó, siendo consciente de lo rápido que había querido separarse de ella. La sonrisa con la que había despertad había ya desaparecido. Pasó las manos por su rostro, tratando de terminar de despertarse. Permitió que la manta que la tapaba dejara de cubrir sus hombros.

Se puso en pie, llevando consigo la tela para no dejarla allí, colocándola doblada sobre la montura. —Hola—. Susurró, apoyando la cabeza contra la de Keyrön. La banshee volvió a emitir el mismo sonido de antes, disfrutando de las caricias de la mujer.

La puerta se abrió tras ella, pero no se volvió. Continuó con su atención puesta en el ikran, dejando que la brisa de la mañana les mantuviera tranquilos.

—Buenos días.

La voz de Quaritch hizo que abriera los ojos. Pero no le miró. Ella asintió, correspondiendo el saludo con aquel gesto.

El silencio se hizo presente una vez más. El hombre la observaba, y viendo cómo ella cogía su trenza para ponerla sobre su hombro y ofrecérsela a Keyrön, se apresuró a subir al tejado. —¿A dónde te crees que vas?— Cuestionó.

Le ignoró, sintiendo el vínculo formarse entre ella y su ikran. Subió sin complicaciones, acomodándose sobre él. Vio a Quaritch apartar la mirada al verlo mientras continuaba acercándose, tomando su brazo para evitar que se alejase. Aunque tampoco habría servido de mucho.

Ahí fue cuando la mujer le miró.

Viendo la expresión seria en el rostro de Natasha, el hombre la soltó. Pero no se movió de su lado. —¿A dónde vas?— Repitió, demandando una respuesta.

—Creía que contaba ahora con su confianza, coronel—. Comentó ella apartando su mirada de él. Quaritch permaneció en silencio, aguardando para que se explicara. Notando aquello, manteniendo un semblante neutro y sin previo aviso, dejó que su cuerpo se inclinara hacia el hombre.

Quaritch mantuvo una expresión parecida, y ella acercó su rostro al suyo. La mujer le miró de lado, sonriendo ladinamente. Y cuando el coronel comenzó a creer que todo era un intento por ponerle nervioso, la mujer susurró en su oído. —Gracias por la manta.

𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍, miles quaritchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora