𝟷𝟻∥ ᴛɪᴇʀʀᴀ ᴀ ʟᴀ ᴠɪsᴛᴀ

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LAS PISADAS RESONABAN EN EL METÁLICO SUELO mientras los tripulantes obedecían las órdenes recibidas. Nadie perdía el tiempo, preparando los trajes, el armamento y los equipos que llevarían. Nadie osaba dirigir una palabra a los marines; pues al igual que Scoresby, ellos también habían comprendido el significado de las palabras pronunciadas por la mujer.

Esta, observaba ahora el mapa que reflejaba la posición de las más próximas islas. El puente había quedando en completo silencio. Apenas había un par de personas que se encargaban ahora de conducir el transporte a su destino. La mujer miraba de vez en cuando por el cristal, esperando ver a lo lejos la primera, pero al no encontrarla allí, volvía su atención hacia el holograma.

Z-Dog la observaba desde la distancia, sabiendo la impaciencia que debía de estar sintiendo. La marine de los brazos tatuados había asegurado su chaleco y repuesto munición. Había pensado en acercarse a ella y hablarla, pero había decido quedarse al margen.

Movimiento al otro lado del cristal, junto a la puerta, hizo que aparatara su atención de la mujer. Viendo a Lyle allí, haciéndola un gesto para que saliese, volvió a echar un vistazo a Natasha, como si quisiese cerciorase una última vez de que se encontraba bien. Viéndola aun pendiente del mapa, abrió la puerta para salir al exterior, reuniéndose con el cabo.

—¿Ocurre algo?— Cuestionó acercándose a él.

El hombre se encogió de hombros. —No lo sé—. Respondió. —¿No les notas... raros?— Cuestionó señalando con la cabeza a la mujer que permanecía en el interior del puente de mando. —Más de lo normal, me refiero.

Z-Dog sonrió ladinamente. —Lo que les ocurre es que no liberan tensiones—. Respondió, apoyándose en la barandilla para buscar con la mirada al coronel. Cuando le encontró, le vio conversando seriamente con Prager. Ambos sujetaban dos armas bien cargadas, pero no podía escuchar de lo que hablaban. —No se lo permiten—. Añadió. —Y eso les pone... de mal humor.

El hombre a su lado imitó su acción, colocándose junto a ella. —A lo mejor necesitan un último empujón...— Comentó para sí mismo, encargándose de que Zdinarsk le escuchase. Esta, le miró en seguida. Permanecía con la mirada al frente, pero sentía de sobra la mirada de la mujer a su lado.

—¿En qué estás pensando?— Cuestionó Z-Dog tras cerciorarse disimuladamente de que Natasha continuara en el interior del puente.

—¿Qué pasaría, hipotéticamente hablando, si se quedasen atrapados una noche en el puente?— Habló Lyle.

—Es más probable que terminen matándose el uno al otro que lo que estás pensando—. Comentó ella. —No se lo permiten, Wainfleet.

—Pero supongamos que pasa—. Insistió el susodicho haciendo un gesto con la mano. —Se quedan solos, a oscuras y aislados del resto de la tripulación. Con toda esa tensión. ¿Qué crees que sucedería después?

—A mi me parece el momento prefecto para cometer asesinato.

Ambos saltaron al escuchar la voz tras ellos, incorporándose y volviéndose para encontrar a Natasha allí. La puesta estaba abierta, habiendo preferido no arriesgarse a hacer ruido al cerrarla y llamar la atención de ambos.

—¿Qué tramáis?— Cuestionó la mujer observando a sus dos amigos.

—¿Nosotros?— Preguntó Lyle mirando a Z-Dog en busca de ayuda, pues sabía que él no podría salir de aquella situación sin ayuda. Natasha le leía como un libro abierto.

—Nada—. Intervino entonces la mujer de brazos tatuados.

—Solo nos inventamos... situaciones—. Improvisó Lyle. Viendo la expresión en el rostro de Z-Dog, que parecía que quería matarlo, apartó rápidamente la mirada. —Uh, sí, hipotéticas y nada posibles situaciones.

𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍, miles quaritchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora