𝟸𝟹∥ ʜᴜɴᴅɪᴅᴏ

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UN CUEPRO DESCANSABA EN LA ROCOSA SUPERFICIE A LO LEJOS. La noche se había cernido sobre aquellas zonas en Pandora. La mujer, viendo a la joven Metkayina a su lado, llorando desconsolada como única compañía las olas, el pánico se apoderó de ella. No podía distinguir quién era el fallecido, pero tenía claro que era uno de los tres más mayores hijos de Sully.

Y entonces imaginó a Kiri.

Keyrön, sintiendo la angustia de su jinete, descendió hasta las rocas. El gran ikran alarmó a la metkayina, quien estrechó el cuerpo entre sus brazos, negándose a abandonarlo. La mujer saltó de la banshee, levantando las manos a modo de señal de paz.

No podía ver el rostro que se ocultaba.

No podía ver nada que le indicase la identidad que ansiaba.

—¿Q-Quién?— Consiguió preguntar. Tsireya no soltaba el cuerpo, temerosa de la mujer y sus intenciones. La mujer comenzó a observar el cuerpo, tratando de averiguar de quien se trataba, y cuando un nombre se apareció en su mente... Pudo ver su rostro.

—Neteyam.

El fuego iluminaba ahora sus facciones. Su mano, sin vida para mantenerla, cayó sobre la fría y dura roca al dejar que Natasha lo viera.

Una explosión llamó la atención de ambas. Disparos comenzaron a escucharse en la lejanía. Los gritos podían distinguirse entre el ruido.

Y entonces supo cuál había sido su error.

Mirando una última vez al chico, corrió hacia Keyrön. Subiendo a su espalda, se dirigieron hacia la nave ahora más destruida que nunca. Los disparos y gritos seguía escuchando.

Saltó del ikran, cayendo al suelo con sutileza. Dagas en mano. Lista por si debía emplearlas.

Todo había quedado en silencio.

Miró a su alrededor. El fuego cubría la cubierta. El motor había explotado. Con las dos armas frente a ella, comenzó a avanzar, buscando a su equipo. Los cuerpos decoraban el lugar, los soldados en sus  Skel Suit, todos muertos.

El calor de las llamas la hacía sudar, al igual que los nervios que continuaba controlando para que no se interpusiesen y sirvieran de distracción. Respiraba y continuaba sigilosamente para no atraer atención. Buscaba por todas partes, siempre ateta de todos los francos para no ser sorprendida.

Pudo ver cómo las heridas en los cuerpos que habían provocado la muerte era de flechas o balas. Lo que la decía que habían sido los dos Na'vi a los que tanto había estado buscando. Los chicos ya no estaban en la barandilla atados, y no había rastro de ellos. Tampoco de sus padres.

Su cola se movía tras ella, indicando su estado de alerta. Sus orejas se movían en busca de algún ruido. Las olas y el sonido de las llamas siendo la única compañía con la que contaba. A demás de los cadáveres humanos.

—Situación— Habló por el comunicador.

Silencio.

—Situación, que alguien responda.

Controlaba su respiración a pesar de sentir un nudo en el estómago que la dificultaba aquella tarea. Sabía que lo que iba a encontrar allí no iba a ser de su agrado. Pero de alguna manera, conseguía ignorar esa sensación, esperando encontrarles a salvo. Que podría volver con ellos, enterrar a sus hermanos caídos a lo largo de la misión, y descansar sabiendo que habían cumplido.

𝐑𝐄𝐁𝐎𝐑𝐍, miles quaritchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora